Los jóvenes españoles, los más perjudicados por la brecha salarial en toda la OCDE

Desigualdad

Los jóvenes españoles, los más perjudicados por la brecha salarial en toda la OCDE

España cae en niveles de equidad entre los países desarrollados si se atiende a los indicadores económicos de adultos jóvenes.

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De media, los ingresos del 10% de la población española que más cobra triplican los del 10% con sueldos más bajos. Esa brecha nos sitúa en un nivel de desigualdad salarial “media” entre los países de la OCDE, donde Italia presenta la menor brecha por sueldo y Estados Unidos es el país desarrollado más desigual.

Pero según los 23 indicadores con los que la OCDE mide la inequidad global, por edad, género y nivel de estudios, España es más desigual si se enfoca sólo a sus jóvenes y en la dimensión económica.

Comenzando por el salario, el sueldo medio por hora de los jóvenes es un 33% menor que el de los adultos de mediana edad. Nuestro país despunta en salarios maduros: es el miembro de la OCDE donde los mayores de 55 sacan más ventaja a los adultos medios, llegando a ganar un 21% más.

De media, la riqueza neta de los más jóvenes es un 51,3% menor que la de los adultos de entre 25 y 55 años, y a su vez los mayores de 55 acumulan casi un 60% más que los adultos de mediana edad.

España se desploma igualmente en brecha de actividad: es uno de los países cuyos jóvenes sufren más desempleo respecto a la generación anterior, ya que tienen un 71% menos de posibilidades de encontrar un trabajo y hasta un 144% más de probabilidad de encontrarse en desempleo respecto a los adultos. En este caso la desigualdad también se ceba con los mayores de 55 años, que tienen una desventaja del 73% respecto a la población de mediana edad a la hora de encontrar un trabajo.

De media, en España los menores de 25 tienen algo más de posibilidades de verse obligados a trabajar en largas jornadas respecto a los adultos. Pero las mujeres se llevan la palma: trabajan en jornadas superiores a 50 horas hasta un 56% más que los hombres.

Por otro lado, los jóvenes se sienten menos escuchados políticamente: son un 5% menos proclives a pensar que sus demandas influyen en lo que finalmente decide la clase política.

Como contraparte, creen tener buen estado de salud en un porcentaje mayor que sus padres, dedican más tiempo al ocio, han tenido más posibilidades de formarse, tienen una red familiar y social algo más amplia, se sienten más seguros cuando caminan solos por la noche en sus barrios y, en general, están un 5% más conformes con sus vidas que los adultos de mediana edad.

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