El graffiti de una niña a la que se le escapa un globo rojo con forma de corazón, uno de los trabajos más conocidos del famoso Banksy, fue elegido recientemente por los británicos como su obra de arte favorita, desbancado a las pinturas de clásicos como William Truner. ‘Ballon gril’, como se conoce al mural de la niña, apareció en 2002 junto a una tienda londinense, de donde fue retirada para venderla en 2014 por 500.000 libras (más de 540.00 euros). El ‘street art’ se ha convertido en los últimos años en la apuesta más atractiva para los inversores de arte.
Según Steve Lazarides, el hombre que llevó a Banksy a las galerías, en la última década las obras de artistas callejeros se han revalorizado más de un 260%: “Retrocedemos una década, si tomamos una de esas obras de arte que vendí entonces por 149,99 libras (unos 160 euros), tendría ahora un valor de entre 300.000 a 400.000 libras (entre 325.000 y 430.000 euros). Se trata de un retorno muy bueno para tu inversión en un período de diez años”, ha explicado en una entrevista a CNBC.
De ser despreciadas como vandalismo ilegal, los graffitis han dado el salto a las corrientes principales del arte, llegando a convertirse en obras ‘mainstream’. La niña con el globo de corazón dibujada por Banksy decora cuadernos y camisetas, mientras que los precios inmobiliarios de edificios del barrio de Shoreditch que cuentan en sus fachadas con obras icónicas del artista se han disparado.
Lazarides, que tiene una galería en el centro de Londres, es conocido por haber sido el mánager de Banksy. Es una de las primeras personas de la industria del arte en dar voz al arte underground o callejero: “cuando empezamos hace 15 a 20 años, nos eliminaban de todos y cada uno de los edificios, ahora nos dan la bienvenida con los brazos abiertos”.
Banksy no es el único. Nombres como el de Stik o C215 también son muy conocidos. En 2015, una de las instituciones de subastas más destacadas, la parisina Casa Drouot, presentó por primera vez la obra de cerca de una veintena de creadores de arte urbano. Entre ellos estaba Didier Jaba Mathieu, un grafitero colombiano, recuerda al mismo medio como hace 40 años se decía que el graffiti era simplemente una moda: “ha sido una tendencia de 40 años y está aquí para quedarse”.
