El Gobierno provisional de Brasil: solo hombres y siete salpicados de corrupción

El Gobierno provisional de Brasil: solo hombres y siete salpicados de corrupción

Michel Temer junto a Dilma Rousseff

Las críticas contra el equipo que releva a Rousseff se centran en el ministro de Planeamiento, salpicado por los casos de corrupción Lava Jato y Zelotes. La destitución de Dilma Rousseff y su equipo no ha erradicado la sombra de la corrupción de la cúpula estatal brasileña. El recién estrenado Gobierno provisional del país latinoamericano cuenta con siete de sus nuevos ministros salpicados por algunas de las múltiples investigaciones policiales abiertas. Un gabinete compuesto solo por varones blancos.

El ex vicepresidente Michel Temer anunció el jueves los nombres de su equipo: ni una sola mujer, ni un solo negro. Un hecho insólito en la historia democrática de Brasil, según apuntan los cronistas del país y que ya está cosechando las más duras críticas de la oposición. Todo ello en la cuenta atrás para el juicio definitivo con el que en un máximo de 180 días desde su destitución debe saldarse el proceso de impeachment.

El secretario de Gobierno, Geddel Vieira Lima, del mismo Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) al que pertenece Temer, es sospechoso de haber recibido sobornos en el marco del escándalo Petrobras. Henrique Alves, que regresa a Turismo, José Serra, de Exteriores, y Bruno Araujo, de Ciudades (ambos del PSDB), Ricardo Barros, del Partido Progresista y titular de Sanidad y Mendonça Filho, de Educación y Cultura, así como Raul Jungmann, ministro de Defensa del PPS, también aparecen citados en las investigaciones del caso Lava Jato, el mayor episodio de corrupción jamás investigado en el país.

Sin embargo, los dedos acusadores apuntan en primer lugar hacia Romero Jucá, ministro de Planeamiento, uno de los líderes del PMDB. Después de haber sido una de las voces más duras a la hora de solicitar el juicio político a Rousseff y su equipo, ha resultado investigado tanto en el Lava Jato como en el caso Zelotes. A tenor de su pasado más reciente, podría convertirse en uno de los mayores dolores de cabeza de Temer.

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