La cuadratura de la política

Cataluña

La cuadratura de la política

Estos días me ha vuelto tarumba la extraña decisión de Catalunya en Comú sobre el referéndum que los secesionistas se empeñan en celebrar en octubre contra viento, Ley y marea.

Ada Colau

Reconozco que me armo un lio cada vez que escribo alguno de los mil nombres de partidos y organizaciones políticas que se mueven en la órbita de Podemos. Por más que me esfuerzo, consulto Google y pregunto, siempre tengo miedo a confundirme y que alguien piense, porque ya sé que hay gente que vigila con ganas de cogerte en algún renuncio, que lo hago intencionadamente. Nada de eso, mis opiniones sobre el populismo que encabeza – bueno, eso parece, no siempre estoy seguro – Pablo Iglesias, son ajenas a la confusión de la mayor sopa de siglas de la Historia.

Estos días me ha vuelto tarumba la decisión de Catalunya en Comú, y su extraña decisión sobre el referéndum que los secesionistas se empeñan en celebrar en octubre contra viento, Ley y marea. Para simplificar y aclararme mejor con el sujeto del hecho me voy a permitir singularizarlo como el Partido de Colau, de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. La verdad es que el nombre oficial pasa a segundo término ante el de su lideresa: lo que de verdad merece la pena, y a menos a mí me ha despertado una gran curiosidad, es el acuerdo, o mejor el sinacuerdo, a que han llegado después de mucho quebrarse la sesera sus militantes sobre el referéndum.

Un verdadero monumento a la ambigüedad, a la confusión, al arte de escaquearse, a la habilidad para esconder la cara bajo una barba postiza. Ni sí ni no sino todo lo contrario. Cojonudo, tú… A eso se llama compromiso, tomar partido, pronunciarse con rotundidad, tener las ideas claras, ir de frente, sí señor. Como para que los votantes sepan lo que votan llegado el caso. Arquitectura funcional del con todos y ninguno, del oportunismo mágico, del rechazo a la claridad… El acuerdo es un rompecabezas hábilmente preparado para que nadie lo entienda ni nadie lo asuma. Un fiel reflejo de lo que intenta ocultar el caos político catalán con la mentira por delante y la trampa por detrás.

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