¡Vivan las cadenas andaluzas!

Opinión

¡Vivan las cadenas andaluzas!

Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía

Muchos ayer teníamos la esperanza de que el pueblo español tuviera la suficiente valentía de dejar de ser siervo para convertirse en verdadera ciudadanía. Desde ayer tengo una sensación de incredulidad y bochorno compartida por muchos españoles. El mismo sentimiento de vergüenza ajena que también sintieron muchos de nuestros antepasados al contemplar como gran parte del pueblo español gritaba “¡Vivan las cadenas!” en apoyo al régimen absolutista que en 1814 abolía las Cortes de Cádiz. Porque eso son los resultados de las elecciones andaluzas, una oda popular servilista.

Los andaluces han decidido apoyar la corrupción. No les importa que haya 227 imputados por los ERE y tengan la dudosa “honra» de ser la comunidad autónoma con mayor número de imputados.

Tampoco les importa ser la comunidad autónoma con mayor pobreza y tasa de desempleo, de tener la región con mayor fracaso escolar. Han avalado una vez más con su voto a aquellos que han convertido a Andalucía en un pasto de temporales del sector agrícola y turístico, subsidiarios de las migajas en forma de ayudas que jamás solventarán su situación.

A los andaluces les da igual ser la comunidad que más dinero recibe de España y peor lo gestiona, o quizás sea ese el verdadero quid, que les gusta que este dinero se gestione mal y por eso, una vez más, vuelven a dar su voto a aquellos que llevan instaurando un sistema de amiguismo durante 30 años.

Sergio Pascual, de Podemos, tuvo la temeridad en campaña de criticar las redes clientelares existentes en Andalucía con la gestión del PER, de que haya pueblos enteros donde la gente viva única y exclusivamente de los designios del señorito de turno (antes noble, luego franquista y ahora del PSOE, pero siempre de manos de un señorito). Algunos ya avisaron de que semejante acto de sinceridad le costaría muchos votos, como así ha sido.

Pero este derroche de sinceridad tan atípico en la clase política era necesario, porque para que Andalucía deje esta situación de pobreza y exclusión hay que dar un giro de 180% al tejido productivo de la región, y eso pasa porque el famoso PER deje de ser el método de subsistencia mayoritario de muchos ciudadanos. Es una pena que los andaluces no sean capaces de ver esta realidad pese al aval de siglos de miseria.

Quizás haya pecado de cándida, igual que pecó Benito Pérez Galdós cuando hablaba del bipartidismo en 1912 y predecía que pasaría un siglo antes de que el pueblo español tuviera los políticos que se merecían.

Muchos ayer teníamos la esperanza de que el pueblo español tuviera la suficiente valentía de dejar de ser siervo para convertirse en verdadera ciudadanía, de que precisamente fuera una región humilde y maltratada históricamente la que fuera precursora del cambio.

Los andaluces y todos los españoles por ende, hemos vuelto a perder la oportunidad de ser un país verdaderamente democrático, de ser dueños de nuestro propio destino. Una vez más apostamos por ser siervos al grito de “¡Vivan las cadenas del PSOE!”.

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