El glifosato: ¿un herbicida peligroso o relativamente inocuo?

Agricultura

El glifosato: ¿un herbicida peligroso o relativamente inocuo?

Este miércoles la Comisión Europea decidirá si prolonga por otros 10 años más el permiso de uso de la sustancia.

Herbicida

La Unión Europea (UE) se encuentra inmersa en un debate acerca de si el herbicida glifosato debe poder seguir siendo usado o no en su territorio. Se trata de una polémica no siempre basada en hechos y con numerosas acusaciones cruzadas.

Este miércoles la Comisión Europea decidirá si prolonga por otros 10 años más el permiso de uso de la sustancia, que vence a mediados de diciembre. La cuestión central es si se trata o no de un producto cancerígeno, es decir peligroso para la salud de personas, animales y ecosistemas. Pero además en un mercado que mueve miles de millones.

¿Por qué se debate en la actualidad de forma tan intensa sobre el glifosato?

«El glifosato es un símbolo», explica Horst-Henning Steinmann, de la Universidad de Gotinga. «Como el herbicida más usado del mundo, representa una forma de producción agrícola que tiene muchos críticos». Otro factor es el hecho de que se ofrece en un paquete en muchos países por empresas como Monsanto junto con plantas modificadas genéticamente. «De esa manera, el glifosato representa de forma indirecta también la modificación genética». Y a todo eso se suma el miedo a que se siente un precedente: «El temor de los fabricantes y agricultores es que la prohibición del glifosato sólo sea la primera decisión a la que sigan muchas otras».

¿Existe una prohibición en otras partes?

Sí. El Salvador, las Islas Bermudas y Sri Lanka han prohibido su uso, señala Thoralf Küchler, portavoz del Grupo Especial de Trabajo sobre Glifosato (GTF, por sus siglas en inglés), una asociación que reúne a varias empresas productoras del herbicida. En Holanda no se permite su uso a nivel municipal, es decir en calles públicas o en los ayuntamientos. Las únicas excepciones son las vías de ferrocarril y pistas de aterrizaje.

El glifosato se usa desde hace 40 años. ¿Por qué surgieron ahora las objeciones?

«El glifosato tiene tanto éxito precisamente porque durante mucho tiempo se lo consideraba no problemático», señala Silvia Pieper, de la Oficina Federal de Medio Ambiente (UBA) de Alemania. Por ejemplo se lo encuentra poco en las aguas subterráneas porque es absorbido por las partículas del suelo. Sin embargo, el tiempo hasta que desaparece del terreno es largo: se tarda más de un año hasta que el 90 por ciento de la sustancia se degrada. En los sedimentos puede permanecer durante mucho tiempo.

Los efectos tóxicos para los animales fueron considerados en los estudios como relativamente bajos, porque la encima que afecta la sustancia, la EPSPS, solamente está presente en plantas, hongos y microorganismos. Algunos estudios, entre otros en ratas y ratones, probaron sin embargo que en grandes dosis el glifosato puede ser cancerígeno.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), encuadró el herbicida a causa de ello como «probablemente cancerígeno» en marzo de 2015, coincidiendo con el momento en el que en Europa se debía prolongar el permiso de uso. Otras agencias como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no consideran en cambio que haya riesgos.

¿Por qué se produce esta contradicción?

No es en verdad una contradicción. La IARC analiza el riesgo de cáncer, es decir la posibilidad general de que el glifosato provoque cáncer. En el análisis de otras agencias este riesgo ya se tiene en cuenta. La EFSA considera insignificante el riesgo de cáncer que existe por la ingesta del glifosato a través de los alimentos que consume una persona.

¿Y qué pasa con aquellos que siempre están en contacto con el glifosato?

Desde hace años hay denuncias de la existencia de una relación entre el glifosato y ciertas enfermedades, entre ellas cáncer, por parte de campesinos de Sri Lanka o Argentina. Sin embargo, no hay datos seguros. En los países afectados se usan además combinaciones y cantidades distintas de herbicidas a los aplicados en Europa.

¿Por qué las autoridades de la UE basan sus decisiones en estudios del fabricante que además no son accesibles a la opinión pública?

«Rige el principio de que quien solicita el permiso debe financiar los estudios para probar que la sustancia es inofensiva», explica Pieper, de la UBA. La información es secreta para la opinión pública por motivos de competencia. «Muchos estudios son realmente difíciles y por tanto caros, los datos son un bien muy valioso para el peticionario», indica Pieper. «Nosotros apoyaríamos un mayor acceso a esa información».

¿Una prohibición del glifosato ayudaría al medio ambiente?

Existen sustancias con un perfil de mayor riesgo que el glifosato que en la actualidad son usadas aunque en cantidades pequeñas, alerta Pieper. De prohibirse el glifosato es probable que se añadieran otros productos, teme esta experta. «En vez de prohibir una sustancia en concreto, lo que habría que hacer es reducir en general el uso de herbicidas», opina.

No será sencillo sustituir el glifosato, pero al final se haría, y por eso Pieper cree que una simple sustitución no es la solución. «Se trata de reducir claramente la cantidad de herbicidas y otros pesticidas utilizados y compensar sus efectos mediante superficies ecológicas», asegura.

También el profesor y experto en temas agrícolas Steinmann considera que «el glifosato ya es un herbicida moderno cuyo efecto sobre el medio ambiente es, en comparación, reducido. Si se lo sustituye sencillamente por sustancias más antiguas el medio ambiente no gana nada».

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