Ana Botella no está de acuerdo con las directrices más conservadoras marcadas por el Gobierno. Así lo dejó ayer patente, al asegurar que era partidaria de multar al cliente y no a la prostituta, una afirmación que se aleja de las pretensiones de Jorge Fernández Díaz, que aboga por sancionar administrativa y penalmente la prostitución callejera.
La prostitución ha hecho saltar chispas entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Interior. La regidora de la capital no comparte las pautas que pretende implantar Jorge Fernández Díaz respecto a esta práctica, que quiere multar y tipificar como delito penal en la próxima reforma del Código Penal.
Una iniciativa con la que discrepa de lleno Ana Botella, que ayer se mostró a favor de tender una mano a las chicas de compañía, en vez de sancionarlas. “Yo soy partidaria del modelo sueco, que ayuda a la mujer prostituida y multa al cliente”.
Según la alcaldesa de Madrid, “a la mujer prostituta hay que ayudarla”, en ningún caso se la puede multar, porque “no son libres y son la parte más débil del eslabón”. Por ello, Botella abogó por “concienciar al cliente”, convencerle de que “la mujer prostituta es débil porque no es libre”.
No obstante, y a pesar de que la opinión de Botella se aleja de la deriva que quiere tomar el Ejecutivo respecto a la prostitución, la alcaldesa aseguró que acatará las normas “si el Gobierno central hace una reforma para multar a las prostitutas en el Ayuntamiento de Madrid”.
El pasado martes Fernández Díaz aseguró que su departamento y el de Justicia, que dirige Alberto Ruiz-Gallardón, ya están trabajando en “medidas administrativas y penales que signifiquen una lucha más eficaz contra la explotación de las mujeres, contra un tráfico tan degradante como ese, que da una imagen del país muy poco edificante”.