Carmen García, canciones en la encrucijada

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Carmen García, canciones en la encrucijada

Carmen García

La cantante publica el sexto disco de su carrera que, a la vez, es el primero que firma con su nombre completo. Han pasado ya seis discos y unos cuantos años, desde que Carmen García diera sus primeros pasos en este proceloso mundo del pop-rock hispano. Aunque entonces prefería dar pocas pistas sobre sus potentes conexiones familiares con la fama y agazaparse tras un nombre artístico poco revelador.
 
En aquellos tiempos iniciales decidió llamarse Carmen Virus y, según quienes tuvieron acceso a su trabajo, hacia ya una música muy interesante y personal. Ahora, cuando por fin se presenta en sociedad con su nombre y sus apellido, es la responsable de un interesante disco llamado ‘Sid’ que presenta estos días en Madrid y Barcelona.
 
Un álbum en el que, además, su hermano Manolo, si ese mismo que todos ustedes imaginan, ha participado como corista y guitarrista invitado, pero sin robar ningún protagonismo a la artista que se hace la foto en la portada, por supuesto. Al fin y al cabo, ambos tienen unos estilos muy personales, pero bien distintos.
 
Carmen García navega en las aguas fecundas de esa música que tiene algo de pop intemporal, una gotas de rock, bonitas melodías y textos cuidados. No es exactamente una cantautora, pero tampoco deja de serlo. Un poco como Cecilia y un poco como Luz Casal, la falta de una etiqueta adecuada para describir su trabajo, quizá pueda perjudicarla ante el gran público.
 
Pero ese problema, relacionado con la estrechez de un mercado hispano, cautivo en el que reinan los cantantes románticos y los ‘perroflautas’ que le copian el mensaje a las aspirantes a Miss Universo, no debería despistar a los aficionados a la música elegante. Aquí hay canciones, amigos. Y de esas que tienen melodías que tararear.
 
Abonada a los medios tiempos, y a esa energía melancólica que endulza los rigores del otoño, las poderosas bases rítmicas y las guitarras afiladas que suenan aquí y allá, rebajan los posibles excesos de azúcar y el riesgo de empacho o empalago. Incluso cuando el tempo se ralentiza y nos adentramos en el territorio de la balada. Pruébenlo. Les va a gustar.

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