Elza Soares renueva la música brasileña con ‘A Mulher Do Fim Do Mundo’

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Elza Soares renueva la música brasileña con ‘A Mulher Do Fim Do Mundo’

Elza Soares

La artista octogenaria se alía con un plantel estelar sacado de la escena vanguardista de Sao Paulo para hacer un disco que creará escuela. Sólo Elza Soares podía hacerlo. Y lo ha hecho. Hace unos meses, con 79 años cumplidos -ya tiene 80-, grabó un disco radical, moderno y vanguardista que, con seguridad, va a suponer un antes y un después en la evolución futura de la MPB, las siglas que identifican esa amalgama de sonidos y estilos diversos que constituye el inmenso legado de la música popular brasileña.
 
Es así, porque quien tuvo retuvo. Y porque Soares nunca se ha caracterizado por mantenerse en los límites de eso que ahora llaman la ‘zona de confort’ y aunque por su historia, y por la popularidad de que goza su incombustible figura, podía haberse limitado a hacer caja con sus grandes éxitos, ese tipo de negocio nunca ha ido con ella.
 
Así que casi podríamos decir que se presentó voluntaria para correr esta aventura. Una peripecia que se ha financiado, además, gracias al ‘crowfunding’, ya saben el dinero abonado por adelantado por los fans de un artista para que este pueda llevar a cabo sus proyectos. Era la única manera porque nadie quería arriesgar un duro en el intento.
 

 
A nadie le olía a éxito futuro esa idea de visionario que consistía en que la casi octogenaria Soares se metiera en un estudio con dos productores jóvenes y un plantel de oro seleccionado entre los mejores músicos y compositores de la escena de la música vanguardia de Sao Paulo y para grabar este ‘A Mulher Do Fim Do Mundo’ que, sin duda, hará historia.
 
En parte ya podríamos decir que es así, porque tras editarse en EEUU ha empezado a adquirir una dimensión global inesperada. Y sí, conviene darle las gracias, otra vez, a los expertos de Pitchfork, ese portal especializado en música moderna al que tanto criticamos casi siempre, pero que, en ocasiones, está más atento a la música que vale la pena que otros medios, teóricamente, mejor situados para detectarla.
 

 
Ellos le abrieron las puertas del éxito a este álbum al otorgarle el máximo galardón que conceden sus críticos. Esa preciada etiqueta que califica como ‘Best New Music’ (mejor nueva música) al contenido de un disco, siempre cuidadosamente seleccionado. Y ahí está de nuevo la paradoja. Tal vez este trabajo no agrade a los viejos fans de Elza, pero le ha servido para rejuvenecer sustancialmente la edad media de su público.
 
Un motivo más para que aumente la leyenda de quién ya es un mito en su país. La niña que nació en una favela y fue descubierta para el mundo del espectáculo por Ary Barroso, el compositor de ‘Aquarela do Brasil’ en un programa de nuevos talentos televisivos, cuando aún era una niña apresada en una infancia difícil que usaba su arte para escapar a un destino, quizá, fatal.
 
Soares tuvo una vida muy accidentada: Se casó con doce años, fue viuda a los veinte y se hizo muy popular al convertirse en la amante del mítico futbolista Garrincha. Además, conoció también la marginación y el exilio por motivos políticos en los sesenta. Entre otras muchas cosas que convierten su peripecia vital en un impagable argumento de película.
 
Y el coraje artístico tampoco es una cualidad recién adquirida. Desde el primer momento, la diva más revolucionaria de la MPB, ha estado dispuesta a combinar todas las músicas que amaba para obtener una voz con sello propio. Y si antes coqueteó con el scat, el jazz, el funk o los sonidos de Nueva Orleans, ahora se atreve sin problemas con el noise o el punk, con una ambición que la emparenta con otras gloriosas ‘rara avis brasileras’ como el inmortal Tom Zé.
 
Pero, claro este ‘Mulher Do Fim Do Mundo’ que tanto nos ha gustado no hubiera sido posible sin el productor Guilherme Kastrup y el director artístico Rômulo Fróes, los otros dos padres de una criatura que se ha convertido en el álbum número 39 de la larga trayectoria de Soares y que buscas su sitio en las listas de éxito mundiales tras haberse publicado en EEUU con la inclusión de un encarte en el que aparecen las letras traducidas al inglés.
 
En estos casos suelen sobrar las descripciones porque siempre serán un pálido reflejo de la experiencia sonora que pueden aportar al oyente estos 41 minutos de música emocionante y aventurera que se extienden a lo largo de 11 canciones. Que además, tienen otra virtud añadida, el darnos a conocer a los habitantes de la actual escena de vanguardia de Sao Paulo, donde parece estar forjándose una nueva revolución musical.
 
Entre Soares, Kastrup y Fróes han reunido una nómina de músicos y compositores jóvenes de gran interés, metidos de lleno en las tendencias de vanguardia e impulsores del ‘Samba Sugo’ (samba sucia). Artistas como el propio Fróes, Miguel Wisnik, Douglas Germano, Kiko Dinucci, Rodrigo Campos, Alice Coutinho, y músicos de bandas como Passo Torto o Metá Metá.
 
Esto no es un disco de bossa-nova calentorro y suavecito habitado por sobrinas en edad de merecer de la chica de Ipanema, amibos. Los textos de las canciones no son complacientes, en absoluto y abordan temas crudos como el sexo desesperado, la negritud y la marginación. La banda sonora que se corresponde los conflictos sociales de un Brasil a la deriva que ha perdido todas sus referencias y quizá encuentre un espejo donde mirarse en el valor de esta artista indómita.
 
La dama se ha atrevido además ha convertir el álbum en un impactante espectáculo en directo que, ¡Ojalá!, alguien se atreviera a traer a España, aunque sólo fuera para poder disfrutar en vivo de ‘Luz Vermelha’, mi canción favorita del disco, por el momento. Pero me temo que lo vamos a tener crudo, ni es indie, ni jovencita, ni canta en inglés. Sólo es una artista enorme que se llama Elza Soares.

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