El fin de la inocencia

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El fin de la inocencia

Hace veinte años no vivíamos en el Paraíso pero sí es verdad que éramos más inocentes, un poco porque la democracia ha aprendido a tener vicios, y por otra parte porque la crisis, el paro, y la desconfianza en la clase política nos ha ido forjando este carácter tirando a lo amargo. Pero hubo un tiempo en el que no fuimos así, palabra.

Conste que crispación en las tertulias radiofónicas ya teníamos pero no se había perfeccionado su alto grado de sutileza, aquellos comentarios comparados con los de ahora son juegos infantiles pronunciados al sol de un patio feliz. En algún momento perdimos la inocencia y no será fácil de establecer igual que se tiene anotado el día, el minuto y el segundo en el que el hombre pisó la Luna. Tendríamos que acudir a las hemerotecas, y para eso nada mejor que darse una vuelta por «EL BOLETIN», y estudiar cuáles fueron las noticias que estropearon nuestro buen carácter del que tanto habíamos presumido en época de la transición, («ejemplar», y «modélica» según teníamos entendido).

El CIS dice hoy que nos preocupa menos el terrorismo que entonces, aunque encuestas posteriores no creen que ETA haya anunciado su final definitivo, (y así será hasta que no entreguen las armas). Antes que los matones de la banda nos preocupan el paro atroz, y desconfiamos de los políticos que por otra parte han hecho todas las «norias» posibles para que les perdamos el respeto. Políticos que juegan a ser tertulianos y tertulianos que juegan a ser políticos con todas las consecuencias y a los que sólo les falta firmar decretos y leyes autonómicas, y en esa mezcla hemos salido perdiendo todos incluso los que no participábamos de la fiesta. El respeto a nuestros representantes públicos se perdió en gurteles, ERES fraudulentos, pretorias y comisiones varias, más exceso de coches oficiales y prebendas vergonzantes entre ellas jubilaciones de oro. Lo extraño es que en dos décadas alternativas como Ciudadanos, o UPyD, hayan tardado tanto en aparecer y aún no compitan en alternativa con PSOE, o PP.

Hace veinte años podía haber ciudadanos cabreados, hoy están indignados que es terminología que aprendimos en el 15-M, y quizá esa se la forma de plantear una nueva etapa de convivencia: ya sabemos lo que no nos gusta, entonces lo lógico sería ir hacia mejor.

Hace veinte años Rubalcaba y Rajoy iban en las listas de sus partidos, eran dos clásicos… (hoy también porque hay cosas que no cambian).

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