La industria de la música Latina, principal beneficiaria del concierto de Juanes en La Habana

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La industria de la música Latina, principal beneficiaria del concierto de Juanes en La Habana

Es el sueño de los ejecutivos latinos de las cuatro grandes discográficas mundiales y podría hacerse realidad el próximo 20 de septiembre. Juanes, Miguel Bosé y Silvio Rodríguez, tres superestrellas con un poder de convocatoria más que contrastado, protagonizarán un concierto en la Plaza de la Revolución de La Habana ante medio millón de personas. Un enorme ‘spot’ publicitario que quizá suponga el inicio de una edad de oro para la industria de la música en castellano y el negocio cultural cubano. Sobre todo si el evento adquiere el carácter de símbolo de una nueva era en las relaciones entre Cuba y EEUU y el elenco se completa con la participación de algún artista anglosajón entusiasta, como Billy Brag o Joan Baez.
Esta podría ser una de las principales aspiraciones de buena parte de los implicados en la organización del concierto que el artista colombiano y su ONG ‘Paz sin Fronteras’ planean organizar en la Isla, según fuentes del sector del management que realizan su trabajo en Miami.
Un grupo en el que se encuadran profesionales como Fernán Martínez, manager de Juanes, o Jesús López, responsable de la filial latina de Universal que edita los discos del colombiano. Hombres conscientes de que quizá el evento que impulsa su protegido no alcance la significación política que algunos pretenden atribuirle, pero que saben que, en cambio, sus efectos sobre el negocio musical sí serían históricos.
Y beneficiarán también a las compañías de discos, que acaban de incorporarse al ‘lobby antiembargo’ y, desde hace un par de años, se ha propuesto conseguir que Washington declare una excepción cultural al embargo.
Una disposición similar al resquicio legal que, bajo la coartada de la acción humanitaria, ha permitido que en la última década florezca el negocio de la exportación de alimentos estadounidenses a la Isla. La conexión con Cuba puede ser una buena oportunidad para una industria que necesita nuevas fuentes de ingresos, en un momento en que las descargas gratuitas en Internet han dinamitado su modelo de negocio tradicional.
Mercado Virgen. Una posible mina de oro por la que compiten en la actualidad cuatro holdings empresariales, tras un proceso de consolidación vertiginoso. El triunfador, por el momento, es Universal, la firma con la que trabaja Juanes, que el año pasado adquirió la filial discográfica de Univisión para crear un grupo que tiene un 40% de la cuota de mercado total. El 60% que resta está repartido, prácticamente a partes iguales, entre Sony BMG, el antiguo líder que juega en compañía del grupo Prisa español y Emilio Estefan, Emi-Televisa, y Warner Latina.
No se trata de repartirse un pastel decreciente cuyo volumen de facturación suma sólo unos 300 millones de dólares anuales, según la patronal del sector, la temida RIAA. Hay que ampliar estas cifras. Buscar un revulsivo. Algo parecido a lo que Juanes acaba de ofrecerles.
Aunque, tal vez, no fuera esa la intención original de este artista filántropo, empeñado en difundir la necesidad del diálogo y la paz como fórmula para resolver los conflictos y que ha anticipado, también en estos días, que el próximo año promoverá otra edición de sus festivales ‘Paz sin Fronteras’, que tendrá en algún punto caliente de la frontera de México y EEUU, entre las localidades de Ciudad Juárez y el Paso. Las repercusiones del macroconcierto habanero pueden servir además, para la promoción de otros artistas dispuestos a sumarse a la causa. Músicos con más prestigio que audiencia que completarían el menú variado que figurará en este gran escaparate. Nombres, como los de Olga Tañón, los Van Van, Hierbabuena, Calle 13 o Rubén Blades. El ex-ministro de Turismo de Panamá que ha vuelto a los escenarios y ha apoyado la idea con entusiasmo. Quizá no sean capaces aún de reunir 25.000 personas en un sólo concierto como acaba de hacer Silvio Rodríguez en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, pero sí pueden girar con éxito por auditorios de tamaño medio.
El papel de la SGAE. Y también aportar munición para la conquista de otros frentes. El salsero panameño abandera otra de las ramificaciones más rentables del negocio, en su condición de compositor de clásicos del calibre de ‘Pedro Navaja’ o ‘Ligia Elena’, canciones que han generado y generan innumerables ingresos derivados de sus derechos de autor.
