El camarote de los Hermanos Marx

Tribuna Especial 26 Aniversario

El camarote de los Hermanos Marx

Con Carmena y Podemos estamos más cerca de un ayuntamiento de provincias que del Ayuntamiento de una de las principales capitales de Europa.

Mrtínez Almeida

No existe una imagen mejor para describir al Gobierno de Manuela Carmena que la del camarote de los Hermanos Marx. Llegaron adorando a Carlos Marx, pero han acabado imitando a los geniales Groucho, Harpo y Chico, y lo más sorprendente es que sólo han hecho falta dos años para que todos los madrileños se diesen cuenta.

Carmena pasa más tiempo en viajes oficiales fuera de España que en Madrid. Es, con diferencia, la alcaldesa más viajera de la historia de la ciudad. En dos años, ¡dos vueltas al mundo! Y cuando está en Madrid, el silencio es su única explicación ante los escándalos que montan sus concejales.

Si los medios de comunicación destapan escandalosas contrataciones del Ayuntamiento con la cooperativa fundada por Rafa Mayoral, dirigente de Podemos, y con cooperativas de amiguetes similares, la alcaldesa guarda silencio. Si un juzgado anula la cesión de locales para actos proindependentistas en Madrid, la alcaldesa guarda silencio. Si los vecinos de Usera se amotinan en un pleno porque la concejal de Ahora Madrid les desprecia, la alcaldesa guarda silencio. En Madrid tenemos a la alcaldesa silente, más preocupada en arreglar los problemas del mundo que los problemas de la ciudad y de los madrileños. Por otro lado, no nos extraña, porque cada vez que se mete, sale trasquilada. En la memoria de todos sigue su numantina defensa de Celia Mayer y Carlos Sánchez Mato, finalmente cesado como Delegado de Hacienda, junto con su cerrazón para no admitir que están judicialmente investigados por la presunta contratación irregular de informes jurídicos que les sustentasen una acusación contra el gobierno anterior.

Y si la alcaldesa permanece silente en los escándalos de sus concejales, exactamente igual sucede con su gestión. Hacen muy poco, pero ni lo que hacen se molestan en comunicarlo. Pasan los meses de la legislatura y no cumplen nada de su programa electoral, sino que ocupan su tiempo revisando el pasado en un sinfín de estériles comisiones de investigación que no llevan a ninguna parte, más allá de evidenciar la arrogancia de quienes no son capaces de construir ni una sola escuela infantil y pretenden aleccionarnos sobre cómo teníamos que haber hecho los túneles de la M-30.

En lo único que son imbatibles es en el terreno de las ocurrencias y en simplificar los problemas para trasladar el mensaje de que actúan por el bienestar general. Si hay un problema de contaminación, prohíben circular por la Gran Vía y el centro de la ciudad. Eso sí, sin considerar que el atasco que provocan en los alrededores genera más contaminación que cuando el tráfico es fluido. Cortes arbitrarios en calles como Galileo para poner unos bancos y unos maceteros que se convierten en el “botellódromo” de la zona para enfado de los vecinos, calles peatonales en un sólo sentido, jurados populares para dirimir riñas vecinales… Todo, mientras Madrid sigue sucia, el mantenimiento de la vía pública es casi inexistente y se ha abandonado la política de modernización de la ciudad.

Con Carmena y Podemos estamos más cerca de un ayuntamiento de provincias que del Ayuntamiento de una de las principales capitales de Europa. Por delante de nosotros está pasando un tren que estamos dejando escapar. Tras la conversión del alumbrado público a ‘led’ que hizo el Gobierno anterior, no se está electrificando la ciudad para instalar puntos de recarga para el coche eléctrico, la explotación de los datos y el inmenso ahorro de costes y mejora de servicios relativos al uso del “Big data” brilla por su ausencia, y aquí la modernidad pasa, a diferencia de otras capitales europeas, por unas pseudo-consultas sobre temas nimios de la ciudad.

Todo ello, sin hablar de su pésima gestión económica. Después de maldecir la deuda tildándola de ilegítima durante la campaña electoral, hoy se presentan como adalides del pago de la misma. Ocultan, eso sí, que es un pago automático del dinero que queda como remanente después de no ejecutar los presupuestos. Carmena paga la deuda no por voluntad propia o por buena gestión y ahorro de costes, sino por la parálisis y el inmovilismo en el que ha sumido a la ciudad. A fuerza de no ejecutar los presupuestos y de no invertir en infraestructuras, todo ese remanente va automáticamente al pago de deuda que hoy, curiosamente, abraza como única seña de su gestión.

La paradoja es que al mismo tiempo que no son capaces de gastar en cosas útiles para la ciudad, sí han sido capaces de enfrentarse al Ministerio de Hacienda y no cumplir con la llamada ’regla de gasto’ recogida en la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Un incumplimiento que les ha llevado a tener que elaborar un Plan Económico Financiero que sólo ha sido aprobado después de cuatro versiones y que le ha costado a la alcaldesa tener que cesar al concejal de Hacienda Carlos Sánchez Mato. Una situación cuasi cómica que ha evidenciado el desacato permanente de algunos concejales a la Ley, al Ministerio e incluso a la propia alcaldesa, que tuvo que pedir tutela e intervención a los líderes de su partido, Podemos (aunque lo haya ocultado hasta ahora), para que la sacasen del atolladero en el que estaba metida.

A Carmena le quedan escasamente dieciocho meses de mandato con un equipo roto, un socio, el PSOE, que se siente traicionado y, lo peor, un vacío total de ideas y de proyectos para Madrid. Ya predijimos que el autodenominado ’Gobierno del cambio’ iba a traer un cambio a peor, pero ni por asomo llegamos a imaginar que iba a ser un gobierno tan malo. Mucho tienen que cambiar Carmena y su equipo para que esta legislatura no pase como una de las más estériles en la historia de la ciudad y, por el momento, esto sólo tiene aspecto de empeorar.

Por nuestra parte, hemos demostrado que sabemos gobernar cuando toca, pero también ser una oposición exigente, sensata y leal. Hoy trabajamos sin descanso para presentar a los madrileños una alternativa real que dé respuesta a los problemas de Madrid y que recupere estos años perdidos para devolver la ciudad a la categoría que le corresponde: la liga en la que compiten las principales ciudades europeas y en la que se dirime el mundo de mañana, el único lugar capaz de asegurar el futuro, el progreso y la calidad de vida para nuestros jóvenes durante los próximos años.

José Luis Martínez Almeida es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid.

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