Todo menos el ridículo

Donald Trump

Todo menos el ridículo

Diego Carcedo

En política cabe casi todo, menos el ridículo. Estos días la lectura de algunos titulares de prensa invitan a agachar la cabeza. En política cabe casi todo, menos el ridículo. Estos días la lectura de  algunos titulares de prensa invitan a agachar la cabeza y cada uno a disimular el sonrojo como pueda. Mientras la inmensa mayor parte de los demócratas del mundo viven inquietos, y así los expresan sin ambages gobiernos, partidos y medios,  ante la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, los separatistas vascos integrados en la coalición EH Bildu, se frotan las manos de contentos. Nadie sabe qué esperan de él sentado en el Despacho Oval: ¿Quizás que les ayude con el ejemplo en sus pretensiones secesionistas dándole la independencia a California?
                  
Lo cierto es que la coalición abertzale, palabra que a Trump quizás le suene un poco rara, le ha dirigido una misiva a través de la Embajada en Madrid – que en materia de cauces diplomáticos parece que están puestos – en la que felicitan al presidente electo por su victoria en las “vibrantes elecciones” celebradas hace un mes. Nada deben de temer de las amenazas lanzadas por Trump cuando su tradicional aspereza agresiva la han transformado en un verdadero masajeo del ego del magnate que, además de reiterativo, la verdad es que resulta cursi.
                  
Los abertzales unidos le expresan su más sincera enhorabuena y su deseo de seguir cooperando lo cual no deja de ser una curiosa sorpresa que los periodistas deberíamos avergonzarnos de haber ignorado. ¿Desde cuándo Donald Trump y los sucesores de ETA mantienen algún tipo de colaboración, mejor dicho, de cooperación? He preguntado por ahí pero nadie tiene idea. La gente sonríe y lanza hipótesis imposibles de comprobar. “Le habrán ayudado tal vez a levantar su fortuna jugando al black jack en sus casinos”. Pocos lo consideran probable.
                  
Lo que sí parece más realista es pensar que la constatación del apoyo que Bildu brinda a la futura Administración norteamericana habrá sido recibida con satisfacción en Washington. Tanto los jefes de la CIA y el Consejo de Seguridad Nacional como el propio Pentágono que la estarán valorando como una garantía para la estabilidad internacional de su futuro Gobierno. Respecto a los afroamericanos, emigrantes mexicanos, musulmanes y demás amenazados por Trump no consta qué importancia le estarán dando a este respaldo.
                  
Pero no sólo los abertzales vascos se muestran proclives a castigarnos con el conrojo al resto de los españoles con sus iniciativas para conseguir dejar de serlo. La Consellería ficticia de Asuntos Internacionales y la AMI (Asociación de Municipios por la Soberanía) están gastándose el dinero público en franqueos postales para hacer llegar propaganda secesionista a los rincones más apartados del planeta presentando a Cataluña como nuevo país de Europa aunque, eso también, pendiente de descolonizar.
                  
Resultará como mínimo pintoresco observar la cara de algún nativo de cualquier recóndita aldea de África al recibir una carta explicándole que Cataluña no es independiente porque el Gobierno no lo permite y pidiéndole su colaboración para conseguirlo. Cada uno intenta conseguir su gloria como puede. Después del fuerte rapapolvo de Bruselas y del Gobierno francés, que con  estas bromas no juega, se ve que los soberanistas catalanes quieren recurrir al Tercer Mundo en cuyo ámbito quizás vean mejores perspectivas para su  futuro.  

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