Ascensos en el partido, puertas giratorias y embajadas: las ‘consecuencias’ políticas del Prestige

15 años del Prestige

Ascensos en el partido, puertas giratorias y embajadas: las ‘consecuencias’ políticas del Prestige

Se cumplen 15 años de la tragedia del Prestige sin que los políticos de entonces hayan asumido ninguna responsabilidad.

Prestige

Este lunes se cumplen 15 años de la tragedia del Prestige. El mayor desastre ecológico (60.000 toneladas de fuel) acaecido en las costas españolas que afectó a 2.600 kilómetros de uno de los tramos más ricos, diversos y productivos del litoral. Han pasado quince años de aquel suceso y solamente Apostolos Mangouras, el capitán del barco, ha sido condenado. Los políticos encargados de la tragedia, ninguna responsabilidad. Al contrario, su carrera no ha hecho más que ascender.

El ejemplo más representativo de que la mala gestión de la crisis del Prestige no supuso ningún obstáculo para el ascenso de los políticos encargados del asunto es Mariano Rajoy. El que fuera vicepresidente y portavoz del Gobierno de José María Aznar durante la tragedia, ha acabado siendo presidente del Gobierno.

“Hilitos de plastilina” y “no es una marea negra” son algunos de los ‘hits’ que pronunció Mariano Rajoy durante los días en los que Galicia, y gran parte del cantábrico, se llenaban de chapapote.

Sin embargo, Mariano Rajoy no es el único al que la tragedia del Prestige no le supuso ningún obstáculo en su carrera política.

Puertas giratorias, embajadas y Comisión Europea

Arsenio Fernández de Mesa era el Delegado del Gobierno de España en Galicia en el momento de la catástrofe. Fernández de Mesa negó que se fuera a producir una marea negra y llegó a decir que “el destino del fuel en el fondo del mar es convertirse en adoquín”.

El por entonces Delegado del Gobierno en Galicia obvió la evidencia y, a pesar de ello, acabó ocupando posteriormente cargos de alta responsabilidad, como director de la Guardia Civil. Fernández de Mesa fue el máximo mandatario de la Benemérita hasta 2016, cuando una puerta giratoria le dejó en Red Eléctrica, en Preventia Neuro-Technology y Absylum Integral Services, compañías del sector salud y de carburantes respectivamente.

Sin embargo, el acceso a la empresa privada no se detuvo aquí. Según el listado de autorizaciones a ex altos cargos del Portal de la Transparencia del Ejecutivo, el exdirector de la Guardia Civil obtuvo el pasado el pasado 25 de agosto la aprobación para trabajar en una cuarta empresa antes de que se cumplan los dos años desde su cese: Oto Melara Ibérica, una empresa del sector defensa.

Fuentes del PP matizan a este medio que el exdirector de la benemérita solo trabaja actualmente en Red Eléctrica. “El resto son solo autorizaciones”, defiende el PP, insistiendo en que el permiso del Gobierno no implica que el interesado acabe finalmente trabajando en los cargos para los que pide consentimiento.

Miguel Arias Cañete es otro a quien la crisis del Prestige no torpedeo su carrera política. Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación durante la tragedia, Cañete volvió a ocupar ese cargo con Rajoy de presidente para posteriormente dar el salto a Bruselas, donde es Comisario de Energía.

Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente durante el hundimiento del Prestige, fue presidente balear en los años posteriores a la tragedia. Matas está siendo investigado en decenas de presuntos casos de corrupción y ha llegado a pasar 9 meses en la cárcel. No obstante, como informó EL BOLETÍN hace una semana, el expresidente balear ha conseguido eludir – vía pacto con la fiscalía – la prisión hasta en cuatro ocasiones.

Federico Trillo es otro al que la crisis del Prestige le pasó de cerca pero no le tocó. El que fuera ministro de Defensa en aquellos años – años del Yak 42 –, llegó a meditar la posibilidad de bombardear el barco con el objetivo de incendiar el combustible.

Trillo ha estado perseguido desde entonces por diversos casos de presunta irresponsabilidad política que no han impedido su nombramiento como embajador en Londres o su participación en el Consejo de Estado.

Francisco Álvarez-Cascos, entonces ministro de Fomento, también pasó de puntillas por la crisis del Prestige. De hecho, se fue de cacería los días en los que el barco de hundía, en la misma línea que Manuel Fraga, presidente en aquellos años de la Xunta de Galicia.

Ninguno de ellos asumió ninguna responsabilidad política de las consecuencias del hundimiento del Prestige. Es más, Fraga pasó a ser senador en la Cámara Alta.

Más información