¿Se marcha Renzi?

Referéndum en Italia

¿Se marcha Renzi?

Matteo Renzi, primer ministro de Italia

Pasando las horas se consolida la sensación de que en el fondo, con distintos matices, la mayoría de los italianos ha votado por una Europa distinta de la actual. Matteo Renzi no perdió el tiempo en anunciar su dimisión. Lo hizo con un discurso fuerte y claro, declarando sin matices su opinión en relación al significado del referéndum sobre la reforma constitucional, que le dio perdedor con sólo el 40% de los votos a favor de su propuesta. Ahora tiene por delante pocos días: el tiempo indispensable para la aprobación de la ley de presupuestos del 2017. Después se formaría un gobierno de transición electoral, con toda probabilidad dirigido por una persona indicada por el PD (Partido Democrático) a Sergio Mattarella, el Presidente de la Republica. Pero ¿cuáles son las intenciones reales de Renzi? ¿Un adiós definitivo a la vida política como muchos de sus enemigos esperan?  
 
Para contestar a estas preguntas es necesario volver al discurso de su dimisión. Renzi no ha dicho que deja la política para siempre. No ha renunciado por el momento al cargo de secretario general de su partido. La Dirección, el máximo organismo del partido, está reunido mientras escribo. Es muy probable que Renzi pida un mandato pleno. Seguirá siendo el secretario del PD sólo si tiene el control total del partido. Lo cual implica una clarificación sin ambigüedades con la minoría interna del mismo: Renzi no aceptará la convivencia con un grupo que desde hace meses le critica por todo y que en el referéndum se ha posicionado a favor del ‘no’ a su reforma. 
 
¿Es posible que la lucha interna que esta deteriorando el PD  acabe en una escisión?, ¿sería esta escisión un golpe definitivo para Renzi y su partido? La reflexión sobre el voto de hace pocos días demuestra un hecho significativo: el 40% de los electores que ha votado ‘sí’ a la reforma lo ha hecho también para apoyar a Renzi, el líder que ha querido personalizar el referéndum trasformándolo en un voto a favor o en contra de su persona. El otro 60% son votos que se han reconocido en la posición de un amplio abanico de fuerzas políticas, de centro, derecha y de izquierda. Hasta la minoría crítica del PD se ha alineado con el ‘no’. Lo cual significa que Renzi sigue representando una base electoral que se puede valorar en el 40% de los votantes. Que es el mismo 40% del electorado que votó por el PD en las elecciones europeas del 2014. Eso implica que en el PD, recuperando esos votos, tendría buenas posibilidades de ganar las próximas elecciones. El resultado final, obviamente, dependerá de cómo se dividan los otros votos, o sea el 60% que ha votado por el ‘no’ y que tendrá que escoger entre la derecha, también profundamente dividida, y el M5S (Movimiento Cinco Estrellas). Aquí surgen complejos interrogantes.   
 
El voto ha demostrado un dato de suma importancia: los que han votado ‘no’ han sido en primer lugar los jóvenes, los habitantes de las regiones del sur, los “indignados” de las periferias urbanas. Es este el electorado del M5S. Un electorado que reclama un cambio profundo en la manera de gobernar: reducción de las desigualdades, trabajos a tiempo indefinido o en alternativa una renta minima garantizada, mayor participación democrática. Renzi, preso de una economía que no crece desde hace por lo menos diez años, limitado en su acción por una de las deudas públicas más altas del mundo y condicionado por las normas de austeridad de la Unión Europea, ha intentado ablandar la siempre más aguda y extensa presión social. Pero es un hecho que las soluciones propuestas por su Gobierno no han modificado las características de fondo de la crisis y no han respondido a la amplísima demanda de cambios radicales que expresa la sociedad. 
 
Todo esto juega a favor del “populismo” del M5S cuyos dirigentes ahora se muestran convencidos de ganar las próximas elecciones. Tan convencidos están que han acelerado la consulta en la red para definir el programa del futuro gobierno y seleccionar el equipo del mismo. Se acerca la hora X del M5S, un fenómeno político que, contra todas las expectativas, no ha parado de crecer y que pronto, si gana las elecciones, tendrá que demostrar su capacidad de pasar de la fase de la protesta a la fase de la propuesta. 
 
Es opinión difusa que esta transición, política y cultural a la vez, no será fácil. Hasta este momento el movimiento de Grillo no ha aclarado su posición ideológica: populismo de progreso que podría un dia aliarse con otras fuerzas de izquierda, por ejemplo el PD, o populismo conservador destinado a formar parte de la derecha reaccionaria hoy representada por la “Liga” del demagogo Matteo Salvini. En cualquier caso, es posible que crezca la demanda de una salida del euro y de la misma Unión Europea como paso necesario para crear las condiciones favorables a un cambio radical de la política económica. 
 
Nunca como en este momento los italianos han considerado negativamente la UE. En este contexto la idea de un referéndum para un Italexit podría consolidarse en algunas de las propuestas electorales que serán definidas en las próximas semanas. Lo cual complicaría todavía más el ya confuso ambiente político y emocional del país. Italia esta viviendo un momento histórico crucial, seguramente uno de los más delicados de los últimos decenios. La crisis italiana es en primer lugar la crisis de las ideas que hasta ahora han dominado la evolución del Viejo Continente.  Se ha dicho que se ha votado ‘Renzi sí’ o ‘Renzi no’. Pero pasando las horas se consolida la sensación de que en el fondo, con distintos matices, la mayoría de los italianos  ha votado  por una Europa distinta de la actual.  

El tsunami populista, por otra parte, no es solamente un fenómeno europeo. La victoria de Trump en EEUU subraya el carácter global de esta crisis. Se explica así la gran atención con la cual los medios de comunicación de todo el mundo siguen la situación italiana.

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