¿Cómo evitar la evasión fiscal de los súper ricos?

Evasión fiscal

¿Cómo evitar la evasión fiscal de los súper ricos?

Evasión fiscal

Dos académicos estadounidenses alertan de la necesidad de cambiar el actual modelo para evitar un desastre global Las noticias de estos días en torno a los conocidos como ‘Papeles de Panamá’están constatando algo que en el fondo ya se intuía. Que mientras las clases medias han visto en estos años llamados de ‘austeridad’ como cada vez tienen que asumir un mayor esfuerzo fiscal a cambio de peores servicios, las grandes fortunas encuentra fórmulas de evadir sus responsabilides.

Sin embargo, como recuerda el profesor de Historia en la Universidad del Sur de California, Jacob Soll, en un artículo de Politico, la Historia nos enseña que la evasión fiscal no sólo tiene un efecto terrible sobre la desigualdad; sino que también suele ser un indicador del colapso social que antecede a las revoluciones. Así, por ejemplo, analiza la Revolución Francesa como ejemplo de lo que ocurre cuando los líderes políticos y económicos de un país encuentran la fórmula para evitar aportar lo que les corresponde.

Incluso aunque se escuden en fórmulas legales. De esta forma, según esta tesis, la dimisión del primer ministro islandés o aquí mismo del ministro de Indutria podría quedarse en un simple aperitivo lo que aún está por venir.

Por ello, frente al argumento conservador de que resulta imposible evitar la evasión fiscal dada la complejidad de las regulaciones y de un modo económico cada vez más globalizado, Soll apunta a que sería en interés de todo evitar que el fenómeno de la evasión fiscal continúe escalando. De lo contrario, casos como el de los «Papeles de Panamá» solo reforzarán el resentimiento y falta de confianza de las poblaciones en sus líderes políticos, lo que, a su vez, facilitará la popularidad de candidatos que, como Donald Trump, traerán aparejada un incremento de la «violencia política».

Pero hay quien incluso va más allá. Es el caso del también profesor universitario Gabriel Zucman. El economista de la Univerdad de Berkeley señala así que ni tan siquiera es necesaria la colaboración de los poderosos para que contribuyan al esfuerzo fiscal; es tan sólo una cuestión de voluntad política.

Así, siguiendo las tesis de Zucman, John Schwarz en un artículo en The Intercept , señala a que, contrariamente a lo que se nos quiere hacer creer, no sería técnicamente tan difícil implantar soluciones. El gran desafío, eso sí, sería el de que, para ser verdaderamente efectivos, la voluntad política tendría que obedecer a una coordinación global; no operar sólamente desde países individuales.

Los argumentos son, sin embargo, bastante convincentes. Zucman arguye que al igual que en países como el nuestro, los Gobiernos tienen tanta información sobre la mayoría de los contribuyentes que en lugar de hacer nuestra propia declaración, podemos optar por confirmar el borrador; se trataría de que las grandes fortunas tampoco puedan esconder sus verdaderos ingresos.

Para ello, se trataría de acabar con el secreto bancario con el que los denominados como ‘paraísos fiscales’ ocultan los patrimonios de las grandes fortunas. Algo que no sería tan difícil como parece: bastaría con que la UE y los EE.UU. creasen un registro financiero internacional y diseñasen consecuencias específicas para aquellos países que no facilitasen esta información.

Así, los bancos de estos países estarían obligados a facilitar todos los datos de los ciudadanos de terceros países al nuevo registro financiero internacional sin necesidad de una solicitud de información previa. De lo contrario, según los cálculos de Zucman, la UE o EE.UU. podría imponer una tarifa del 30%, por ejemplo, sobre las importaciones suizas, lo que, según sus cálculos ya sólo con los casos de Alemania, Francia e Italia, le costaría más al país helvético que los ingresos que obtiene por su condición de paraíso fiscal.

Esta fórmula tendría el inconveniente de las sociedades ‘secretas’ en las que no se sabe quiénes son los verdaderos propietarios. Pero ahí es donde de nuevo entraría la utilidad de un registro internacional ya que este podría permitirse imponer una tasa a todos las compañías que sólo le sería devuelta si demostrarse haber cumplido con sus obligaciones fiscales en el país de origen de sus propietarios. Algo que, al ser esta tasa lo suficientemente disuasoria, evitaría que en primer lugar se recurriese a este tipo de sociedades ya que directamente compensaría pagar impuestos dónde corresponde.

Salvo claro está que se recurra a fórmulas como la de los precios de transferencia dentro de las multinacionales para acabar pagando impuestos en los países con una fiscalidad más atractiva con independencia del verdadero origen de los ingresos. Pero para ello Zucman también tiene una solución.

En este caso, se trataría de acabar con lo que él define como «ficción de que las subsidiarias de una multinacional son compañías separadas». Así, los ingresos de la corporación pasarían a tratarse como un todo que se dividiría entre los difrentes países en que esta se implanta en función de tres factores: salarios, capital físico y ventas. Una fórmula que, lejos de ser un sueño, ya se aplica en EE.UU. para determinar los impuestos que sus empresas deben pagar en cada Estado.

Más información