Una circunstancia de especial interés para entidades de gestión como la Sociedad General de Autores española, la famosa SGAE, que consigue ya el 7,5% de su facturación anual con la explotación del mercado latino. En total unos 35 millones de dólares, cantidad que aspira a triplicar en 2011. El concierto que promueve Juanes será una gran oportunidad para poner las bases de este crecimiento. Al fin y al cabo, todos los artistas anunciados hasta ahora como posibles participantes en el evento son socios de la organización que dirige Teddy Bautista.
Pero, como decíamos antes, hoy por hoy, lo fundamental es ampliar los márgenes del mercado y proceder a la conquista del aún esquivo público estadounidense que se resiste mucho más de lo esperado. Quizá porque hasta ahora sólo ha podido acceder a los sucedáneos fabricados en Miami por músicos solventes como Emilio Estefan o productores mediáticos del estilo de Kike Santander. Y, como parecen haber demostrado los artistas mexicanos del narco-corrido el éxito llega con más facilidad cuando se ofrece el producto original.
De hecho, la intensa actividad en EEUU de bandas mexicanas como los ‘Tigres del Norte’ ha servido para que este estilo de música se haya consolidado en el último bienio como el líder del sector con una cuota de mercado del 63%, según la RIAA.
Polémica. Mientras los ‘disqueros’ hacen números, los prolegómenos del concierto de La Habana están marcados por la inevitable polémica política provocada por los sectores más radicales del anticastrismo de Miami que torpedean todas las iniciativas de acercamientos a la mayor de las Antillas, y prometen mantener esta actitud beligerante hasta que los hermanos Castro sean desalojados del poder.
Una situación previsible y con la que contaban sin duda los promotores del evento que quizá, sin embargo, no hayan calculado bien la capacidad de intimidación de estos grupos con una fórmula que combina, en sus justas dosis, la amenaza personal y la manipulación de los medios de comunicación afines. De hecho, Juanes y su manager, quienes residen en esta ciudad, se han visto obligados a solicitar protección policial ante el temor de posibles acciones violentas contra sus propiedades o su integridad personal.
También ha vuelto a ponerse en marcha la facción más folklórica del anticastrismo. Las bandas organizadas de sabotaje callejero como Vigilia Mambisa que han conseguido otro minuto de gloria con sus coloridas manifestaciones anti-Juanes, en las que los más entusiastas han quemado camisas negras y destruido a martillazos discos del cantante colombiano. Unas intensas y publicitadas broncas que han supuesto el renacimiento mediático de la armada dirigida por Miguel Saavedra, quien fuera uno de los elementos claves en el posible fraude electoral, nunca comprobado oficialmente, que permitió a George Bush batir a Al Gore en las elecciones presidenciales de 2000.
Nada grave, en cualquier caso. Si Juanes resiste las presiones triunfará porque cuenta con el apoyo de una industria que no se puede permitir el lujo de dejar que su actividad empresarial se vea condicionada por las viejas rencillas de Miami. La deserción de nombres consagrados como Ricky Martin, Luis Fonsi, Maná o Enrique Iglesias no tendrá mayores consecuencias, en opinión de fuentes del sector del management consultadas por este diario. Se trata de cantantes sin el pedigrí suficiente ni la credibilidad personal necesaria para marcar diferencias. Dos características que Juanes sí posee.
Justicia social. El antiguo rockero colombiano ha sabido nadar en las turbulentas aguas políticas de Latinoamérica y ofrecer un perfil cercano a la gente y preocupado por la justicia social. Una figura claramente inspirada en la de Bono el cantante de U2. Y también cuenta el éxito obtenido el pasado año por el primer concierto de ‘Paz sin Fronteras’ en la ciudad colombiana de Cucutá fronteriza con Venezuela. El evento reunió a 100.000 personas y consiguió una amplia cobertura mediática en Latinoamérica. Pero casi pasó desapercibido en EEUU. Algo que no sucederá, sin duda con el acto de la Plaza de la Revolución.
En este contexto, muy pocos músicos latinos se atreven a criticar abiertamente la iniciativa. Sólo el saxofonista Paquito de Rivera, antiguo miembro de la banda cubana Irakere, ha osado manifestarse con dureza sobre este asunto. Algunos intérpretes cubanos exiliados, como Willy Chirino han intentado cuadrar el círculo y mantener el equilibrio con arriesgadas piruetas. Optan por calificar a Juanes como un tipo ingenuo, con muy buenas intenciones, que va a ser engañado por los hermanos Castro. Otros como el grupo ‘Tres de La Habana’ recientemente exiliado, o los españoles Concha Buika, Ana Belén y Víctor Manuel han apoyado sin ambages al colombiano y se han ofrecido a participar.
