The Mountain Goats recuerdan su juventud en ‘Goths’

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The Mountain Goats recuerdan su juventud en ‘Goths’

La banda californiana remenora los inicios del pop gótico.

The Mountain Goats

Formalmente, The Mountain Goats son un cuarteto. Una banda cuya formación actual incluye al compositor y lider John Darnielle, que se encarga de las guitarras y los teclados, además de ser el vocalista principal, al bajista Peter Hughes, que también hace alguna letra, al batería Jon Wurster y al teclista y ‘soplador’ Matt Douglas. Pero, en realidad, todo suele girar alrededor de las obsesiones y la creatividad de Darnielle.

El es el fundador y lleva la friolera de 26 años al frente de una banda que empezó su recorrido en California, a principios de la década de los noventa, y que ha pasado, desde entonces, por muchas fases. Siempre al ritmo de Darnielle quien, en los últimos años, ha ampliado sus horizontes y además de hacer discos y de actuar con la banda, escribe novelas y hace unas cuantas cosas más.

Esta vez a Darnielle le ha dado por recordar los ochenta. Unos años míticos, sobre todo para algunas personas, como el mismo y el que esto escribe, que ya hemos superado el medio siglo de vida. Aquella década fue la de nuestra juventud. Y en ella empezaron muchas cosas. Algunas además, como la escena de la llamada música gótica, han demostrado una longevidad sorprendente. Y se mantienen en pie, desde entonces.

Y el lider de The Mountain Goats debió ser un ‘gótico’ empedernido, según parece. Por cierto que, aquí, a los primeros góticos se les llamó ‘siniestros’ y hubo unas cuantas bandas excelentes como Décima Víctima, Paralisis Permanente, los primeros Gabinete Caligari o hasta aquella formación de Alaska y los Pegamoides en la que ya no militaba Carlos Berlanga, que terminó tras el fallecimiento de Eduardo Benavente.

Claro que todas esas bandas se inspiraron en modelos internacionales como Joy Division, en primer lugar y otro buen montón de ellas desde Sister of Mercy a Gene Loves Jezebel pasando por The Cure, Bauhaus, Siouxsie and the Banshees. Justo las bandas que protagonizan las canciones de este ‘Goths’, del que nos ocupamos hoy, en el que Darnielle ha reunido una bella colección de 12 temas que se extiende a lo largo de 55 minutos.

El álbum es una especie de obra conceptual, casi una ‘cantata rockera’, en la que se describen con precisión y bellas palabras aquellos ambientes decadentes, pero juveniles y efervescentes, en los que las tumbas, la oscuridad y las referencias a la muerte, habituales en el imaginario gótico, eran, en realidad, síntomas de un luminoso culto a la vida, y los chicos y chicas, pálidos y emblanquecidos por el maquillaje, jugaban a invocar las fuerzas del mal vestido con ropajes negros de diseño.

Aunque, por supuesto habría quien se lo tomara en serio. Los menos, por suerte. Y sus andanzas, siempre al filo proporcionan el contexto épico necesario para que esta obra de Darnielle consiga el impacto y la trascendencia que parecía buscar su autor. Personajes como el lider de Sister of Mercy, protagonista de ‘Andrew Eldritch Is Moving Back to Leeds’, mi canción favorita del álbum por el momento, dan mucho juego.

The Mountain Goats son una banda sólida y Darnielle es un gran compositor. Con alguna que otra rareza, además, como haber optado por prescindir de la guitarra por completo en este álbum. El conjunto suena de maravilla, es muy entretenido y tiene la ventaja, para los talluditos como yo mismo, de evocar un tiempo que seguramente fue tan malo o peor que el presente, pero en el que uno era más jóven y tenía un poco más de fe en la raza humana. Tampoco demasiada.

Por lo demás, no creo que pierdan nada, y quizá ganen un par de buenos ratos, si se sumergen en este mundo sonoro, recreado con mimo, habitado por fans y músicos expertos en las artes oscuras, preciosas vampiresas y chicos juguetones que se amaban en clubs sombríos, mientras escuchaban una música, a veces, magnifíca, a la vez que quemaban unos años que tal vez recordarían luego con los mejores de su vida.

Y sí amigo, aquelos primeros ‘góticos’ eran en general, chicos y chicas con muchas ganas de vivir y de divertirse. Supongo que las mismas que tendrán los actuales militantes de este extraño culto, contemporáneo del punk y emparentado con las ramas más conflictivas y caóticas del heavy metal, que siguen ahí, se renuevan y parecen haber conseguido la inmortalidad que quizá buscaron sus primeros impulsores. Aunque de muchos de ellos ya no tengamos noticias.

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