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Transiciones

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Política transicional

Transición no es cambio de caras o partidos. No es tampoco cambio de mando. Es cambio de régimen, de largo plazo, vía una reinstitucionalización. Trabajo explícita e intencionalmente el tema de las transiciones a la democracia y el mercado desde al menos unos quince años. Puedo decir con propiedad que en Venezuela ha habido solo dos transiciones a la democracia; ambas, frustradas: la de 1945-48 y la de 1957-58 hasta el pospuntofijismo, cuyo inicio sitúo a partir de 1968.
 
Que los tantos diletantes sobre transiciones actualmente en Venezuela me disculpen; pero, tengo serios fundamentos transitológicos para afirmar lo que expongo arriba. Y vuelvo a insistir: transición no es cambio de caras o partidos. No es tampoco cambio de mando. Es cambio de régimen, de largo plazo, vía una reinstitucionalización. Es lo aceptado en el campo de la Transitología.
 
De las varias direcciones políticas de la transición de los ’50-’60 solo queda un sobreviviente. Esta semana tuve el honor de compartir con él el llamado a otra. Se trata de mi paisano porteño y amigo, Don Enrique Aristeguieta Gramcko, miembro de la Junta Patriótica que condujo la lucha cívica, primero; y cívico-militar, después, que condujo al derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, en 1958.
 
Ese llamado del lunes de esta semana tuvo una característica poco percibida; pero, de gran trascendencia: fue inspirado por la procura de un trabajo articulado de diversos factores. Como aquella Junta. Pero, con mayor énfasis. Porque la articulación, antes que el caudillaje, es el preámbulo del trabajo de cimentar con instituciones –y no con caudillos y cogollos- la transición por venir. Si seguimos en manos de ellos, no habrá transición ninguna. Que quede claro, entonces.
 
Empero, en otro lado, ya ustedes ven a Capriles y Ramos Allup disputándose la botella vacía de la candidatura presidencial, cuando el país confronta tantos asuntos medulares –urgencias y prioridades- que demandan una acción mancomunada de todos y un trabajo serio del segmento de gobernanza en manos de la oposición: la Asamblea Nacional. Pero, no: más importantes son los espacios de cada liderucho que la lucha y la atención de las urgencias: hambre, mucha hambre, por ejemplo.
 
El llamado –de amplísima difusión en redes, gracias, en principio, a aguerridas venezolanas en el exilio- lo es a todos –civiles y militares- a “conformar una VÍA DIFERENTE, que tenga por objetivo lograr un cambio de gobierno cuanto antes, a través de la lucha activa en la calle, no violenta, pero contundente”. Y, al igual que los miles de venezolanos que piensan que el referéndum revocatorio (RR) tiene sentido solo si es este año, plantea la desocupación de Maduro antes del 31de diciembre (de este año,… ¡porsia!).
 
La propuesta está en la calle. Como lo estuvo la generación del ’58 del siglo pasado, incluso el propio 23 de enero y el 24, para abortar, como en efecto se hizo, la pretensión del régimen perezjimenista de continuar gobernando por la vía engañosa de una cooptación, con cinco miembros de una junta militar de estatuto claramente dictatorial. La calle no paró y el intento fracasó.
 
La primera carta está echada, pues. Más acá del espejismo electoral, aunque válido también para el RR, Venezuela está requerida de la conquista de condiciones transicionales ciertas, que no están. Lo de Poleo y Padrino fue solo un suspiro de amor.
 
Santiago José Guevara García
Valencia, Venezuela
[email protected] / @SJGuevaraG1

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