Cate Le Bon inventa el ‘pop dadaísta’ en ‘Crab Day’

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Cate Le Bon inventa el ‘pop dadaísta’ en ‘Crab Day’

Cate Le Bon, ‘Crab Day’

La cantautora galesa publica un disco hipnótico y arriesgado que amplía su universo musical con nuevas fórmulas de expresión ¿Se imaginan cómo sería la música incluida en las ‘playlists’ del Sombrero Loco’? O quizá, ¿de qué tipo de vitaminas musicales se nutriría habitualmente el simpático personaje creado por Lewis Carrol para su ‘Alicia En El País De Las Maravillas? Si alguna vez se han hecho esas preguntas o algunas parecidas, tal vez estén a punto de encontrar la respuesta a esas inquietantes cuestiones. Bastará con que sigan leyendo.

No tengo pruebas que avalen la tesis que paso a exponerles. Y aun así me arriesgo a decirles que es más que probable que la música que amansa las iras descontroladas de la Reina de Corazones al otro lado del espejo, sea bastante parecida a la que contiene el álbum del vamos a ocuparnos hoy. Una joya sonora de belleza extraña, titulada ‘Crab Day’. O lo que es lo mismo, el cuarto, y último hasta la fecha, disco de la cantautora galesa Cate Le Bon.

Sí. Hablamos de aquella correligionaria de las huestes del folk psicodélico que se dio a conocer en principio como telonera de otra luminaria musical de nuestro tiempo nacida en el País de Gales. Nada menos que el muy admirado Gruff Rhys, líder de los fantásticos Super Furry Animals. Y lo cierto es que la chica parece ser ‘profeta en su tierra’ y últimamente, también ha abierto algunos conciertos para los Manic Street Preachers, otros galeses célebres.

Pues bien, aunque en su nuevo trabajo se mantienen algunos aspectos esenciales de su estilo, como sus brillantes melodías y el buen uso que sabe hacer de la canción, el formato básico del pop que ha sido y será, es probable que Le Bon ya no sea la misma persona que era. Ni la misma artista. Quizá porque se ha mudado a Los Angeles y California, ya saben, es mucho más soleada que Gales, o quizá porque el tiempo y las horas de vuelo empiezan a notarse en su oferta sonora.

Sea como sea, en este momento concreto a Cate, que está en la edad adecuada, no parece darle ningún miedo correr riesgos y jugarse el tipo si se tercia para alcanzar el premio deseado. Un galardón que no parece ser otro que la consecución de un lenguaje personal e intransferible que permita a su música destacar en el superpoblado pelotón del pop actual. Y un empeño más que loable, aunque quizá sus esfuerzos no siempre se vean coronados por el acierto.

Sepan de antemano que no resulta fácil disfrutar de este ‘Crab Day’ del que estamos hablando. Estas canciones pueden resultar esquivas porque no se adhieren a la piel del oyente desde la primera escucha. Antes, hay que acostumbrar el oído a unos arreglos, más que originales, que están plagados de momentos felices y cambios vertiginosos y que, en ocasiones, parecen moverse con total autonomía hasta explotar en un frenético caos rítmico y armónico.

Nada que ver con las texturas adocenadas y conocidas del pop de última generación. Con sus basecillas electrónicas y sus ambientes líquidos. Esto es otra cosa. Y por mucho que a veces pueda resultar desconcertante merece la pena darle una oportunidad a este peligroso artefacto explosivo que Cate ha fabricado con amor junto a un grupo de colaboradores de primera línea que se han conjurado con ella en este empeño.

Por un lado, tenemos a una pareja de productores con coraje, acostumbrados a lidiar con artistas de fuerte personalidad y sonidos alejados de las tendencias centrales. Josiah Steinbrickes un viejo conocido de Rhys que ha trabajado, por ejemplo, con Devendra Banhart o Charlotte Gainsbourg y Noah Andrew Georgeson, es un productor e ingeniero de sonido especializado en grabar a personajes único como Joanna Newsom,Rodrigo Amarante u Os Mutantes y tan versátil que ganó un Grammy Latino en 2013 por su trabajo en ‘Mujer Divina – Homenaje A Agustín Lara’ de Natalia Lafourcade.

Luego están los músicos implicados en la operación. Un grupo compacto formado por la propia Cate que se encarga de la voz principal, por supuesto más la guitarra, el piano, la percusión, el sintetizador y la marimba; con el refuerzo de uno de sus productores, Steinbrick que toca bajo, el piano y la percusión, de dos colaboradores habituales que conocen muy bien su música, Stephen Black al bajo, clarinete y el saxofón y Huw Gwynfryn Evans a la guitarra, marimba y sintetizadores, y con el apoyo impagable de la ‘todoterreno’ Stella Mozgawa de Warpaint que se ocupa de la batería.

Como ven un equipo capaz de fabricar para Cate un entorno contundente. Y si a eso le añadimos, el magnetismo fascinador e hipnótico de unas letras irónicas y repetitivas que la autora ha llenado de ese humor descorazonador que, a veces, encontramos en las piezas más lúcidas del llamado teatro del absurdo, nos haremos una idea de lo árido que puede resultar en principio este disco. Pero, conviene perseverar porque todo cambia a las pocas escuchas.

Hay un momento en que algo hace ‘click’ en el cerebro del oyente y la lógica que subyace en esta interesante obra aparece de pronto como una revelación inesperada. Y, a partir de ahí, todos aquellos sonidos que nos resultaban extraños se convierten en murmullos agradables y acogedores que nos invitan a escuchar la historia que Cate ha preparado para nosotros.

Y aunque no conozcamos las claves exactas de lo que Le Bon quiere contarnos, parece claro que la incomunicación, la soledad y los golpetazos que habitualmente reciben quienes entran en el juego de las relaciones con un corazón confiado, constituyen el contexto en el que han surgido estas diez canciones que se extienden a lo largo de un intenso viaje musical de 36 minutos que puede resultar muy aprovechable.

Lo es, sin duda, detenerse a disfrutar de los placeres sonoros que nos ofrece, por ejemplo, ‘I Was Born On The Wrong Day’, mi canción favorita del disco por el momento, una perfecta mezcla en mi opinión de clásica melodía pop con una instrumentación y un arreglo que se salen de las normas para buscar nuevos horizontes. O ‘Wonderful’, ese primer single, cuyo video, muy curioso también, quizá hayan visto ya si suelen trastear por YouTube.

Y luego quedan otras ocho opciones para elegir. Todas válidas. Aunque si lo que buscan, en principio, es un aterrizaje suave en este mundo dadaísta y alocado en el que Cate Le Bon se ha propuesto introducirles, quizá encuentren la mejor puerta en ‘Love Is Not Love’, que es lo más parecido a una balada de esas de toda la vida que van a encontrar aquí. Animo y ya saben: el mundo es de los valientes.

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