A pesar del complicado entorno económico internacional y la persistencia de la aversión por el riesgo, los últimos informes de los intermediarios financieros estadounidenses son claros: es el momento de volver a apostar por la renta variable.
Una de las claves usadas por los expertos para animar a los inversores a volver a apostar por la Bolsa es la nueva actitud de los bancos centrales. El permanente riesgo de deflación les hace estar más que predispuestos a tomar medidas inusuales para evitar que un posible colapso en la liquidez global ahogue el crecimiento. Incluso el más que ortodoxo BCE participa de esta línea de actuación general.
Además, según muchos analistas, el entorno macroeconómico actual es, en general, mucho más propicio que los de 2010 o 2011, al menos en EEUU y Alemania que pueden, y deben, asumir su papel de motores de la economía mundial con tirones del consumo interno.
Otro factor favorable para las acciones sería la rentabilidad media de la renta variable que, al menos en EEUU, y si se considera el dividendo en el cálculo, superaría el 8% en lo que va de año. Muy superior al escaso 2% derivado de las emisiones de deuda pública.
