La piñata de Obama en Cuba

Desde el Malecón con...

La piñata de Obama en Cuba

altan más sorpresas que tal vez Obama quiera referirlas con sus propias palabras cuando le tenga que hablar a los cubanos. Al presidente norteamericano Barack Obama, de visita oficial los próximos días 21 y 22, le faltan por cumplir dos importantes reclamos de las autoridades cubanas y requisitos indispensables para que mejoren aún más las relaciones diplomáticas: la eliminación del embargo –que aquí le llaman bloqueo-, y la devolución de la Base Naval de Guantánamo.

Pues ni lo uno ni lo otro. Habrá que seguir insistiendo.

“Será en la siguiente administración”, ha dicho el Presidente de seguro pensando que más de lo que ha hecho hasta ahora no le será posible antes de tener que organizar la mudanza de sus trastos personales y familiares de la Casa Blanca este año.

De la piñata Obama, que no debe de golpearse de una sola vez, sino por intervalos, nos están cayendo buenas cosas: el restablecimiento del servicio postal directo entre los dos países después de casi medio siglo, y un acuerdo entre la empresa de telecomunicaciones cubana y la compañía gringa de igual propósito nombrada Verizon Partner Solutions para el intercambio de tráfico de voz internacional.

Correspondencia, encomiendas postales, mensajería, paquetería expresa, y voz directa con amigos y parientes son las novedades. De cara al tema de los carteros no hay que dudar que reaparezcan los silbatos colgados al cuello si quien aún carece de ordenadores, tabletas y teléfonos inteligentes con acceso a zonas Wifi le da por escribir cartas cuando ya casi nadie en el mundo lo hace ni cuando está enamorado.

De la piñata obamense también han caído otras sorpresas no menos agradables. El regreso del dólar, a quien en su momento y bajo ciertas coyunturas de la época, la más alta dirección política de la isla, entiéndase Fidel Castro, le trató hasta de “sinvergüenza” y “papel mojado”. Las transacciones financieras internacionales y otras actividades gozarán desde ya de la presencia del dólar con un merecido “descanso” al euro.

Otra nueva que servirá como bendición celestial para hoteles, restaurantes estatales o privados y hasta propietarios de coches de los años 50 resulta la mayor flexibilización en las doce categorías que debe aplicar un norteamericano para visitar la isla. Los llamados “viajes educacionales de pueblo a pueblo” lo podrá hacer una sola persona y no un grupo como estaba autorizado. Es decir, el Departamento del Tesoro le pregunta al viajero por qué quiere venirse a Cuba y con un simple “people to people” tiene la luz verde.

Y todo este movimiento ha tomado desprevenida a la modesta flota aérea de Cubana con lo cual la mayor parte del pastel se lo llevarán las cinco compañías estadounidenses autorizadas para volar a la isla como parte de esa invasión aérea de 110 vuelos directos.

Felices también los fabricantes de Habanos y rones porque desde terceros países podrán ingresar a EEUU ambas demandadas prendas distintivas de cubanía y antigua prohibición.

Es que a una velocidad ni calculada ni prevista tenemos sorpresas que antes nos parecían soñadas en siestas de gato.

La piñata aún no ha concluido. Faltan más sorpresas que tal vez Obama quiera referirlas con sus propias palabras cuando le tenga que hablar a los cubanos en esta su viaje número 54 fuera de las fronteras estadounidenses. Del lobo, varios pelos, dirán algunos mientras que otros continuarán insistiendo en que levanten el bloqueo y nos devuelvan a Guantánamo, que no les pertenece.

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