Palestina al borde de la asfixia económica tras 50 años de ocupación israelí

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Palestina al borde de la asfixia económica tras 50 años de ocupación israelí

Un informe de la UNCTAD denuncia un círculo vicioso de endurecimiento de la ocupación, disminución de la ayuda y derrumbe económico de los territorios ocupados.

Manifestación a favor del pueblo de Palestina

Este año se cumplen 50 años de ocupación israelí en la Franja de Gaza y la Ribera Occidental, incluida Jerusalén Oriental. Se trata de la ocupación más prolongada de la historia reciente. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), han sido cinco decenios de regresión económica, industrial, y de derecho al desarrollo que ha situado al pueblo palestino más cerca de la desaparición como sociedad moderna que de la esperanza de volver a serlo.

Según el informe de este año sobre la asistencia de la UNCTAD al pueblo palestino, no hay visos de que esta situación vaya a cambiar: “La ocupación ha debilitado en extremo los sectores agrícola e industrial, con el consiguiente menoscabo de la competitividad de la economía del Territorio Palestino Ocupado a nivel nacional e internacional”.

El organismo explica que solo se explota una de cada cinco hectáreas de tierra cultivable, y de estas, el 90% carece de irrigación. A ello se suma la prohibición de importar fertilizantes, entre las decenas de restricciones impuestas por Israel. Solo entre 2015 y 2016 la producción agrícola disminuyó un 11% y la proporción del producto interno bruto (PIB) correspondiente a la agricultura se redujo del 3,4% al 2,9%.

“El hecho de que, hoy en día, el PIB real per capita en el Territorio Palestino Ocupado esté en el mismo nivel que en 1999 es una indicación clara del costo humano y la pérdida de potencial económico resultantes de la ocupación”, explica la UNCTAD. El crecimiento económico en todos los sectores está limitado por la pérdida de tierras y recursos arrebatados por los asentamientos israelíes y la anexión de tierras en la Ribera Occidental. “Esta situación se ve agravada por las restricciones a la importación de insumos esenciales, lo cual incrementa los costos de producción, deprime las inversiones y perpetúa condiciones económicas de elevado desempleo y pobreza generalizada”.

Por otro lado, la elevadísima tasa de desempleo de los jóvenes constituye una amenaza para el futuro del pueblo palestino: entre los jóvenes de entre 15 y 29 años en 2016 fue del 27% en la Ribera Occidental y del 56% en Gaza. “Estas cifras serían aún mayores si tuvieran en cuenta a las personas desalentadas que han renunciado a buscar empleo”, explica el informe.

Destaca que, a menos que se inviertan las tendencias actuales, seguirá creciendo el desempleo, caerá el ingreso per cápita, se agravará la inseguridad alimentaria y la pobreza seguirá aumentando, todo lo cual aumenta el riesgo de que se produzcan crisis políticas alimentadas por una agravación del deterioro económico.

“Desde el principio de la ocupación, la elevada tasa de desempleo en el Territorio Palestino Ocupado ha obligado a los palestinos a buscar empleo en Israel y los asentamientos, donde trabajan en condiciones peligrosas y son víctimas de discriminación y a menudo carecen de suficiente protección en materia de salud y seguridad”. El informe indica que, sin esos puestos de trabajo, en la Ribera Occidental habría un desempleo de cerca del 40%, o incluso un poco mayor que el que hay en Gaza.

Esas cifras no tienen en cuenta el hecho de que 6 de cada 10 jóvenes han renunciado al mercado de trabajo y ya no buscan empleo y tampoco estudian. Esta marginalización de los jóvenes desalienta la inversión en educación, disminuye la acumulación de capital humano y priva a la economía de su iniciativa empresarial y su creatividad. De ahí que el informe recomiende que los responsables políticos palestinos y sus asociados para el desarrollo presten especial atención a la cuestión del desempleo de los jóvenes.

Los asentamientos siguen en expansión

El informe señala que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en su resolución 2334, aprobada el 23 de diciembre de 2016, reiteró su exigencia de que Israel pusiera fin a todas las actividades de asentamiento en el Territorio Palestino Ocupado. No obstante, en lo que va de 2017, Israel ha intensificado la expansión de los asentamientos y ha anunciado planes de construir más viviendas. Esto se suma al hecho de que en 2016 la edificación de viviendas aumentó en un 40% con respecto a 2015, alcanzando el segundo nivel más alto registrado desde 2001.

En los últimos años, la tasa de crecimiento de la población de los asentamientos no solo ha superado la tasa de Israel, sino también la de la población palestina. El número de colonos, que actualmente suman entre 600.000 y 750.000, se ha doblado desde los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995. Además, en 2016 el número de construcciones palestinas demolidas por las autoridades israelíes en la Ribera Occidental fue el más alto desde 2009. Se destruyeron, entre otras cosas, estructuras financiadas por la asistencia humanitaria, como refugios, tiendas de campaña, cisternas de agua, cobertizos para animales y otras estructuras básicas necesarias para la supervivencia y las actividades de subsistencia.

“Continúa el intenso sufrimiento de Gaza”

Desde 1994 el PIB per capita de Gaza se ha contraído en un 23%. En 2015, la UNCTAD puso de manifiesto las durísimas condiciones socioeconómicas que imperaban en Gaza y la necesidad de emprender una considerable labor de reconstrucción en sectores como el de la salud, la educación, la energía, el agua y saneamiento.

A pesar de ello, las obras de reconstrucción se han acometido con lentitud, se ha desembolsado solo la mitad de los 3.500 millones de dólares prometidos para Gaza en la Conferencia Internacional de El Cairo sobre Palestina y la Reconstrucción de Gaza, celebrada en 2014, y todavía no se ha atendido el 84% del total de las necesidades en materia de recuperación.

Hoy en día, el 80% de la población de Gaza recibe ayuda alimentaria y otras formas de prestaciones sociales, la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria y solo el 10% tiene acceso a fuentes mejoradas de abastecimiento de agua.

Al mismo tiempo, Gaza sufre una crisis del suministro de energía eléctrica que a principios de 2017 dejaba a la población sin electricidad por períodos de hasta 20 horas al día. Esto paraliza todas las actividades económicas y obstaculiza la prestación de servicios esenciales, especialmente en los ámbitos de la salud, el abastecimiento de agua y el tratamiento de aguas residuales.

El informe revela que, en el período comprendido entre 2014 y 2016, la economía palestina sufrió otro choque externo más en forma de una disminución del 38% de la ayuda de los donantes, debido en parte al hecho de que la ocupación impide que las corrientes de ayuda recibidas en el pasado se traduzcan en avances tangibles en materia de desarrollo.

La mayor parte de la ayuda de los donantes se ha utilizado para fines de control de daños, intervenciones humanitarias y apoyo presupuestario. El informe resalta que se ha formado un círculo vicioso de endurecimiento de la ocupación, disminución de la ayuda y derrumbe económico, lo cual a su vez genera descontento político y un nuevo endurecimiento de la ocupación.

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