El día de mañana: la deslocalización tecnológica impulsará el ‘éxodo urbano’

Sociedad

El día de mañana: la deslocalización tecnológica impulsará el ‘éxodo urbano’

La cuarta revolución industrial cambiará la estructura de las ciudades y abrirá las puertas del campo.

Montreal

‘Todo esto, antes, era ciudad’, le dijo el abuelo a la nieta. La cuarta revolución industrial dejó tras de sí miles de puestos de empleo que fueron sustituidos por tecnología y ciudades parcialmente abandonadas por las personas mejor cualificadas y adaptadas al entorno laboral.

El Foro Económico Mundial está celebrando este fin de semana un encuentro donde especialistas en diferentes materias abordan el futuro que podría deparar a la humanidad. Uno de los aspectos a estudiar es el desarrollo de la tecnología y su influencia sobre la sociedad urbana.

Las tesis que se plantean consideran que habrá en no muchos años una cuarta revolución industrial que permitirá la deslocalización de millones de puestos de empleo que solamente necesitarán el acceso a Internet para subsistir. Esto conllevaría el decrecimiento de las ciudades, que según varios estudios, por el contrario, tienen previsto albergar a dos tercios de la humanidad para el año 2050.

¿Qué es la cuarta revolución industrial?

«La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital”, afirma Klaus Schwab, director ejecutivo del Foro Económico Mundial.

Esta revolución se asentará sobre la plena conectividad, el Internet de las cosas y la consolidación de un mundo virtual que dejará en segundo plano el contexto espaciotemporal. Todo estará generado e interconectado por sistemas cibernéticos que reducirán la importancia de la localización.

Desde el desarrollo laboral a la subsistencia energética y alimenticia (impresoras 3D). Gran parte de la vida humana estará reglada por un modelo que abandona la necesidad de vivir en un espacio compartido (ciudades).

Las nuevas tecnologías anulan los beneficios de las ciudades

Las ciudades han permitido concentrar mano de obra, oferta y demanda en un mismo lugar. Se ha reducido el tiempo y gasto de desplazamiento como el coste de infraestructuras, al concentrarlas sobre un mismo espacio territorial.

Sin embargo, la urbanización acelerada que viven las ciudades a partir de la segunda mitad del siglo XX ha desarrollado un clima hostil (estrés, salud) para la población como para el planeta (contaminación). La cuarta revolución industrial promete liquidar esas desventajas.

“La necesidad de proximidad disminuirá a medida que la producción física sea reemplazada por robots, todas las compras podrán realizarse digitalmente, e incluso podrán imprimirse en 3D. Aunque el mercado de productos y alimentos que se entrega a la puerta de su casa está creciendo, no necesitaremos carreteras, solo transporte, ya sea en aviones no tripulados, taxis o automóviles voladores”, asegura el Foro Económico Mundial.

“Podemos generar electricidad con paneles solares, turbinas eólicas y plantas vivas. Todos ellos pueden generar energía suficiente para alimentar todos los dispositivos electrónicos como energéticos de la casa”, afirma el Schwab, que también apunta a derechos básicos como la Eduación.

“La educación se beneficiará: con los cursos en línea abiertos, cualquiera con conexión a Internet puede absorber el conocimiento sin estar físicamente presente”, insiste.

Un mundo descentralizado, a dos velocidades

Entendiendo que con esa revolución industrial la ubicación geográfica será cada vez más irrelevante, la población se encaminará a un mundo más descentralizado.

Sin embargo, este cambio de modelo hacia la automatización tecnológica podría dejar por el camino a cerca del 50% de los puestos de empleo del mundo. Es en este punto donde diversos analistas, como el propio Schuwab, plantean la necesidad de estudiar la implementación de una renta básica universal.

Por otro lado, en la cuarta revolución industrial, las ciudades serían el escenario de trabajos menos cualificados – donde las máquinas no impliquen mayor rentabilidad – y las clases trabajadores con baja cualificación y/o renta serían sus principales moradores.

Una gentrificación a la inversa, ya que las personas adaptadas al nuevo modelo, y por tanto, mejor retribuidas, podrán ‘liberarse’ de la exigencia de vivir en grandes metropolis y concentrarse en espacios rurales.

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