La Eurocámara aprobó esta semana los presupuestos generales para 2018. Lo hizo sin contar con el apoyo de los socialdemócratas, que decidieron abstenerse. Esta decisión refleja la voluntad, para algunos pasajera, de que los socialdemócratas quieren mantener un discurso propio.
Evitar el acceso al poder de los partidos euroescépticos o denominados radicales ha obligado al partido socialdemócrata a aliarse con los populares en las decisiones más importantes del parlamento.
La unidad que han mostrado durante décadas conservadores y socialdemócratas ha influido directamente en la conformación actual de la Unión Europea. Sin embargo, a quienes ha dejado débiles la crisis económica y política de los últimos años es a los partidos socialdemócratas del continente.
El ejemplo más significativo sucedió en España, donde el PSOE acabó absteniéndose en la investidura de Mariano Rajoy y en donde el secretario general, Pedro Sánchez, recibió fuertes presiones (según su versión en Salvados) para no pactar con Podemos.
Este debate existencial le llega ahora a Martin Schulz en Alemania, donde en un inicio pretendía dejar ‘sola’ a Angela Merkel y ahora negocia su posible investidura como canciller germana.
Según apunta Euractiv, las elecciones europeas de 2019 marcarán un antes y un después en la definición del futuro panorama político de la Unión Europea. Para entonces, advierte, “no está claro que la socialdemocracia consiga armar una coalición progresista alternativa”.