Reino Unido, en pie de guerra para conservar las agencias europeas de banca y medicamentos

Reino Unido, en pie de guerra para conservar las agencias europeas de banca y medicamentos

Las dos instituciones comunitarias radicadas en Canary Wharf emplean a más de un millar de trabajadores, la mayoría británicos.

City de Londres

Bruselas ha puesto sobre el tapete de juego de la negociación en torno al Brexit sus dos grandes ases en la manga: la Autoridad Bancaria Europea y la Agencia Europea del Medicamento. Hoy por hoy, tienen su sede en Londres, pero podrían mudarse tan pronto como este verano. Algo a lo que Reino Unido se resiste con uñas y dientes.

La batalla está abierta por la permanencia o la huida de dos instituciones conocidas internacionalmente por las siglas EBA y EMA, en inglés. Pronto estas marcas podrían cambiar hacia su transcripción hacia el idioma hablado en alguna de las hasta 20 localizaciones que suenan como posibles candidatas para albergar los cuarteles generales de ambas agencias a partir de este mismo junio. El número de contendientes lo aporta Financial Times, mientras que el calendario lo señalan fuentes referidas por el también británico The Guardian.

Actualmente, las agencias europeas de banca y fármacos emplean a 1.000 trabajadores en sus sedes del distrito financiero londinense de Canary Wharf. La mayoría de estos son británicos. Sin embargo, el empeño británico por mantener estos dos organismos en su territorio no es tanto por esta cifra sino por el tráfico comercial y de personas que se genera en torno a las dos agencias. Por la oficina de medicamentos pasan cada año, según datos del propio organismo, unos 36.000 científicos y representantes de reguladores nacionales y compañías del sector procedentes de todo el Viejo Continente.

El hombre designado por Theresa May para la negociación del Brexit, el conservador David Davis, se opone frontalmente a la pérdida automática de estas dos instituciones y defiende que su futuro debería ser parte de la negociación de los términos de la desconexión con Bruselas. Sin embargo, desde el corazón de la Unión Europea se apunta hacia la retirada acelerada de organismos, punto que podría ser ampliamente debatido en la reunión de jefes de Estado y Gobierno prevista para el próximo día 29 de este mes de abril. No obstante, según señala Financial Times, no parece que las opiniones entre los países que permanecen en el club continental vayan a tener opiniones muy dispares.

Mientras que la opción de Bruselas parece ser únicamente el traslado de ambas instituciones con la mayor presteza posible, Davis estaría maniobrando para intentar mantener su actual domicilio en el corto plazo y asegurar así un mayor margen de negociación sobre la desconexión con miras a más largo plazo.

La rivalidad entre países miembros, última baza de Londres

Ante este escenario, la principal baza de Davis está en la rivalidad que puede despertarse entre países, incluso en ciudades de una misma nación, por convertirse en nuevo destino de las dos agencias europeas. En este sentido, ya anteriormente se han producido tensiones en esta línea, la más reciente y sonada de ellas en el año 2001 en torno al establecimiento de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, que provocó una dura pugna entre la finlandesa Helsinki y la italiana Parma que finalmente se resolvió a favor de la segunda.

Por el momento, y según destacan varios medios internacionales, las candidaturas más avanzadas para hacerse con la Agencia del Medicamento son las de Copenhague, Ámsterdam, Milán, Estocolmo, Barcelona y Dublín. Mientras tanto, la futura sede de la Autoridad Bancaria podría estar ya limitada a cuestión de dos opciones: París y Fráncfort, donde ya tiene sus cuarteles generales el Banco Central Europeo (BCE).

El telón de fondo de esta cuestión no es otro que la futura relación comercial entre Reino Unido y la Unión Europea. John Longworth, ex director general de las Cámaras de Comercio británicas, ha defendido recientemente que la ruptura no tendría por qué suponer “grandes retrasos” en el paso de la frontera de mercancías en ambos sentidos. Un mensaje con el que se busca reforzar la apuesta británica por un modelo próximo al libre comercio que desde Bruselas se descarta por la desaparición de la todavía vigente unión aduanera.

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