Silencio. Pero para los conocedores del sector lo más significativo sobre el estado real de la cosas sería el sonoro silencio que mantienen algunos antiguos artistas de cabecera del anticastrismo radical como la familia Estefan o Albita. Una postura que hace evidente la necesidad que tienen los músicos de actuar con mucha prudencia ante este asunto para mantener a su público tradicional sin desairar a la industria de la que forman parte.
Y, por si faltaran elementos disuasorios, el colombiano y sus aliados disponen del apoyo directo de Hillary Clinton, la actual secretaria de Estado de EEUU. Una circunstancia que queda patente en la foto que el cantante ha colgado en su web, acompañada por un texto en el que se explica que Juanes no ha dado un sólo paso sin contar con el apoyo de la Administración Obama. Otra razón adicional para que las discográficas, buenas financiadoras del Partido Demócrata como toda la industria audiovisual de EEUU, hayan forzado la neutralidad de los suyos. No hay que poner demasiados obstáculos. Sólo los suficientes para animar a los medios de comunicación a hacer un poco de publicidad gratuita del asunto a costa del tradicional enfrentamiento entre castristas y anticastristas.
Los intelectuales de otras áreas, como la escritora Zoé Valdés, han sido más beligerantes. Piden a Juanes que se asegure de que el castrismo no rentabilice políticamente el concierto. Intentan, por ejemplo que el colombiano exija a las autoridades cubanas que permitan actuar a Gorky Aguila, el líder de ‘Porno para Ricardo’, cuyas potentes andanadas de punk-rock crítico y antisistema, provocaron su encarcelamiento. La verdad es que no es muy probable que la banda figure en el cartel definitivo del festival de La Habana. Pero tampoco podrá quejarse han conseguido una promoción internacional impagable para un grupo de sus características.
Por lo demás casi todo los implicados en la polémica previa han cumplido el guión previsto y la división entre la población cubanoamericana de Miami ha vuelto a escenificarse. Con una nueva característica diferencial apreciable: el hecho de que un número creciente de organizaciones del exilio cubano, dirigidas por el Cuba Study Group de Carlos Saladrigas, se separe del rodillo del anticastrismo de ultraderecha cada vez que, como ahora, tiene posibilidad de hacerlo.
Y, en cuanto a la debilitada oposición que opera en la Isla, la foto de las posturas enfrentadas casi reproduce a escala lo acontecido en Miami. Cambian los protagonistas pero no los bloques, ni sus supuestas posiciones ideológicas y sus líneas argumentales. En el campo de los favorables con reservas están los demócrata-cristianos de Osvaldo Payá, los socialdemócratas de Castro Murúa y algunos grupos de alta incidencia social como el que representa la ‘blogera’ Yoani Sánchez, verdadera némesis de Mariela Castro. En contra, sólo se han manifestado por ahora los miembros del Movimiento Opositor para una Nueva República de Martha Beatriz Roque.
Así que todo parece indicar que el deseado concierto saldrá adelante. Pero ahora no bastaría con vender una cantidad considerable de cd´s de la actuación. Incluso aunque se superasen las 1,8 millones de unidades facturadas sólo en EEUU por aquel mítico ‘Buenavista Social Club’ que produjo Nick Gold con la ayuda de Ry Cooder en la década de los noventa.
Hay que contar también con las otras líneas de negocio: el ‘merchandising’, las giras, los derechos de autor y el resto de los antiguos ingresos atípicos que en este momento son la parte principal de la cuenta de resultados. Y todo debe estar listo para que, a partir del día 21, empiece el verdadero partido.
Abel Prieto. El que jugará, por ejemplo, el Ministerio de Cultura cubano con su titular, Abel Prieto, a la cabeza. Con independencia de los posibles réditos políticos que obtenga o no Raúl Castro, el ministro se ha asegurado una compensación para los artistas de la Isla que no han optado por desertar y que sí podrán conseguir algo gracias a esta gran operación de ingeniería diplomática. Nada menos que los visados y las autorizaciones necesarias para actuar en EEUU.
Un territorio que tienen vedado desde el año 2003 y que ahora se abrirá de nuevo. De hecho, varios promotores del país norteamericano ya habrían concretado para este otoño las fechas de algunas giras de artistas de la Isla como los anteriormente mencionados Van Van, según las informaciones publicadas por la revista ‘Billboard’.
Aunque, por ahora, Prieto se mantiene en un discreto segundo plano y deja que el protagonismo recaiga en los responsables de la organización en la Isla, como el director artístico, que es el veterano cantautor Amaury Pérez, el vicepresidente del Instituto Cubano de la Música, Osmany López, o el viceministro de Cultura Abel Acosta.
