¿Aún te pierdes con el TTIP? Lo que debes saber sobre el acuerdo entre Bruselas y Washington

¿Aún te pierdes con el TTIP? Lo que debes saber sobre el acuerdo entre Bruselas y Washington

Imagen representativa del TTIP

La complejidad y alcance del macrotratado de comercio e inversión entre la UE y Estados Unidos resulta abrumadora y polariza a la opinión pública de ambos bandos. La Alianza Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglés) comenzó a negociarse entre la Unión Europea y Estados Unidos en 2013, aunque los primeros cimientos para su existencia datan de 2011. Desde entonces, el acuerdo que ambos lados del Atlántico pretenden forjar y que daría cabida a más de 850 millones de ciudadanos (y consumidores) ha atravesado 13 rondas de negociaciones. Tras esta última sesión de contactos entre los equipos negociadores de Bruselas y Washington, Greenpeace filtró al público los últimos documentos consolidados de las negociaciones, de carácter confidencial. Pero incluso con esas 248 páginas en la mano, la complejidad y alcance del TTIP abruma al común de los mortales.

Para qué sirve el TTIP

La Alianza Trasatlántica pretende crear la «mayor zona de libre comercio del mundo», en palabras del expresidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso. Fundamentalmente, atañe a tres fenómenos relacionados con el comercio de bienes y servicios entre la UE y Estados Unidos:

1. Aranceles. El tratado acabaría con los aranceles entre ambos lados del Atlántico. Aunque muy bajos en la actualidad -en torno al 4%-, son más elevados para ciertos subsectores y en función de si la exportación proviene de Europa o EEUU. Los negociadores aspiran a desarmar totalmente cualquier tarifa arancelaria.

2. Armonización regulatoria. La alianza se basa en una estandarización de leyes de EEUU y la UE para avanzar hacia la eliminación de obstáculos comerciales y sobre competencia. Ambos mercados quieren acceder al otro en las mejores condiciones posibles, por lo que se busca asemejar los armazones legales del comercio y los servicios en ambas zonas para evitar el proteccionismo de cada bando respecto a sus propios sectores y actores comerciales.

Uno de los principales argumentos en las tesis contra el TTIP es que la fusión del mercado europeo y estadounidense promoverá unos estándares comunes en lo referente a derechos laborales, del consumidor, sobre protección de datos, etc. Los detractores europeos consideran que EEUU es mucho más laxo en muchos de esos ámbitos, con lo que la protección del consumidor, trabajador o ciudadano europeo, en función de la materia de la que se trate, podría resultar perjudicado de este intercambio de normativas con Washington.

3. Protección de las inversiones. El acuerdo contempla incluir un mecanismo para que los inversores puedan defenderse ante los Gobiernos en caso de normativas que dañen sus beneficios, reales o esperados. El arbitraje de diferencias entre inversor y Estado (ISDS por sus siglas en inglés), es una cláusula que permite a las multinacionales litigar contra la actividad regulatoria de los países. Si determinada legislación estatal contraviene los intereses de una multinacional extranjera que invierte en el país bajo el auspicio de una ley pública y ambas partes han firmado la cláusula de arbitraje, la multinacional puede dirimir sus diferencias con el Estado como si de un igual se tratara.

Ha sido uno de los puntos calientes en las negociaciones, sobre todo a su paso por el Parlamento Europeo a final de 2015. Allí, el Ejecutivo Comunitario se comprometió a escuchar la demanda de los eurodiputados, que pidieron que estos tribunales fuesen públicos, y que no quedaran en manos de bufetes privados ni con margen para dirimir estas posibles demandas de manera privada y sin seguimiento público.

Opacidad

La documentación sobre el acuerdo no es pública, aunque las protestas lideradas por ONG y plataformas civiles en contra del acuerdo han impulsado a la Comisión Europea a publicar más partes del tratado que se negocia con Washington. No obstante, no hay información oficial sobre las rondas de contactos más recientes y los documentos no se publican traducidos a los distintos idiomas de los estados miembro, lo que dificulta el acceso a grandes capas de la población de unos documentos ya de por sí muy complejos.

Las autoridades se amparan en que no debe divulgarse más información porque se trata de un acuerdo en el que cada parte ha de jugar sus bazas en secreto. Pero además, no hay información precisa sobre quién forma parte del equipo negociador que habla en nombre de la UE ni qué acceso tienen a él los grupos de presión de las grandes firmas interesadas. Según la ruta fijada para este acuerdo, las delegaciones estadounidense y europea deberán acordar un texto, que habrá de ser trasladado al Consejo de la UE, donde tendría que ser aprobado por mayoría cualificada (55% de los países que representen al 65% de la población). Con el beneplácito del Consejo, el tratado sería finalmente votado en el Parlamento Europeo.

A favor y en contra

El avance de las negociaciones ha polarizado el debate sobre quiénes serán los ganadores reales tras la firma del macrotratado: una fuerte corriente anti-TTIP, promovida por formaciones políticas de izquierdas, ecologistas y muchos grupos de la sociedad civil difieren de la postura de la Comisión Europea y los grandes grupos de la industria, el comercio y los servicios.

Los partidarios del acuerdo señalan a la generación de empleo y al aumento del PIB europeo procedente de la industria como principales ventajas del macrotratado. Los detractores temen por la protección al consumidor y recelan del mayor poder que el acuerdo, en su opinión, otorgará a multinacionales y corporaciones sobre la capacidad de los estados para regular tanto su actividad comercial como sus propios servicios públicos.

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