De momento, ni en los hoteles que ya es mucho decir. Las iglesias católicas, sin embargo, ya están en esos trajines navideños con el Belén casi a las puertas de los templos y parroquias.
Los establecimientos estatales de venta en divisas si bien no muestran tampoco mucha alegría por las fechas, desde hace buen tiempo atrás están vendiendo estos artilugios para decorar las viviendas y con precios celestiales.
Algunos restaurantes y bares privados, tal vez algo asustados por la orden de cierre de algunos muy importantes a escala ya internacional, se han contentado, muy tibiamente, con alguna que otra guirnaldilla detrás del mostrador.
Feo panorama de cara al turismo internacional que suele incrementarse para pasar navidad y fin de año en algún pintoresco lugar de la isla.
Tal vez a última hora, modalidad que solemos practicar desde las altas instancias del gobierno, hasta alcanzar a un simple ciudadano de a pie, veamos aterrizar sobre la Habana un trineo tirado por ciervos alegres al compás de los villancicos o a ritmo de un maldito reguetón que anuncie que jodidos, pero contentos,