El problema de los refugiados no es el frío, es Europa

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El problema de los refugiados no es el frío, es Europa

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La falta de medios y la inoperancia institucional en plena ola de frío abandona a los refugiados a merced de su suerte. Más de 30 personas habrían fallecido por culpa de las bajas temperaturas. Es probable que muchos observen las imágenes de los campos de refugiados del este de Europa y de Grecia nevados por la ola de frío y consideren que ‘el clima vuelve a cebarse con los más necesitados’.
 
Sin embargo, esa medio-verdad debería completarse con la otra mitad: Más de 60.000 de esos refugiados no estarían sufriendo la ola de frío que azota a Europa en condiciones precarias si los Estados miembro de la Unión Europea (UE) hubiesen cumplido sus compromisos de reubicación.
 
Así lo denuncia CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, que junto a otras muchas organizaciones no gubernamentales ha puesto el grito en el cielo por la inoperancia institucionalante las dramáticas imágenes que se están produciendo en los campos de refugiados.


«La ola de frío en Europa realmente lo que ha mostrado es la congelación que ha mantenido la propia UE a la hora de reaccionar para la acogida de estos refugiados. Si todos los Estados hubieran reaccionado para cumplir con sus compromisos y el acuerdo de reubicación pactado, ahora habría mucha menos gente sufriendo» asegura la secretaria general de CEAR, Estrella Galán, en declaraciones a Europa Press.
 
Además del incumplimiento en la reubicación de las personas refugiadas, la precariedad y la falta de medios de los que disponen las organizaciones están provocando que cerca de treinta refugiados hayan perdido ya la vida por culpa de la ola de frío.
 
“¿Qué clase de sociedad trata a las personas así?” se pregunta Amnistía Internacional en un comunicado donde denuncia que los refugiados están teniendo que soportar temperaturas por debajo de los 10 grados bajo cero en tiendas de campaña cubiertas de nieve. “Son víctimas de las políticas inhumanas de la Unión Europea”, denuncia.


En esa línea, la portavoz de Save the Children, Sacha Myers, ha denunciado que hay miles (20.000) de niños y niñas ‘encerrados’ en campos sobrepoblados de Grecia durmiendo en tiendas de campaña compuestas “exclusivamente” por una delgada tela.
 
Según Clement Perrin, el máximo representante de Médicos Sin Fronteras en la misión griega, las familias de refugiados “están pagando el precio del cinismo europeo y el lamentable acuerdo entre la UE y Turquía”.
 
Por su parte, la Comisión Europea admite que la situación es “insostenible”, pero lejos de entonar un mea culpa o tratar de tomar medidas urgentes, se limita a lavarse las manos’ y responsabilizar al Gobierno griego de Alexis Tsipras.  “Asegurar unas condiciones de recepción adecuadas en Grecia es una responsabilidad de las autoridades (locales)», asegura Natasha Bertaud, portavoz comunitaria de inmigración.


Y mientras, España sigue habiendo acogido a 898 de los 17.337 comprometidos.
 
PSOE y Podemos exigen medidas urgentes
 
Tanto PSOE como Podemos han registrado dos preguntas escritas reclamando a la Comisión Europea medidas urgentes y efectivas para detener la “crueldad” que se está produciendo.
 
La formación morada asegura que existe riesgo de muerte de miles de personas refugiadas por culpa del “cierre de la ruta de los Balcanes y al pacto entre la UE y Turquía, con el que la UE ha decidido convertir a los países extracomunitarios en guardianes de sus fronteras”.
 
En el escrito, Podemos alerta de que “diferentes organizaciones humanitarias han denunciado el trato cruel e inhumano por parte las autoridades de la UE y de sus Estados miembros”.
 
Los socialistas, por su parte, afirman que es “lamentable que en la Unión geopolítica más integrada y desarrollada del mundo, y la más concernida por el bienestar de las personas, y en pleno siglo XXI, haya seres humanos que mueran de frío».
 
Asimismo, hacen una referencia específica a las consecuencias del frío en los campamentos de refugiados en Turquía, Grecia y los Balcanes e instan tanto a la UE como a los Estados a no mirar a otro lado y a hacer todo lo necesario para «no ser cómplices de la muerte de más personas».

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