«Los legisladores europeos restarán eficiencia y transparencia a los mercados»

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«Los legisladores europeos restarán eficiencia y transparencia a los mercados»

Puede que estén ustedes enterados de la decisión que tomaron hace unos días el Consejo Europeo, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea de prohibir la compra de seguros contra el impago de la deuda (CDS) soberana al descubierto en el marco de la UE. Esta prohibición, que afectará a los nuevos contratos a partir del 1 de noviembre de 2012, es la segunda gran medida que se toma desde agosto en contra de las ventas a corto en el continente. La primera fue la decisión de Francia, Italia, España y Bélgica de prohibir este tipo de operaciones en relación a las acciones de más de 50 entidades financieras.

Nuestra preocupación hacia este tipo de restricciones supongo que ya será de dominio público. En resumen, creemos que reducen la liquidez en los mercados e incrementan su volatilidad. En concreto, la prohibición que afecta a los CDS soberanos incrementará los costes de financiación de los gobiernos y reducirá las inversiones destinadas a la economía real.

No estamos solos expresando este tipo de dudas. Lo que todas estas prohibiciones tienen en común es que fueron aprobadas a pesar de la existencia de un buen número de informes creíbles e independientes que recomendaban hacer todo lo contrario. Algunos de ellos, incluso, firmados por las mismas autoridades que luego llevaron a cabo las restricciones.

La decisión por parte de Francia, Italia, España y Bélgica de prohibir en agosto las ventas a corto de títulos vinculados a entidades financieras, por ejemplo, salió adelante a pesar de que el FMI, entre otros, advertía en contra de la volatilidad que podría afectar a las acciones implicadas en la prohibición. Algo que ha ocurrido desde que estos cuatro países implantaron esta normativa. También Credit Suisse estimó que una medida de estas características carecía de efectividad al asegurar que «aunque una prohibición de las ventas a corto representa una opción tentadora en el plano político, un estudio más pormenorizado demuestra que en realidad hace más mal que bien».

Esta tentación parece haber sido de nuevo irresistible para los legisladores de la UE. Una vez más, su decisión en torno a las transacciones de CDS al descubierto ha sido tomada contra las recomendaciones de una montaña de evidencias que advertían de sus consecuencias negativas. Uno de los estudios más significativos fue, precisamente, elaborado por el propio Parlamento Europeo y decía lo siguiente: «Prohibir las transacciones de CDS al descubierto, tal y como se ha propuesto, tendrá efectos perjudiciales en la liquidez mientras el mercado queda en manos de los especuladores. Valorar los riesgos será entonces mucho más difícil. También se tendrá que considerar que las transacciones de CDS al descubierto se realizan a veces sin ánimo de especular».

Otra de las voces que se alzó contra la prohibición fue un informe elaborado nada más y nada menos que por la propia Comisión Europea. Este documento no se llegó a publicar, pero sí se pudo conocer que declaraba no encontrar «ninguna evidencia concluyente que establezca un vínculo entre el desarrollo en el mercado de los CDS y un incremento en los costes de financiación de los estados [miembros de la UE]». El Bundesbank llegó a la misma conclusión.

Ahora que la prohibición ha sido acordada, vale la pena señalar el origen del debate. La alegación fue, cuando comenzó la crisis de deuda griega, que el minúsculo mercado de CDS soberanos helenos (alrededor de 10.000 millones de dólares en valor nominal) estaba de algún modo dirigiendo la conducta del enorme mercado de bonos (de unos 400.000 millones de dólares). Salta a la vista la posible razón de ser de esta conclusión: el movimiento en el pequeño mercado de CDS conllevará movimiento en el mercado de bonos. ¿Pero seguro que el primero estaba empujando al segundo?

De hecho, lo que la Comisión y el Bundesbank encontraron fue que ambos mercados estaban en realidad reaccionando a los acontecimientos, como por ejemplo las cifras de deuda emitida por Grecia. Los mercados no se estaban empujando, estaban reaccionando a las noticias.

Mucho se ha hecho sobre las dos concesiones ofrecidas por el Parlamento Europeo para lograr llegar a un acuerdo con el Consejo Europeo, que inicialmente se opuso a la prohibición en los CDS. Pero estos eran pequeños acuerdos. El primero, permitir a los estados miembros optar a no compartir la prohibición siempre que se demuestre, mediante el regulador bursátil europeo (ESMA), que genera dificultades en los mercados de deuda soberana. La segunda concesión –que consiste en permitir utilizar los CDS para realizar una inversión en un activo cuyo valor se encuentre en correlación con el precio en metálico de los bonos soberanos de ese país- convertirá las inversiones en activos no líquidos como las infraestructuras en apuestas difíciles de poner en práctica, y puede incluso evitar que se produzcan inversiones beneficiosas para la economía local.

Así pues, en una época en la que la crisis de deuda soberana supone un grave reto para Europa y una amenaza para la estabilidad de la economía global, además de despertar verdadera preocupación sobre el futuro de ciertos sectores dentro de la banca, los legisladores europeos están adoptando posturas que restarán eficiencia y transparencia a los mercados financieros, añadiendo volatilidad. Esa no es la manera de encarar los mayores retos que ha vivido la historia reciente.

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