Italia decidirá el futuro del euro en medio de dos décadas perdidas

Italia decidirá el futuro del euro en medio de dos décadas perdidas

Matteo Renzi, primer ministro de Italia

El referéndum de octubre sobre la reforma constitucional que impulsa Renzi, nueva fecha clave para la supervivencia de la moneda común. El inesperado resultado del referéndum del ‘Brexit’ del pasado 23 de junio ha hecho sonar las alarmas sobre la reversibilidad de un proceso de construcción europea que hasta hace no mucho se consideraba irreversible. Tanto es así que proliferan las especulaciones en torno a qué país podría ser el próximo en optar por abandonar la Unión y palabras como ‘Spexit’, ‘Frexit’ o incluso ‘Departugal’ comienzan a ganarse una popularidad que el término ‘Grexit’ ya tiene desde hace demasiado tiempo.

Pero quien lleva todas las de ganar en esta singular competición es el término ‘Itexit’, que además de con sus rivales regionales comparte espacio con palabras como ‘Italeave’ o ‘Uscitaly’. Una muestra de que el resultado en favor de la salida del Reino Unido de la UE puede no haber sido una excentricidad propia de la singularidad británica, sino el comienzo de una nueva etapa histórica cuyo siguiente paso lo protagonizaría Italia.

El estancamiento económico que atraviesa el país alpino, así como sus problemas con el sistema bancario, asociados a una deuda que llega ya al 133% de su PIB, hacen que otro referéndum, en este caso el que se refiere a su reforma constitucional, vuelva a presentarse como una válvula de escape a todo el malestar acumulado durante estos años de crisis económica. Más aún cuando, según acaba de publicar el FMI, el panorama de cara al futuro no se caracteriza precisamente por ser más esperanzador.

“Bajo las proyecciones actuales, la economía no se espera que regrese al tamaño anterior a la crisis hasta mediados de la década de 2020, lo que implica casi dos décadas perdidas” ha señalado esta semana el organismo internacional con sede en Washington D.C. Además, según el Fondo, de continuar incrementándose la volatilidad en los mercados, la inversión y el crecimiento en la tercera economía de la Eurozona serían aún susceptibles de empeorar.

Más aún, si Italia no limpia los problemas de su sector bancario, que, según las últimas estimaciones, tendría problemas de impagos en préstamos por valor de hasta 360.000 millones de euros, al mismo tiempo que consigue controlar su nivel de deuda. Dos condiciones a priori difíciles de combinar entre sí ya que como el propio informe del FMI ha señalado ese 133% de deuda deja a los políticos italianos con “muy poco margen para actuar y lidiar con posibles shocks económicos”.

Por ello, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, intenta negociar con Bruselas una salida que le permita salir del atolladero en que se encuentra metido ya que además de tener que cumplir condiciones contradictorias entre sí, según sugiere la publicación This is Money, a su país le faltarían 35.000 millones para poder llevar a cabo la recapitalización que necesita. Sin contar con que las reglas comunitarias le obligarían además a imponer pérdidas a los acreedores antes de proceder al rescate y, una vez más, Alemania no ha dado muestras de estar dispuesta a encontrar una solución flexible.

Quizá por ello Renzi ha comenzado a dar muestras de que está dispuesto a jugarse el todo por el todo en esta negociación al declarar públicamente que los problemas de sus entidades son pequeños comparados con los que tiene parte de la Banca europea con los derivados; una alusión que se ha interpretado como un ataque directo a la solvencia del Deutsche Bank. El mensaje que el primer ministro italiano parece querer dejar claro es el de que si no se encuentra una solución satisfactoria para las entidades de su país, todo el sistema financiero de la Eurozona está en riesgo.

En realidad, no sólo el financiero ya que, de verse obligado a aplicar de nuevo medidas impopulares en las vísperas del reférendum constitucional, aumentaría el riesgo de que éste no saliese adelante. Y, según una última encuesta de Euromedia, realizada a principios de este mes, en estos momentos un 34% de los italianos ya votaría en contra del plan de Renzi, por tan sólo un 28,9% que lo haría a favor, con un 19,4% de indecisos y un 17,7% que ni tan siquiera sabe si acudirá a las urnas.

Es decir, Italia se enfrentaría a unas nuevas elecciones ya que Renzi ha señalado que dimitirá si sus reformas no salen adelante. Eso significa que, además de las reformas que el referéndum somete a consulta; en octubre, los italianos tendrán que decidir si están dispuestos a confirmar el cambio político que comenzó a dibujarse en las elecciones municipales del mes pasado.

En ellas, el M5S se confirmó como la gran alternativa política en el país con la victoria en Roma de Virginia Raggi y de Chiara Appendino en Turín. Tanto es así que desde entonces, hasta cuatro nuevas encuestas han situado al partido fundado por Beppe Grillo en cabeza en unos hipotéticos comicios nacionales.

De esta forma, el resultado del referéndum de octubre podría catapultar al Gobierno a un partido que ya ha anunciado que convocaría una nueva consulta para decidir si Italia debería salir del Euro y regresar a la lira. Un movimiento que, entonces sí, se podría considerar fatal para la moneda común y el proyecto de integración comunitaria en su conjunto.

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