La epidemia más peligrosa son nuestros políticos

Opinión

La epidemia más peligrosa son nuestros políticos

Preparación de personal médico para el tratamiento de enfermos de ébola

Finalmente lo que muchos profesionales auguraron ha ocurrido: se ha confirmado el primer contagio de ébola entre el personal sanitario que atendió a uno de los dos sacerdotes tratados en el Hospital Carlos III. Cuando a primeros de Agosto se decidió por parte de nuestro gobierno repatriar al sacerdote Miguel Pajares, la OMS aconsejó no traerlo y montar un hospital de campaña. Los profesionales españoles, por su parte, alertaron de forma muy enérgica de que la repatriación del sacerdote español era una temeridad, ya que no teníamos infraestructuras ni medios para luchar contra el ébola– en parte gracias al cierre del Carlos III, único hospital especializado en la investigación y tratamiento de enfermedades infecciosas – para poder tratarlo: Se podía poner en claro riesgo al personal médico.

Nuestro gobierno, en un arrebato sin precedentes de humanidad y caridad cristina hacia sus conciudadanos nunca antes vista, no escatimó en gastos y medios para que los dos sacerdotes, ya incurables, vinieran a morir a España, porque como todos sabemos, las almas no van al cielo desde África, allí Dios no está ni se le espera. Este acto de falsa humanidad, tenía como claro objetivo ganar los votos de cuatro fundamentalistas católicos y buena prueba fue que luego no había 30.000€ para asistir en el rescate del espeólogo Cecilio López.

Mientras trataban a Miguel Pajares y a Manuel García Viejo, los profesionales también alertaron de que no se estaban llevando a cabo los protocolos de seguridad correctos para casos de esta gravedad, y que la enfermedad podía salir del Carlos III, como declaró por ejemplo la Secretaria de la Asociación madrileña de Enfermería. Es más, algunos de los trabajadores que trataron a estos dos enfermos ya dieron toda clase de detalles de lo que estaban viviendo: Nula formación del personal, falta de controles, infraestructuras y materiales defectuosos…Todas estas irregularidades conllevaron una denuncia de los profesionales, pero de nuevo la justicia nos dejó claro a quién se debe.

Nuestros gobernantes una vez más han puesto por delante de la ciudadanía sus intereses partidistas y su propio beneficio. Poco les ha importado poner en peligro la vida de los sanitarios y de toda la población. Una vez más nos demuestran que, como buenos fanáticos religiosos, se creen imbuidos en una capa de divinidad que les hace ser superiores y saberlo todo, pese a que son, seguramente, la mayor caterva de ineptos e ignorantes del país. Poco les ha importado lo que dijeran las instituciones internacionales y las asociaciones de profesionales. Lo importante eran los votos de cuatro radicales católicos.

Tampoco importó mucho el procedimiento indicado por la OMS, que obliga a tener durante 21 días en vigilancia a los especialistas en contacto directo con los enfermos. Ya el 30 de Septiembre esta profesional acudió a hacerse unas pruebas, pero la respuesta de los responsables del Carlos III fue enviarla a casa. El lunes, al empeorar su estado, decidió de nuevo volver. En esta ocasión la remitieron a las urgencias de su centro de procedencia. Muy profesional.

En Alcorcón, donde el personal no tenía la menor idea de que hacer con un enfermo de estas características, hicieron un despliegue como buenamente pudieron, sin un sólo medio, separándola con biombos y sábanas improvisadas. Además, el personal del centro no llevó el aislamiento necesario para tratarla.

Esa misma noche nuestra ministra de Sanidad, una persona que desconoce los jaguars que hay en su garaje, dio la cara ante la ciudadanía para leer un papel escrito por otros y obviar las preguntas de los periodistas. Su equipo de crisis tampoco es que diera mucha información, eso sí, pedía tranquilidad y confiar en su gestión, después de ver lo creible que era el mítico «existe un 0% de contagio en España». Esta rueda de prensa ha sido la única muestra de que la Señora Ana Mato sigue viva, porque desde entonces nada se sabe de ella…quizás se haya ido a «trabajar» al Spá en Lisboa de Ana Botella.

Esta señora, cuyo ministerio ha gestionado como un país del quinto mundo una crisis que ellos mismos han creado, tendría que haber iniciado su intervención dimitiendo y asumiendo su ineptitud y falta de profesionalidad, como debería de hacer el resto de gobierno, que ha puesto por delante sus creencias, dogmas y supersticiones al bien general.

Esta gente ha puesto la vida de un ciudadano prácticamente en el filo de una navaja (no olvidemos la alta mortalidad del ébola), y encima de un ciudadano cuyo trabajo aporta al país infinitamente más que cualquiera de los que van en coches oficiales y utilizan tarjetas a fondo perdido del contribuyente.
Es más, si esto no llega a más tendremos que agradecérselo a la buena labor de nuestros profesionales, que hacen posible tener, con la menor partida de Europa en Sanidad y los gestores más inútiles del planeta, uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo.

Por eso una auxiliar de enfermería, a la que poca información y medios le dieron, a la que la enviaron a casa con fiebre en Septiembre y la dejaron ir a unas oposiciones públicas con miles de personas ya con fiebre, tuvo la precaución de dormir separada de su marido desde hace días, de ir al Carlos III aunque los allí presentes la enviaran a las urgencias generales de Alcorcón, y de tener especial cuidado de no tocar a cualquier sanitario u objeto de las instalaciones generales.

Como pueblo deberíamos ahora mismo estar en la calle, clamando por la destitución de un gobierno capaz de jugar con nuestras vidas sin importarles lo más mínimo. Nos llevan dando palos toda la crisis y han ocasionado muchas muertes con sus políticas de austeridad, pero que pongan en peligro de una forma tan directa la vida de una profesional de la sanidad pública, y la de una nación y un continente por puro populismo, pasa todas las lineas admisibles en un país civilizado.

Que los españoles ni nos movamos, más que para lloriquear en el bar, dice mucho de que estas caterva de ineptos y sinvergüenzas no son más que reflejo de una sociedad de la peor calaña. No nos merecemos llamarnos ciudadanos.

Ahora nos toca esperar. Esperar 20 días para saber qué grado de impacto ha tenido la ineptitud de nuestro gobierno. Esperemos que sea un caso aislado, porque si esto acaba en una pandemia, que vista la gestión si no es así será por pura suerte, espero que muchos de los ultracatólicos que tanto pidieron desoír a los profesionales para traer a dos curas terminales, se pongan en manos de nuestras grandes salvadoras, la Virgen del Rocío y del Amor, para que los protejan de la que se nos puede venir encima. Les va a hacer falta, porque de nuevo en esta ocasión, los irresponsables y delincuentes que han ocasionado el problema saldrán de rositas. Si alguien tiene que morir por su ineptitud, como siempre seremos los abajo.

Al menos, los de abajo del todo, los últimos de siempre, los de África, quizás reciban un tratamiento adecuado para el ébola ahora que lo empieza a sufrir el primer mundo.

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