Los obispos defienden que estudiar en universidades católicas aumenta la esperanza de vida

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Los obispos defienden que estudiar en universidades católicas aumenta la esperanza de vida

La memoria de actividades de la Iglesia Católica recoge algunos de los “beneficios” que da estudiar en sus residencias.

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En 2015, los españoles otorgaron 247,8 millones de euros a la Iglesia Católica a través de la casilla de la Declaración de la Renta. Lo recoge un informe presentado ahora sobre las actividades de la Iglesia a lo largo de ese año, entre las que destaca su aparente aportación beneficiosa a la salud de los estudiantes de sus centros.

Según la memoria de actividades del ejercicio 2015 presentada por la Conferencia Episcopal, estudiar en una universidad católica concede varios beneficios directos e indirectos a sus estudiantes. Los más relevantes, una menor tasa de criminalidad, mayor productividad laboral, una reducción de la pobreza en el entorno, y una mayor esperanza de vida.

El documento presentado por los obispos no justifica ni aporta más datos que el enunciado. Por ejemplo, según el apartado correspondiente al impacto social de las actividades educativas de la Iglesia Católica en las universidades, éstas generan un 30% más de impacto en la sociedad que la media de las universidades en España. Sin mayor explicación.

Evidentemente es imaginable que la mayor esperanza de vida que el informe relaciona con la Iglesia Católica pueda tener más que ver con el poder adquisitivo de las familias que con la fe. Estudiar en un centro religioso supone un gasto más elevado que en uno público y, por tanto, requiere la inversión – generalmente – familiar.

En cualquier caso, los obispos expanden esta teoría también a los colegios. La memoria de actividades de la Conferencia Episcopal asegura que estudiar en colegios de formación católica reduce la criminalidad, mejora la salud, reduce las diferencias sociales y supone un mayor control sobre los gastos.

Por otro lado, el informe también hace hincapié sobre cuestiones puramente económicas – no excesivamente justificadas – donde resume que por cada euro que ingresa, “la Iglesia Católica invierte en la sociedad 1,38 euros”.

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