¿En qué consiste el Acuerdo de París que la Unión Europea ratificará mañana?

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¿En qué consiste el Acuerdo de París que la Unión Europea ratificará mañana?

Parlamento Europeo

A partir de ahora, se estima que hasta un 20% del presupuesto comunitario acabará destinado a medidas relacionadas con la transición energética. El Parlamento Europeo está previsto que ratifique mañana al mediodía, el acuerdo global contra el cambio climático alcanzado en París en diciembre del año pasado y conocido, por ello, como Acuerdo de París. Una decisión que llegará después de que los ministros de la UE lo aprobasen la semana pasada en un encuentro extraordinario del Consejo de Medio Ambiente en Bruselas y que hará que quede formalmente adoptado por el Consejo.

Se allanaría así el camino para la entrada en vigor del primer acuerdo global y legalmente vinculante en la lucha contra el calentamiento del planeta ya que la Unión Europea podrá entonces ratificarlo. Y aunque, al tratarse de un acuerdo mixto, requiere también que lo hagan los Estados miembro; países como Francia, Hungría, Austria y Eslovaquia ya lo han hecho, mientras que la mayoría del resto de países miembro están cerca de hacerlo.

Con ello, se llegaría en la práctica a la entrada en funcionamiento del acuerdo, ya que éste establece que lo hará 30 días después de su ratificación por al menos 55 países que supongan igualmente un mínimo del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. Y hasta la fecha ya son 61 países, incluidos EE.UU. y China, que representan el 47,79% de las emisiones globales, los que lo han hecho.

Es decir, con el 12,08% adicional de emisiones que representa la Unión Europea, según lo establecido en el Anexo 1 del Tratado de París, se superarían ambos requisitos y el Acuerdo entrará en funcionamiento con bastante anterioridad a lo que se preveía en un primer momento. Una conjunción de factores que para el comisario de Acción Climática y Energía, el español Miguel Arias Cañete, son motivo de congratulación ya que, según ha declarado, suponen la prueba de que la Unión Europea no es «demasiado complicada como para ponerse de acuerdo rápidamente».

Aunque, la realidad, es que la mayor parte del trabajo aún queda pendiente no sólo por hacer, sino incluso por definirse. Así, si bien el tratado fija el objetivo de limitar el incremento de las temperaturas por debajo de los dos grados centígrados sobre los niveles pre-industriales, los planes nacionales de acción climática que han ido publicando los diferentes países ya se han manifestado como claramente insuficientes.

Pero, es precisamente aquí donde el tratado de París supone una mayor innovación respecto a anteriores acuerdos como el Protocolo de Kyoto ya que establece una serie de mecanismos por los que compromete a los Gobiernos a que, cada cinco años, deban ir ampliando el umbral que se han fijado previamente con vistas a llegar a la meta final que se ha de alcanzar. Por ello, el pleno del Parlamento debatirá con el Consejo y la Comisión tan solo un día después de la ratificación del Acuerdo de París, es decir, ya este miércoles, las prioridades para la próxima ronda negociadora, que tendrá lugar en Marrakech en noviembre.

Esto supone que los eurodiputados, según su proyecto de resolución, solicitarán que todas las partes, incluida la UE, eleven ya sus compromisos de reducción de emisiones. Al respecto, conviene destacar que, si bien ‘París’ no establece un sistema formal de sanciones para quien no cumpla sus objetivos, sí se definen mecanismos de asesoramiento técnico que harán más difícil excusar la desviación sobre la ruta prevista.

Sobre todo, porque se acompañarán también de sistemas de transparencia y rendición de cuentas por los que, en último término, los Gobiernos habrán de responder ante la opinión pública. Un factor para nada desdeñable cuando diarios como The Guardian han señalado que herramientas de ‘poder blando’ como la presencia de estrellas como Leonardo DiCaprio en diversas acciones de presión contribuyeron a hacer posible el Acuerdo de París.

Otra novedad es que, ahora, todos los países sin excepción deben proponer acciones de mitigación de emisiones, lo que supera también el marco de Kyoto que solo obligaba a los países más desarrollados. Como contrapartida, éstos deberán ahora contribuir a movilizar 100.000 millones de dólares al año hasta 2025 para ayudar a los países en desarrollo a realizar su transición energética; un factor que según los expertos ofrece a Europa la oportunidad de negocio de convertirse en proveedor de servicios para ello. 

En este contexto, la UE ya ha señalado que se deberán aportar recursos adicionales como los que se puedan movilizar a través de una tasa a las transacciones financieras, de «medidas internacionales» que se tomen contra las emisiones de la aviación o del transporte marítimo o de los propia ingresos de la UE. Y es que, en total, se estima que hasta un 20% del presupuesto comunitario estará destinado a medidas en el sector.

Así, según señaló el funcionario de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, Joan Canton, en un encuentro en Madrid hace unos días, Europa ha de hacer frente en los próximos años a tres desafíos en el plano interior. Se trataría, en primer lugar, de reforzar las infraestructuras necesarias para garantizar el despliegue de redes interconectadas; un aspecto esencial tanto para compensar entre países los picos con los déficits puntuales de energías que no admiten almacenamiento, como para mejorar los precios, ya que, según señaló, por ejemplo, tan sólo la amenaza de una mejor conexión energética entre Bulgaria y el resto de la UE provocó una rebaja significativa del precio del gas natural licuado que Gazprom la suministra.

En segundo lugar, se trataría de mejorar la financiación de estos proyectos así como de aquellos destinados a la transición energética, lo que requeriría de diversos mecanismos de inversión pública. Por último, según Canton, habría que establecer incentivos a través de las regulaciones que provocasen cambios en el comportamiento del consumidor final, como, por ejemplo, diferente tarificación de la energía en función de los usos horarios que sería lo que realmente daría sentido al uso de contadora inteligentes, señaló. 

Por último, por lo que respecta, a las emisiones de la aviación o del transporte marítimo; se trata quizá del gran aspecto que aún queda por cubrir por el nuevo Acuerdo pese a suponer una parte muy significativa de las emisiones globales. Por ello, ya están en marcha negociaciones en las Organizaciones Internacionales respectivas de Aviación Civil y Marítima.

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