De hecho, desde marzo de 2009 todo estaba preparado para que se hiciera pública la gran foto de la reconciliación entre los artistas que trabajan a ambos lados del estrecho de la Florida. Silvio Rodríguez había sido invitado a actuar en la celebración del noventa cumpleaños del cantautor estadounidense Pete Seeger, un gran admirador del músico cubano.
El evento se celebró finalmente en mayo sin la participación del artista isleño que no recibió con tiempo el visado, aparentemente a causa de la lentitud administrativa. Juanes, que también estaba anunciado, tampoco actuó con lo que la fiesta quedó desprovista de la participación de estrellas latinas.
Aparentemente, el equipo de Obama aún no estaba preparado en primavera para avanzar hacia la deseada excepción cultural del Embargo. Las prioridades eran otras. Pero ahora si lo está, según detallan fuentes del lobby antiembargo.
Plan de apertura. Aunque el plan de apertura controlada tendrá las mismas características que los que se han puesto en práctica en otras áreas como el turismo. Se irá paso a paso y la primera fase consistirá en restituir el tipo de intercambios culturales que ya fueron habituales en los periodos presidenciales de los políticos demócratas. Un contexto normativo que hace posible que puedan editarse en EEUU los discos de los músicos residentes en la Isla y también que, con los correspondientes permisos especiales individualizados, estos puedan realizar girar por el territorio estadounidense.
Los antecedentes de este futuro ambiente de permisividad se encuentran en la década de los setenta y en el régimen legal vigente en los tiempos en que Jimmy Carter era el inquilino de la Casa Blanca. Entonces ya hubo algunos eventos calificados como históricos por los medios de comunicación de la época, al estilo del concierto que promueve ahora Juanes.
Actos singulares que posteriormente no tendrían continuidad, pero sí permitieron a Silvio Rodríguez actuar en EEUU en 1978, precisamente junto a Pete Seeger y que un año después se celebrara el ‘Havana Jam’, un curioso concierto en el que participaron artistas estadounidenses punteros en la época como Rita Coolidge, Kris Kristoferson, Stephen Stills o Billy Joel.
Después, con la presidencia de Ronald Reagan, estos incipientes intercambios se interrumpieron hasta que en 1990, con Bush padre en la Casa Blanca, se autorizó la difusión y comercialización en EEUU de discos grabados en Cuba, lo que permitió a los artistas de la muy politizada ‘Nueva Trova’ situar en las tiendas estadounidenses recopilaciones de su trabajo. Silvio Rodríguez, en concreto, vio editado en 1991 su única grabación disponible por el momento en el país norteamericano, ‘Canciones Urgentes’, publicada por LuakaBop, la discográfica del ex-cantante de ‘Talking Heads’ David Byrne y distribuida por Warner.
En 1992, unos meses antes de que Bill Clinton llegara al poder otro grupo de artistas con raíces estadounidenses y británicas actuaría en La Habana, en el macroconcierto denominado ‘Puente sobre aguas turbulentas’, entre ellos Bonnie Rait, Mick Fleetwood, Jimmy Buffet, y los ex-componentes de The Police, Stewart Copeland y Andy Summers. Aquel evento sí supuso el inicio de un cambio significativo.
Tras su celebración, como quizá suceda ahora, EEUU permitió las actuaciones de los músicos cubanos en su territorio, con la condición que no cobraran su caché habitual. Sólo podían ser compensados por los gastos contraídos como consecuencia de la organización de los conciertos. El límite establecido no impediría que proliferaran las giras estadounidenses de los artistas isleños menos comprometidos.
Cartel. Otra de las grandes incógnitas aún no desveladas sobre el cartel definitivo del concierto que promueven Juanes y sus aliados es la identidad de los músicos estadounidenses que participarán. Tanto Amaury Pérez como Fernán Martínez han reiterado que habrá un nutrido grupo de artistas de esta nacionalidad pero sin dar más precisiones. Lo cierto, según fuentes cercanas al lobby antiembargo de EEUU, es que aún no se sabe con certeza quién estará disponible. Aunque el encargado de realizar las negociaciones, el abogado Bill Martínez, otro histórico de las relaciones culturales entre Cuba y EEUU, espera dar alguna sorpresa en los próximos días.
Se da por descontado que todos los candidatos forman parte del grupo de bardos progresistas cercano a la Fundación de Pete Seeger entre los que se encuentran veteranas como Joan Baez e izquierdistas como Billy Brag. Pero Bill Martínez vuela más alto y se ha acercado al entorno de otro activista que se ha destacado por apoyar las causas promovidas por Obama y la familia Clinton. Nada menos que Bruce Springteen, una superestrella global que multiplicaría hasta el infinito la efectividad buscada por todos los grupos de presión que mantienen intereses en el concierto de Juanes.
