El gobierno de facto de Honduras pierde apoyos ante la participación activa de EEUU en el conflicto

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El gobierno de facto de Honduras pierde apoyos ante la participación activa de EEUU en el conflicto

La actuación de EEUU en el conflicto institucional de Honduras está siendo determinante; hace mutar los discursos, revoca decisiones que parecían inamovibles y eleva o hunde a quien se creía sobre una posición asentada. No en vano, EEUU sigue siendo el Estado más influyente de América Latina y, en el caso de Honduras, el principal socio comercial del país centroamericano. Y el gobierno golpista de Micheletti, parece, por el momento, cada vez más cerca de perder la partida.

Hace 2 días, el 28 de julio, se cumplió un mes desde la expulsión de Manuel Zelaya de Honduras. Se cumplía, por tanto, un mes de la instauración del Gobierno de facto de Roberto Micheletti. En aquel primer momento, con la participación activa de la comunidad internacional al completo, pocos dudaban de la pronta restitución de Manuel Zelaya a su antiguo cargo.

Sin embargo, un par de semanas después, ante la tibieza mostrada por EEUU en el conflicto, pocos dudaban de que el gobierno de Micheletti se mantendría al menos hasta las elecciones de diciembre o que, si esto no era posible, se adelantarían dichas elecciones para formar un gobierno que pudiese ser considerado legítimo por la comunidad internacional. Manuel Zelaya parecía, en ese momento, poco más que un molesto estorbo.

En cambio, todo ha cambiado ante las amenaza de EEUU al Gobierno de facto de Micheletti para que facilitara el retorno de Zelaya. Han bastado la retirada de los visados a unos cuantos miembros de ese gobierno, la amenaza de retirar por completo las ayudas económicas que ya habían sido retiradas parcialmente y el llamamiento de transnacionales del nombre de Adidas, Gap o Nike para que regrese Zelaya.

Los apoyos del gobierno de Micheletti se han ido desmoronando paulatinamente. Cuando todos creíamos que el Ejército hondureño era el principal soporte del gobierno de facto y se jugaba con la idea de que el jefe del Estado Mayor, Romeo Vázquez, había asistido a la retrograda Escuela de las Américas en EEUU, aparece repentinamente una nota en la que este se muestra conforme con el regreso de Zelaya.

Este anuncio, que según Clarin habría sido acordado conjuntamente con miembros del partido demócrata estadounidense, comienza a mostrar los primeros síntomas de resquebrajamiento. También el cuerpo empresarial sostuvo en tiempos su afinidad inquebrantable con el gobierno de Micheletti. Por el contrario, aquel medio que haya intentado ponerse en contacto con sus representantes esta semana, lo habrá tenido difícil.

La iglesia católica, mayoritaria en el país, suele siempre adherirse históricamente a aquellos que se vislumbran como vencedores. Así lo hizo pocos días después del advenimiento del nuevo líder. Por el contrario, ante la pérdida paulatina de sus posibilidades de mantenimiento, las declaraciones de los católicos han desaparecido de los titulares. A cambio, tenemos uno en el que Micheletti solicita a “las iglesias” del país que se mantengan a su lado.

Y del otro lado, del lado de aquel que ya se vio perdido y, como ultimo recurso, decidió presentarse en la frontera para mantener su visibilidad, cambio de discurso. Si antes había mostrado algún viso de ser conciliador, ahora que las cartas salen a su favor, Zelaya clama contra los golpistas y anuncia que los encarcelará a todos. No hay perdón en el rincón del vencedor que se había visto vencido.

Como ha estado publicando este periódico, existen grupos de presión en EEUU muy afines a la secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton, que apostaron desde un principio por retornar al momento previo al golpe de Estado. Estos grupos han llevado a partidarios de Zelaya a EEUU para que aleccionaran a sus compatriotas, han sugerido al Departamento de Estado las acciones apropiadas y han promulgado las acciones soft.

Pero también del lado de Micheletti tenían claro que el futuro de Honduras se jugaba en EEUU. Con la financiación de ciertos empresarios que son, al fin y al cabo, los principales impulsores del golpe de Estado, un abogado de renombre en EEUU ha manejado grandes cantidades de dinero con el fin de publicitar la postura de sus clientes y recolectar apoyos en la sociedad estadounidense.

El partido republicano, que no ha mostrado ninguna duda de cual es su postura en el conflicto, ha redactado múltiples escritos donde afirmaba que nada había pasado en Honduras, no al menos un golpe de Estado. Hace unos días, un grupo de afines a dicho partido acudieron a Honduras para reunirse con Micheletti. No eran unos cualquieras. Algunos de ellos han formado parte de altas instancias de EEUU como el Tribunal de Justicia o el Senado.

En un acto de política ficción podríamos jugar a jugar con el tiempo. Sin un cambio de gobierno en EEUU meses antes, es muy posible que Zelaya se hubiese convertido en un paria internacional de eterno recorrido por los foros más destacado, una de esas figuras que van promoviendo la compasión en los demás pero por quien nadie hace nada. Por el contrario, en el gobierno de EEUU no está ya el señor Bush, para desgracia de Micheletti.

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