El divorcio entre EEUU y Europa es cada vez mayor. El mayor ejemplo de ello es la forma en la que se dirigen ahora los altos funcionarios de Bruselas a sus homólogos norteamericanos, acostumbrados desde la II Guerra Mundial a recibir loas procedentes del viejo continente.
La reacción europea a la posibilidad de que el Congreso de Estados Unidos apruebe un proyecto de ley que castigue a las empresas que trabajan con Rusia en proyectos energéticos es el último caso que constata el clima de la nueva relación.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, asegura que la UE está dispuesta a tomar represalias «en pocos días» si las empresas europeas se ven afectadas por la decisión del Congreso estadounidense.
«El proyecto de ley de Estados Unidos podría tener efectos unilaterales no deseados que afectasen directamente a los intereses de seguridad energética de la UE», considera Juncker. Por eso advierte que si las preocupaciones europeas no se tienen en cuenta, “estamos dispuestos a actuar adecuadamente en cuestión de días».
Esa respuesta va acompañada de una información que recoge Euractiv, que señala que el Comisario de Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, ha elaborado una lista de los proyectos que podrían verse afectados por la decisión de Washington.
Sin embargo, esa lista iría acompañada de otra que detallaría los proyectos o los sectores de Estados Unidos que podrían ser castigados a cambio, asegura la agencia de noticias europea.
Entre otras medidas, las empresas afectadas por las hipotéticas sanciones de Estados Unidos podrían reclamar cualquier daño incurrido en un tribunal europeo. La restitución podría tomar la forma de la incautación de bienes de las entidades que causaron el daño.
Juncker, parafraseando a Donald Trump, asegura que «America First no puede significar ‘los intereses europeos, los últimos’».