Si Bill Martínez consigue que Springteen participe se encarrilaría también otro proyecto en el que el Ministerio de Cultura cubano y este habilidoso abogado de San Francisco llevan trabajando desde el año 2000, con resultados desiguales. La posibilidad de convertir a Cuba en un lugar de paso obligado para las giras mundiales de las grandes estrellas internacionales.
Los macroconciertos de pago son una gran fuente de ingresos directos por conceptos tales como la venta de entradas, los impuestos y los derechos de autor y además generan ganancias indirectamente en sectores como el hostelero, el transporte, el turístico y el comercio al por menor, entre otros. El movimiento de dinero es mucho mayor de lo que muchos se imaginan. Este mismo año, por ejemplo, un informe del Bizkaia Arena cuantificaba en 2,620 millones de euros el impacto económico generado en términos de PIB por la actuación de los australianos AC/DC en Bilbao.
Sin embargo, en los últimos nueve años, sólo tres artistas anglosajones relevantes han pasado por Cuba y pertenecen más bien a las ligas intermedias. En 2001, los británicos ‘Manic Street Preachers’ actuaron en el Teatro Karl Marx, lugar en el que se celebraría en 2005 un concierto del teclista británico Rick Wakeman. El mismo año en que la banda de rock duro ‘Audioslave’ tocó en la Tribuna AntiImperialista ante unas 20.000 personas, según las crónicas de la prensa local.
Pero los implicados en el proyecto han intentado siempre acercarse a la primera división. Conseguir que bandas del calibre de The Rolling Stones o U2, por ejemplo actuén en la Isla. Y, en las navidades de 2007 estuvieron a punto de conseguirlo. Los miembros de The Police anunciaron en la página web de su gira de retorno que estudiaban la posibilidad de ofrecer un concierto gratuito en Cuba. Al final, la falta de capacidad financiera del promotor local, el propio Ministerio de Cultura, convirtió en imposible la consecución del objetivo.
Pesos pesados. Lo cierto es que las autoridades del sector en la isla tienen claro desde hace tiempo que necesitan asociarse con los pesos pesados de la industria cultural para rentabilizar su potencial como enclave privilegiado. Y también son conscientes de que el cebo de los grandes eventos culturales supone un incentivo poderoso para estimular el turismo. Algunos managers cubanos han viajado a España para empaparse de los esquemas de producción y funcionamiento de macrofestivales como el FIB de Benicasim o la franquicia ‘Rock in Rio’, según fuentes españolas del sector del management. Y, hoy por hoy, creen tener capacidad suficiente para organizar un evento de estas características.
La iniciativa de Juanes también servirá para comprobar hasta que punto es esto cierto. De momento, algunos touroperadores y agencias de viajes se han apresurado ya a utilizar el macroconcierto por la paz como reclamo publicitario de sus paquetes turísticos cubanos. Uno de ellos, Solways Cuba comercializa por Internet una oferta que combina la asistencia al macroconcierto con una estancia de tres noches en el hotel Tryp Habana Libre en régimen de pensión completa más una visita guiada por los principales monumentos de la ciudad.
¿Un anticipo de lo que puede deparar el futuro? Tal vez sea pronto para decirlo, pero la máquina parece haberse puesto en marcha y quizá resulte muy difícil pararla. Aun sin no se celebrase el macroconcierto por la paz, los habitantes de la Isla sí podrán disfrutar en los próximos meses de, al menos, dos actuaciones de gran interés mediático, las anunciadas para octubre y enero de 2010 por la Orquesta Filarmónica de Nueva York y el cantautor guatelmateco Ricardo Arjona, respectivamente.
Las intenciones de Arjona, cuyo equipo llevaba varios meses de negociaciones con el Instituto de la Música para cerrar las fechas, habrían estado a punto de descarrilar tras la polémica provocada por el proyecto de Juanes. Por eso, el artista ha optado desvelar el secreto con tanta anticipación. Para el guatemalteco, según ha explicado su manager Joe Bonilla, resulta poco menos que absurdo que un cantante se vea privado de actuar ante sus seguidores de cualquier país porque no esté de acuerdo con el sistema de Gobierno. Unas declaraciones cargadas de sentido común que podrían convertirse en un síntoma de la merecida normalidad que los nuevos tiempos están a punto de instaurar en la industria cultural cubana.

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