Blood Orange se suma a la protesta racial con ‘Freetown Sound’

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Blood Orange se suma a la protesta racial con ‘Freetown Sound’

Blood orange

El músico británico profundiza en su revival del funky ochentero y realiza su disco más político hasta la fecha. Entraba dentro de lo posible que Devonté Hynes, el artista conocido como Blood Orange, se sumará al activismo político del que se han contagiado muchos de sus compañeros últimamente y convirtiera su tercer disco, este ‘Freetown Sound’, del que nos ocupamos hoy, en una nueva muestra de lo bien que encajan desde siempre los ritmos bailables y las letras reivindicativas.

Ya saben que, en los últimos tiempos, el impacto de la presunta violencia policial ‘blanca’ sobre la población negra de EEUU se ha convertido en una preocupación real y una materia prima artística de primer orden para algunas de las estrellas más brillantes del nuevo r&b. Desde DÁngelo a Kendrick Lamar, pasando por la inevitable Beyonce.

Y Blood Orange, un artista habitualmente más comprometido que la media, no podía quedarse al margen de un problema que siempre le ha preocupado de verdad. No es un advenedizo, ni un recién llegado a la manifestación. Ni tampoco ha dejado de hacer buena música como consecuencia de haber situado sus preocupaciones cívicas en el centro del escenario en esta ocasión.

Más allá de la anécdota y de los textos de combate, Hynes ha convertido todo el disco en un muestrario de declaraciones incendiarias al incluir en determinados momentos fragmentos de discursos políticos de gran calado, que se integran perfectamente en el conjunto y forman parte de esta obra total que pretende, y consigue ser, mucho más que una simple colección de canciones.

Pero también las hay. Y muchas son magníficas en este conglomerado de pasión por el baile y por la justicia que se extiende a lo largo de 58 minutos y 17 temas. Aunque como he dicho antes aparezcan precedidas o concluidas por las palabras de activistas, artistas o, simplemente personas de la calle, que han sufrido en sus carnes los efectos devastadores que la discriminación tiene sobre la vida cotidiana de la gente.

En lo puramente musical Hynes profundiza un poco más aún en este álbum en la línea que ha dejo marcada en sus dos trabajos anteriores. Una suerte de universo sonoro retrofuturista en el que tienen cabida muchos de los estilos que se convirtieron en la banda sonora habitual de las pistas de baile en la década de los 80, desde el pop electrónico al funk contundente.

Y en el viaje se perciben también los rastros de los grandes maestros de este estilo a los que, de momento, este Blood Orange, no parece intención de olvidar. Aunque inspirarse en el trabajo de bestias sagradas como Prince o Michael Jackson no sea, precisamente, optar por el camino fácil, sobre todo si, como es el caso, se pretende ir bastante más allá del simple homenaje o de la burda copia.

Por eso nunca está de más tampoco reafirmarse en la identidad propia y buscar la permanencia de algunos rasgos estilísticos que el público ya le ha reconocido como propios. Aunque a veces sean simplemente detalles superficiales y no estén conectados del todo con el sentido profundo de la música que se ha creado y que se quiere defender sobre las tablas.

Y si hay una característica reconocible en el universo sonoro de Hynes es su gusto por colaborar con cantantes femeninas de cualquier estilo y condición para que aporten el color de sus rangos vocales a una música que pretende ser sensual desde el minuto uno y a la que favorecen en gran medida estas aportaciones ya clásicas de las habituales artistas invitadas.

En ‘Freetown Sound’ el listado es tan amplio como estilísticamente variado e incluye desde damas a la última como Empress Of a viejas glorias del pop más bailable como Debbie Harry la cantante de Blondie, dentro de una nómina de participantes estelar que se completa con Ava Raiin, BEA1991, Nelly Furtado, Kelsey Lu, Carly Rae Jepsen y Zuri Marley, algunas de ellas reincidentes, por cierto.

Y es obvio que todas estas damas dejan su sello en esta grabación que no sería lo mismo sin ellas. De hecho, es bastante probable que se la participación de la señora Harry lo que ha convertido el torbellino de funk electrónico titulado ’E.V.P.’ , en mi canción favorita del álbum por el momento. Pero hay tantos temas buenos aquí, que resulta de verdad difícil quedarse con uno solo.

Puede, sin embargo, y también hay que decirlo, que en este disco de Blood Orange, sobren unos cuantos cortes, por aquello de que lo bueno, si breve…ya saben. Y también que no sea la obra definitiva que vaya a fijar los cánones estéticos del r&b en el siglo XX. Y, tal vez, en esta ocasión, las ambiciones hayan estado un poco por encima del resultado final.

Pero no es lo peor que puede pasar. Al fin y al cabo, seguir el rastro de los grandes maestros del género y no salir malparado de las comparaciones ya es mucho y tampoco está al alcance de cualquiera. Sin contar con que este Blood Orange, no deja de ser un ‘novato’ si comparamos su trayectoria con la que acumularon los grandes artistas a los que nos hemos referido antes.

Así que, tomemos lo bueno y olvidémonos del resto. Tenemos entre manos un muy buen disco, disfrutable que puede hacernos bailar y también hacernos pensar. Y ha sido producido por un artista que tiene mucho que contar y que, si hubiera sabido empuñar las ‘tijeras’ con más brío, hasta podría haber realizado su primera obra maestra. Todo llegará.

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