Igual que sucediera ayer se respira un ambiente de bronca en

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Igual que sucediera ayer se respira un ambiente de bronca en

Igual que sucediera ayer se respira un ambiente de bronca en las portadas de los diarios. El Mundo destaca en la suya la “escandalera” que hubo entre Sarkozy y Barroso por el asunto de la expulsión de los gitanos rumanos de Francia, y lo mismo hace El País que recalca que el presidente galo y el jefe de la Comisión se pelearon a gritos por los planes de la CE de abrir un procedimiento de infracción a Francia. El proceder de Barroso, de “mantenerle el pulso” al “arrogante” Sarkozy es aplaudido por el rotativo de Prisa, al considerar que “el populismo” del mandatario francés “encontró ayer una respuesta a la altura por parte de la Comisión Europea, en abierto contraste con el sonrojante apoyo de la mayoría de líderes de la UE”. Entre estos gobiernos “oportunistas” que arroparon a Sarkozy, El País incluye al de Zapatero, al que avergüenza especialmente porque “se dice socialista”. Toma del frasco carrasco.

Otro asunto que contribuye a crear tensión es la visita de Rajoy a Melilla. La prensa informa de la reunión de Zapatero con Mohamed VI que tendrá lugar el lunes en Nueva York y los diarios conservadores insisten en criticar al Ejecutivo español por no haber defendido convenientemente al líder del PP de la “ofensa” marroquí de llamarle provocador. El País tiene una visión distinta. Cree que la visita de Rajoy “es más una exhibición patriotera que defensa del interés de España”, y aclara que, aunque está en su derecho a visitar cualquier punto del territorio español, tanto él como Aznar sólo buscan un rédito electoral, ya que cuentan de antemano con la torpe reacción marroquí y con las dificultades del Gobierno para competir en ese terreno, por las siempre delicadas relaciones con el país vecino.

Por cierto, que La Razón insiste en crear alarma. Si ayer abría su portada con la información de que Al Qaeda quiere atentar con suicidas en España, hoy afirma que Interior alerta de la captación de yihadistas en cárceles españolas. ¡Qué escalofríos!

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