25 años de desempleo: el lastre del 20%

Especial 25 aniversario

25 años de desempleo: el lastre del 20%

Oficina de Empleo

En el último cuarto de siglo, España ha sufrido dos duras crisis económicas y ha hecho frente a siete reformas laborales que han precarizado el mercado de trabajo. El desempleo ha sido, durante los últimos 25 años, un enorme lastre para España del que todavía hoy no ha podido desprenderse. Dos devastadoras crisis económicas golpearon con dureza el mercado laboral, disparando la tasa de desempleo por encima del 20%: primero entre 1992 y 1997 y, después, entre 2010 y mediados de 2016.
 
La segunda crisis ha sido mucho más demoledora para el empleo. Muestra de ello es que ha encadenado 69 meses con una tasa de paro por encima del 20%, un récord histórico cuando en la primera recesión fueron 63 los meses en los que el desempleo no bajó de ese porcentaje, según consta en la serie histórica de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, esta segunda crisis tiene el dudoso honor de haber batido el récord histórico de paro: en el primer trimestre de 2013 escaló al 27% y el número de desempleados se situó en 6.278.200 personas.
 
Las primeras reformas laborales
 
En 1992, año de la EXPO de Sevilla y de los Juegos Olímpicos de Barcelona, España entró en recesión como consecuencia, entre otras cosas, de su elevada inflación y de un déficit público disparado por el coste de la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) seis años antes. El año cerraba, coincidiendo con el nacimiento de El Boletín, con una tasa de desempleo del 20,03% y 3.161.000 desempleados.
 
El Gobierno presidido por Felipe González, con Carlos Solchaga al frente del Ministerio de Economía, intentó frenar la sangría con una serie de reformas, entre las que se incluyó un sonado decretazo que desembocó en una huelga general. Poco después, Solchaga reformó el Instituto Nacional de Empleo (Inem) y el sistema de Formación Profesional y autorizó, después, las empresas de trabajo temporal. Se recortaron las ayudas al desempleo y se incrementó a un año el tiempo mínimo de cotización necesario para poder cobrar el paro.
 
El desempleo, sin embargo, continuó al alza. En 1994, tras una nueva huelga general, el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Griñán, aprobó otra reforma laboral que ampliaba las causas objetivas del despido así como las posibilidades del despido colectivo y consolidó los contratos de prácticas.
 
En 1997, con un 20,11% de desempleo y ya con José María Aznar en La Moncloa, se aprobó una nueva reforma del mercado de trabajo que, esta vez, contó con el respaldo de patronal y sindicatos. Fue Javier Arenas, como ministro de Trabajo, el encargado de firmar el documento, dirigido a reducir la temporalidad creando un contrato laboral indefinido que abarataba el coste del despido desde los 45 a los 33 días por año trabajado dirigido a jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. A partir de ese momento, la tasa de paro se redujo poco a poco, dejando atrás la barrera psicológica del 20%. Fue el inicio del boom de la construcción que desembocaría años después en el estallido de la burbuja inmobiliaria.
 
De Aznar a Zapatero
 
El Gobierno de Aznar aprobó otra reforma laboral en su segunda legislatura. Se la denominó ‘decretazo’ porque, tras la ruptura del diálogo con los sindicatos y el anuncio de una huelga general, el Ejecutivo del PP decidió aprobar la medida de manera unilateral y por decreto. La presión social y las movilizaciones de los sindicatos, sin embargo, hicieron que reculara: tramitó la reforma como proyecto de ley, eliminando las medidas más polémicas. Así, restituyó parcialmente los salarios de tramitación en despidos improcedentes y la protección de desempleo para fijos discontinuos. También recuperó la compatibilidad del cobro del paro con indemnizaciones y otras rentas, entre otras cosas.
 
La siguiente reforma laboral fue aprobada dos años después de que José Luis Rodríguez Zapatero fuera elegido presidente del Gobierno. El dirigente socialista recuperó el diálogo social y consensuó con los sindicatos varias medidas encaminadas a frenar la precariedad laboral y a limitar la temporalidad. Entre otras cosas, obligó a las empresas a hacer fijos a los trabajadores con dos o más contratos temporales, lo que puso fin al encadenamiento abusivo de este tipo de contratos.
 
En los primeros años del siglo XXI la tasa de paro continuó reduciéndose poco a poco hasta situarse en el segundo trimestre de 2007 en el 7,93%. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de ese año inició una nueva escalada y en tan solo dos años se situó en el 17,77%. La crisis económica había comenzado.
 
Adiós a la prosperidad
 
En este contexto de recesión mundial, en 2010, el Gobierno de Zapatero dio un giro de 180 grados a su política económica y aprobó una segunda reforma laboral que abarató el despido y permitió a las empresas que demostraran una mala situación económica indemnizar los despidos con 20 días por año trabajado así como modificar las condiciones laborales a sus empleados. Esta norma provocó una nueva huelga general y, un año después, desembocó en la victoria electoral por mayoría absoluta del PP de Mariano Rajoy.
 
Pocos meses después de llegar a La Moncloa, los ‘populares’ dieron otra vuelta de tuerca al mercado de trabajo, abaratando más el despido al extender a todos los trabajadores fijos la indemnización de 33 días por año trabajado y un máximo de 24 mensualidades. Otra novedad, fue la colaboración de las agencias de trabajo temporal con el servicio público de empleo para colocar trabajadores.
 
Un año después de esta reforma, la tasa de paro llegó a su máximo histórico al situarse en el 26,94% en el primer trimestre de 2013, con 6,2 millones de desempleados. A partir de ese momento, bajó paulatinamente hasta el 18,9% del tercer trimestre de 2016.
 
Más precariedad
 
A pesar de que la senda de la recuperación comienza a afianzarse, las sucesivas reformas laborales han dejado un mercado de trabajo más precario, consecuencia, entre otras cosas, del aumento de los contratos a tiempo parcial. En los últimos cinco años, el número de trabajadores con este tipo de contrato ha aumentado en 300.000, hasta los 2,6 millones. Por el contrario, los ocupados a tiempo completo se han reducido en 200.000, hasta los 15,8 millones de ahora.
 
Además, el salario de los trabajadores a tiempo parcial se ha reducido en los últimos años. Su salario medio anual se situó en 2014 en los 9.794,79 euros, lo que supone un 2,6% menos respecto al año anterior y una reducción del 5,6% desde 2010, según la Encuesta cuatrienal de estructura salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE). Por el contrario, los sueldos de los empleados a tiempo completo se incrementaron un 3,9% más respecto a 2010.
 
El Gobierno de Mariano Rajoy, ahora que gobierna sin mayoría absoluta, ha anunciado su intención de recuperar el diálogo social y de afrontar de una vez por todas el otro gran problema de España en los últimos años: la sostenibilidad del sistema de pensiones. Queda por ver si, como piden los sindicatos, se recuperan derechos laborales perdidos tras dos duras crisis económicas.

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