Merkel reitera que abrir las puertas a los refugiados fue una «excepción»

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Merkel reitera que abrir las puertas a los refugiados fue una «excepción»

Merkel defendió la necesidad de prolongar los controles fronterizos en la Unión Europea (UE).

Angela Merkel, canciller de Alemania

La canciller alemana, Angela Merkel, reiteró hoy que su decisión de abrir las fronteras de su país a cientos de miles de peticionarios de asilo hace dos años se debió a una «situación humanitaria de excepción» y no constituyó una base para «una estrategia de largo plazo». «Fue importante y fue lo correcto acoger a esta gente en una situación de excepción», declaró la mandataria durante su rueda de prensa anual, celebrada a menos de cuatro semanas de las elecciones generales del 24 de septiembre, en las que opta a un cuarto mandato consecutivo.

Negando haber abandonado su política de brazos abiertos, Angela Merkel destacó que las medidas que se han ido aprobando en los últimos meses persiguen que la situación vivida en 2015 no vuelva a repetirse.

«La lucha contra los traficantes de personas, nuestra apuesta por más ayuda al desarrollo y la creación de alojamientos humanitarios en Libia son instrumentos que comparten el mismo espíritu que la ayuda prestada a los refugiados en el verano (boreal) de 2015», apuntó la dirigente, en lo que muchos interpretaron como un mensaje de calma hacia el electorado más conservador que en plena crisis migratoria le retiró su apoyo.

«Los europeos solo pueden gozar de bienestar y vivir seguros si nosotros miramos más allá de nuestras fronteras y nos ocupamos de nuestros países vecinos y de su desarrollo económico», agregó a continuación.

Angela Merkel, que gobierna ininterrumpidamente desde 2005 y que, según todos los sondeos, se mantendrá sin dificultades en el poder durante otros cuatro años más, es consciente de que su gestión durante la crisis migratoria constituyó un lastre para su popularidad en los últimos dos años e intenta que el tema de la inmigración no pueda complicarle el tramo final de la campaña electoral.

En la recta final hacia la gran cita con las urnas, en la que su partido -la Unión Cristianodemócrata (CDU)- aboga por situar el tema de la seguridad como uno de los pilares para atraer a los votantes, Merkel defendió la necesidad de prolongar los controles fronterizos en la Unión Europea (UE).

«Necesitamos estos controles de frontera», dijo para a renglón seguido anunciar que abordaría una extensión de estas medidas con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Los controles de fronteras implantados dentro del espacio de libre circulación Schengen se reinstauraron en varios países de la UE coincidiendo con la ola migratoria de 2015 pero la Comisión Europea avanzó en mayo su intención de ir eliminándolos de forma gradual.

Durante la rueda de prensa, Merkel también insistió en la necesidad de reformar la Convención de Dublín, que prevé que el proceso de asilo sea ejecutado por el país en el que el refugiado pisó por primera vez Europa.

«Dublín III debe reformarse. Hemos logrado mucho en estos años pero tenemos que luchar contra las causas de la migración en origen para dar un futuro a la gente en sus países», declaró la dirigente.

En plena crisis migratoria, en 2015, la canciller alemana decidió suspender temporalmente este tratado en aras de agilizar las peticiones de asilo de los migrantes que llegaban a las costas europeas, en su mayoría sirios.

Después de que multitud de voces anunciasen en plena crisis migratoria el fin de la llamada «era Merkel», la política conservadora ha demostrado su capacidad para resurgir y para conectar con la sociedad alemana.

Sus índices de popularidad han vuelto a tomar fuelle de forma paralela a la reducción del flujo migratorio que se ha ido registrando en Alemania, como resultado de la puesta en marcha de numerosas medidas que frenan la llegada de refugiados a Europa, entre ellas un polémico acuerdo firmado con Turquía en marzo de 2016.

En el primer semestre de 2017, se registraron en Alemania cerca de 90.500 peticionarios de asilo. En el mismo periodo del año anterior, la cifra era más del doble y en 2015, el número de migrantes que entró en la primera economía europea fue cercano a los 900.000.

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