Angel Olsen descubre los ‘solos’ de guitarra en ‘My Woman’

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Angel Olsen descubre los ‘solos’ de guitarra en ‘My Woman’

Angel Olsen

La cantautora de Missouri publica un disco plagado de canciones potentes que explora la geografía del desengaño. No se dejen intimidar por la primera canción de ‘My Woman’, el nuevo disco de la cantautora de Missouri, Angel Olsen del que vamos a ocuparnos hoy. Es cierto que esas suaves pinceladas de ‘sinte’ melancólico y esa vocecita de alma perdida que nos encontramos en ‘Intern’, el tema inicial, parecen indicar que la depresión acecha y que nos encontramos ante el enésimo trabajo centrado en el desamor y sus desagradables consecuencias publicado por una muchacha, más o menos joven, en los últimos meses.
 
Por lo que sea a estas guapas princesas de la música moderna, en su línea más ‘intelectualoide’, no les salen bien las cosas estas de las relaciones. O eso podría deducirse del tipo de canciones que componen. Piezas que dibujan los devastadores mapas de una geografía desengañada y en los que a veces, las menos, puede atisbarse una luz tenue que indica un posible camino de salida.
 
La buena noticia es que, en esta ocasión Angel Olsen, a la que alguien ha concedido el título de ‘cantautora grunge’ se ha rodeado de una banda musculosa que toca casi en directo para grabar el álbum. Y eso repercute, muy positivamente, en el resultado final, gracias a que la energía que desprende ese interesante trabajo conjunto, deja poco espacio para la melancolía autocomplaciente en la que se han sumergido otras contemporáneas que transitan los mismos caminos.
 

 
Y eso que las noticias no parecían anticipar este buen resultado. Más de uno, yo mismo, se tentó la ropa cuando leyó por ahí, en los portales modernillos, que Olsen, había optado por fichar para este álbum a Justin Raisen, un buen productor, especializado en divas pop como Sky Ferreira o Charli XCX que, a priori, no parecía el más adecuado para vestir adecuadamente las largas letanías, básicas en lo armónico, que suele marcarse esta chica.
 
Sin embargo, visto lo visto, todos los agoreros nos equivocamos, porque Raisen ha encontrado el tratamiento justo para pelear con este tipo de material y sacarle el máximo partido. Ha aplicado una receta ganadora, consistente en poner a los músicos de la banda de directo de Olsen a tocar juntos en los Estudios Vox de Los Angeles, con el refuerzo estelar en las guitarras de un tipo duro y experimentado como Seth Kauffman.
 

 
Y el invento funciona, porque todos los músicos están a la altura de las circunstancias. Sin florituras innecesarias ni piedras armónicas que pueden detener el flujo natural de las canciones. Quédense con estos nombres porque van a oír hablar con cierta frecuencia de la bajista Emily Elhaj, el batería Joshua Jaeger y el guitarrista Stewart Bronaugh. Se saben las canciones, se adornan lo justo, afinan y sostienen los temas con elegancia y solvencia. Una delicia, en mi opinión.
 
Olsen, por su parte, contribuye con algunas guitarras y algunos teclados al conjunto y tampoco desentona demasiado. Este buen rollo conjunto es fundamental para que algunas piezas, como ‘Sister’, mi favorita del disco por el momento, que duran más de siete minutos, puedan escucharse sin empalagarse de electricidad ni sufrir una indigestión por exceso de minutaje.
 
Aunque buena parte de la culpa, o del mérito, pertenezca en este caso a un trabajo de guitarras, más que interesante que contribuye muy favorablemente a que una pieza tan aparentemente árida pueda escucharse con agrado. Como sucede con el conjunto de estos diez temas que se extienden a lo largo de 47 minutos, entre los que abundan aquellos que superan las duraciones habituales en este tipo de músicas.
 
Hay también aquí, algún que otro acercamiento al pop que también se agradece. Y algún estribillo pegadizo, envuelto en trallazos ‘ramonianos’ que no nos hubiéramos esperado, como el de ‘Shut Up Kiss Me’, una brillante pieza entre el glam y el grunge, que Olsen utilizó como adelanto promocional para despertar el apetito por este disco en las redes sociales.
 
Y también pueden estar tranquilos los viejos fans de la chica, porque no se ha olvidado de ellos y, en esta ocasión, les regala un par de melodías luminosas de belleza lánguida y lentitud agradable. Como la de la ya mencionada ‘Sister’, en su primer tramo, antes del crescendo final, o la de ‘Heart Shaped Face’, que, además, viene envuelta en el celofán preciosista de unos guitarrazos largos y brillantes.
 
Bendecida, de momento, por el beneplácito de una crítica que parece adorarla, Olsen camina con paso firme hacia la definición de un estilo particular y propio que ya atesora, pero que aún necesita unos pocos ajustes, en mi opinión. De momento, aún encuentro exageradas las comparaciones que los críticos de Pichtfork, por ejemplo, han establecido entre esta animosa muchacha y la genial Patti Smith de los setenta.
 
Pero puedo equivocarme porque ‘Horses’, el disco que inauguró la carrera de la gran Smith, es para mí una suerte de obra maestra insustituible. Vaya que soy un fan de este álbum que me ha dado muchas horas de consuelo, indignación y compañía en momentos claves de mi vida y me parece casi un sacrilegio situar este ‘My Woman’ a su altura.
 
Sin embargo, en una época en la que los ‘corta y pega’ afortunados, y algunos más que buenos que conste, parecen ser la última tendencia a seguir, se agradece que alguien apueste por una opción tan aparentemente orgánica como esta. Y sin caer en la trampa del virtuosismo gratuito que convierte en basura sonora algunas de las propuestas sonoras de quienes prefieren huir de la artillería tecnológica y apostar por la música grabada por músicos.
 
Pues eso, que sí. Que Angel Olsen ha conseguido capturar mi atención unas cuántas veces durante más de tres cuartos de hora ininterrumpidos en los últimos tiempos y eso no es poco en este mundo saturado de estímulos que compiten entre sí por distraerle a uno. Y ¿quién sabe? Lo mismo a usted también le sucede si prueba el producto. ¿Se atreve a intentarlo?

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