Cuba y Estados Unidos terminan con su ‘Guerra Fría’

Especial 25 aniversario

Cuba y Estados Unidos terminan con su ‘Guerra Fría’

Bandera de Cuba

El cambio de percepción en los estadounidenses, la pérdida de influencia en América Latina y la necesidad económica de Cuba han motivado este histórico giro de guion. El 20 de julio de 2015, Estados Unidos y Cuba restablecieron formalmente las relaciones diplomáticas tras más de 54 años de ruptura. Las embajadas de ambos países en Washington y La Habana reabrían por primera vez sus puertas desde que en marzo de 1961 Estados Unidos decidiera romper las relaciones.
 
“Hemos acordado el restablecimiento de relaciones diplomáticas. Proponemos al gobierno de Estados Unidos adoptar medidas mutuas para mejorar el clima y avanzar hacia la normalización de los vínculos entre nuestros países”, aseguró Raúl Castro, jefe del Estado cubano a quien “la decisión del presidente Obama merece el respeto y reconocimiento de nuestro pueblo”.
 
Por su parte, el que todavía es presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó que gracias al deshielo en las relaciones EEUU va a renovar el liderazgo en el continente americano. “Vamos a levar anclas del pasado porque es necesario alcanzar un futuro mejor: para nuestros intereses nacionales, para las personas que viven en Estados Unidos y para el pueblo cubano”, aseguró Obama al tiempo que admitió que estudiaría poner fin al embargo cubano, vigente desde comienzos de los 60.
 
En una carta publicada por la Casa Blanca, la Administración Obama aseguraba haber aprendido “que es mejor fomentar y respaldar las reformas que imponer políticas que convierten a los países en Estados fallidos”. 
 
Sin embargo, levantar el embargo es algo mucho más complicado que abrir una embajada o admitir el flujo de aviones comerciales. Por mucho que la administración cubana instara a Obama a proceder al levantamiento, poner fin a esa situación requiere el apoyo mayoritario del Congreso, que en esos y estos momentos se niega hacerlo, pues tiene una mayoría republicana en sus escaños.
 
El embargo comenzó a finales de 1960, con Dwight D. Eisenhower como presidente norteamericano, tras la expropiación de bienes estadounidenses por parte del Gobierno revolucionario de Fidel Castro. La crisis de los misiles de 1962, ya con JFK en la Casa Blanca, simplemente sentenció lo que Eisenhower había dejado como herencia.
 
A pesar de que el líder cubano asegurase no ser comunista, el bloqueo económico y la situación geopolítica le habían obligado a posicionarse en uno de los lados (EEUU – URSS).
 

 
Desde entonces, Cuba ha tenido que vérselas para conseguir subsistir en un mundo donde el Estado hegemónico ha intentado acabar con él. Invasiones militares, actos terroristas, financiamiento de la oposición interna y guerra política se han sumado a las sanciones económicas sin conseguir el objetivo final: El fin de Fidel Castro.
 
Fin al hielo
 
La situación política entre Estados Unidos y Cuba ha dejado por el camino a un pueblo cubano que en muchos momentos ha sufrido estados de máxima necesidad humanitaria, así como muchas familias han quedado divididas por la distancia que separa Cuba de Miami.
 
Esas circunstancias fueron unas de las principales razones por las que el Papa Francisco comenzó una relación epistolar con Barack Obama y Raúl Castro. Fue a mediados de 2014, meses antes de que el 17 de diciembre Cuba y Estados Unidos anunciaron su “intención” de iniciar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
 
Meses más tarde el propio Raúl Castro confirmó la intermediación del Sumo Pontífice y su rol determinante en el deshielo de las relaciones cubano-estadounidenses. “He agradecido al Santo Padre por su contribución al reacercamiento entre Cuba y Estados Unidos», manifestó el dignatario cubano al salir de una audiencia que tuvo en el Vaticano con el propio Francisco I.
 
En cualquier caso, las razones por las que Cuba y Estados Unidos retomaron relaciones diplomáticas no se explican exclusivamente por la colaboración ‘humanitaria’ del Papa. La pérdida de influencia de Estados Unidos en América Latina, la necesidad de mejorar su imagen internacional – ‘poder blando’ – y las necesidades económicas de Cuba cimentaron unas conversaciones que aun a día de hoy tienen visos de terminar en win-win y todos satisfechos.
 
Algunas de las primeras medidas han sido acordes al fin del último episodio de la Guerra Fría: Intercambio de prisioneros. Cuba liberó a Alan Gross y a otros 53 prisioneros y Estados Unidos hizo lo propio con, entre otros, los tres miembros que quedaban de los famosos cinco acusados de espionaje. Además, apertura en vuelos comerciales, conexión de ferries entre Miami y La Habana, la retirada de Cuba de la lista de “Estados terroristas” de Estados Unidos y la colaboración entre empresas de ambos países. Cuba se abre a convivir dentro de un sistema donde el sector público compita con el sector privado.
 
Percepción en Estados Unidos
 
El asunto de Cuba ha sido, y sigue siendo, un tema espinoso en la política y sociedad estadounidense. Asentada sobre una dinámica belicista, la población de Estados Unidos ha rechazado históricamente cualquier acercamiento o relajación en la postura frente a Cuba. Sin embargo, la evolución de los últimos años desvela que algo ha variado considerablemente en la sociedad norteamericana.
 
Inicialmente, Hillary Clinton ya se atrevió en 2012 a pedirle a Obama que “reconsiderase nuestro embargo contra Cuba. No cumplía ninguna función y obstaculizaba nuestros proyectos con toda América Latina”. Aquello supuso la introducción de lo que hasta entonces había sido tabú y la constatación de que aquello no era algo impopular, ya que Clinton preveía presentarse en las próximas elecciones.
 
La posición de medios tan relevantes como el New York Times, favorables a la apertura, y los resultados desvelados en varios sondeos (el 71% de los cubanos de Miami consideran que el embargo “no ha funcionado”), han animado al sector demócrata a tomar la iniciativa que paulatinamente finalizará con la retirada total del embargo.
 
Incógnita Trump
 
Sin embargo, las previsiones y el devenir que parecían fluir por el río de las conversaciones han quedado en el aire tras el triunfo de Donald Trump. Es cierto que Trump es de los pocos republicanos que no está en contra de que se inicien contactos con el gobierno cubano, pero siempre y cuando las negociaciones “nos traten de manera justa, a nosotros y a los cubanos que viven aquí (EEUU)”.
 
Para el nuevo presidente, el trabajo de Obama ha deparado “un mal acuerdo”, aunque estos comentarios los realizó durante la campaña electoral, cuando ganarse el apoyo de los cubanos de Florida resultaba algo, a priori, fundamental para alcanzar la Casa Blanca.
 
Obama asegura que el deshielo no volverá a enfriarse y que las sociedades cubanas y estadounidenses han tomado un camino de ida y vuelta que une, y no separa, La Habana con Miami.

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