La pelea entre Cospedal y Aguirre evidencia la ‘guerra fratricida’ en el PP

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La pelea entre Cospedal y Aguirre evidencia la ‘guerra fratricida’ en el PP

Jorge Mattar , director adjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en México , conversó con Americaeconomica.com sobre los retos a los que se enfrenta la economía mexicana. El debate público sobre la reforma fiscal parece paralizado a la espera de que se celebren las elecciones del 6 de julio. Sin embargo, los cambios en materia fiscal son necesarios en opinión de Mattar, que valora como algo inevitable un incremento en la presión fiscal sobre diversos productos, entre ellos alimentos y medicamentos que no sean de primera necesidad. Mattar ha puntualizado que estas opiniones son expresadas a título personal y no como representante de la CEPAL.

– ¿Es necesaria una reforma fiscal en México?
– Sí, como respuesta rápida diría que sí, pero hay que tener en cuanta diferentes consideraciones. Una de las cuestiones principales el es cuándo. Ahora, en medio de esta recesión en la que estamos todos involucrados, no parece un buen momento. El año que viene, cuando pase la peor parte de la crisis, cuando se vislumbre la recuperación, podría ser un buen momento. Hay que tener en cuenta que México tiene una carga fiscal muy baja, de un 10% u 11 %. Esto es muy poco y existe la posibilidad de elevarla. Pero es necesario alcanzar un acuerdo con todas las entidades de este país, tanto privadas como públicas.

– ¿Qué ámbitos de la economía cree usted que deberían cubrirse?
– Como decía, es necesario elevar la carga fiscal, modificar o eliminar exenciones a algunos productos. Los alimentos y las medicinas, por ejemplo, no pagan IVA. Esto es algo que está bien por las grandes desigualdades que existen entre la población mexicana. Sin embargo, algunos alimentos y medicinas que no son de primera necesidad podrían gravarse con un 6 o 7% y esto sería beneficioso para la fiscalidad mexicana. Se ha demostrado que la población más pobre consume un paquete de productos y alimentos muy reducido, por lo que sería sencillo aumentar los precios de los que no consumen. Hay quien propone que se establezca un IVA del 10% para todos lo productos, incluidos alimentos y medicinas. Este es otro modo, pero hay que estudiarlo con profundidad para no perjudicar a los más pobres.

– ¿Es solo una cuestión de nuevos impuestos?
– No, no solo de impuestos. Es necesario que el sistema recaudatorio sea más transparente, mejorarlo para generar más confianza y facilitar, de esta forma, la lucha contra la evasión de impuestos. Deben estudiarse algunas exenciones a empresas que podrían también modificarse. Pero es indispensable generar nuevos puestos de trabajo. Hay que tener en cuenta que el sector informal representa un 12% del PIB nacional y un 28% del empleo. Aunque resulte difícil, todos sabemos que hay algunas áreas de la economía como la venta ambulante que es complicado legislar, es necesario incluir buena parte de la economía informal en la legislación. Por último, creo que existe un gran consenso en el país en la dirección correcta. La reforma fiscal debe incluir una modificación por la cual los que más tienen, más deben pagar. Esto es algo en lo que la gran mayoría está de acuerdo y que facilitaría en gran medida la redistribución de la riqueza, esencial para una mejora palpable en lo social.

– ¿Qué opina de la negativa del gobierno y la oposición política a aprobar la reforma fiscal? ¿Por qué cree usted que existe tanta diferencia en la opinión de políticos y organizaciones económicas como el BM, FMI?
– Yo creo que ambas partes están en su papel. Como le decía antes, lo importante es el cuándo se afrontará esa reforma fiscal. Hay que tener en cuenta que el 5 julio se celebran elecciones parciales en México, de ahí que la cuestión política esté contaminando la cuestión económica. Lo aconsejable es esperar al segundo semestre del año, a que lo más duro de la crisis haya pasado. Creo que entre la clase política del país existe la convicción de que la reforma fiscal es necesaria, pero hay que esperar un mejor momento para debatirla. Brasil y Chile mantienen a día de hoy una carga fiscal más elevada que México y esto les está permitiendo afrontar las dificultades con un mayor margen de maniobra que México. Pero hay que incluir a todo el mundo en el debate, incluso al sector privado, para alcanzar un consenso lo más completo posible en la cuestión fiscal.

– ¿Cree usted que el viaje del secretario de Hacienda, Agustín Cartens, a Estados Unidos para entrevistarse con las agencias calificadoras tendrá algún efecto positivo?
– Es muy importante mantener informada a todas las partes. Tanto las agencias calificadoras como los bancos y las organizaciones internacionales a las que México adeuda dinero deben estar bien informadas. México ha obrado de manera muy apropiada con respecto a su deuda externa, los plazos de vencimiento se han alargado, se está haciendo muy bien. Se calcula en un 2% el déficit sobre el PIB para este año, lo que no es mucho. Se habla de austeridad y esto es algo muy bueno. Con respecto a las agencias calificadoras, hay que tener en cuenta que ellas son parte del problema. Se les achaca que no hicieron bien su trabajo antes de que todo esto comenzara, por lo que deben ser prudentes, trabajar con mucho cuidado, ser muy minuciosas en las calificaciones que otorgan.

– El BM ha afirmado que México gestiona su deuda con mucha prudencia y que puede pedir, si lo desea, un crédito a su organismo. ¿Cree usted que México necesitará este tipo de medidas?
– México tiene uno de los coeficientes de deuda externa mejores de todo América Latina. Esta política de austeridad es un buen ejercicio de previsión que puede aprovecharse ahora, pues hay más margen de endeudamiento y se pueden acometer gastos suplementarios. Hay que ver lo que están haciendo otros países. Una de las políticas anticíclicas más recurrida es la del endeudamiento público con el fin de financiar y combatir los males. México no está endeudado en exceso y puede hacerlo. Hay que ayudar a la economía y el endeudamiento es una buena manera. Estados Unidos calcula su déficit en un 13% del PIB. Si esto ocurriese en México se encenderían todas las alarmas. EEUU se lo permite porque tiene confianza en que se va a recuperar y porque confía en la fortaleza del dólar. Un déficit de un 2 o 3% para México se puede aceptar, pero hay que centrarse ante todo en mantener el gasto social, porque si cae, después es muy complicado que se recupere.

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