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Política transicional

Los venezolanos no han entendido aún lo que está pasando. No ha habido un “Caracazo”, pero sí muchos “minicaracazos”. Excepto que el aniquilado cuerpo social venezolano sea sometido a mayor y más criminal desgaste intencional controlado, en los próximos días deberíamos observar uno de dos umbrales posibles: el ingreso a territorio francamente totalitario o el inicio de un tiempo de cambio, con más de un derrotero posible.

Los venezolanos no han entendido aún lo que está pasando. No ha habido un “Caracazo”, pero sí muchos “minicaracazos”, expresiones de impotencia y rabia, con el agravante de la presencia y acción permanente de grupos políticos oficialistas violentos y el desbordamiento del hampa de todo tipo, en el contexto de una terrible situación de penuria general.

Sin embargo, y a pesar del dominio relativo de la escena nacional por el régimen, también es verdad, como dicho, que al país se le abren escenarios diversos y de naturaleza y valor diferentes. Estamos en un tramo del conflicto político nacional, el cual, como dijéramos hace catorce años, para un tiempo como el actual, “tiene un comportamiento impredecible”.

Y que “de no operar los tramos anteriores (nos referimos a la solución) es inevitable su tránsito (del tramo actual), aunque las situaciones de confrontación o enfrentamiento (o sea, con violencia) tienen como características: la presencia de riesgos diversos, lo incierto de su evolución y resultados, la presencia de pérdidas generalizadas y lo impredecible de su estado final”.

En la Venezuela actual, entonces, nada es predecible. Puede pasar cualquier cosa. A favor o en contra de la sociedad. Apostamos a la eclosión de una Transición a la Democracia y el Mercado; pero, tememos que por múltiples carencias en la acción opositora o de resistencia al régimen, termine imponiéndose la profundización totalitaria mencionada. En el punto en el cual estamos, una labor de facilitación de la transición mencionada parece crucial.

Al respecto, resulta lamentable, pero tres elementos de la “genética” de ese proceso están ausentes: la idea-fuerza inspiradora, el liderazgo articulador y la procura de una nueva hegemonía. No hay la inspiración de un proyecto nacional de largo plazo, que enamore a los venezolanos y sea la alternativa al drama actual y al estéril manejo político de la oposición partidista convencional. El liderazgo sigue anclado en el mesianismo y en los personalismos y, con esas dos carencias, no es posible ninguna nueva hegemonía, como la necesaria al obligado salto al futuro planteado desde años.

La propuesta de una Transición a la Democracia y el Mercado está a la orden. No es solo un Proyecto de País. Es una metáfora política integral, para inspirar y para resolver. En los procesos como el necesario a Venezuela –con una idea-fuerza para el largo plazo- es el punto de inicio apropiado. Subvierte la idea convencional de que lo importante es el líder –cosas del modelo carismático- y otorga una gran potencia a la idea que galvanizará los liderazgos (en plural).

Otorgo la mayor importancia a la visión política (en el sentido más amplio) y a la “hoja de ruta” para lograrla. No veo que las preferencias en política hayan cambiado radicalmente como resulta necesario a los venezolanos; pero, hay que decirlo y hay que trabajar con seriedad esa visión y ese tránsito. Las universidades, otros centros del conocimiento y medios y redes son absolutamente necesarios. Con mucha intensidad. No es tarea fácil. Va a contracorriente. Pero, es la solución.

* Santiago José Guevara García
Valencia, Venezuela
[email protected] / @SJGuevaraG1

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