El primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, ha reconocido que la quita de deuda griega que casi seguro asumirán los tenedores privados de la misma será del 60% como mínimo. Y puede que esta cifra se quede hasta corta, según ha explicado el también jefe del Eurogrupo. Estas declaraciones coinciden con la última jornada en Atenas de la delegación de la troika (así se conoce al grupo prestamista de Grecia compuesto por el BCE, el FMI y Bruselas).
Juncker ha matizado en una entrevista con la televisión austriaca ORF que una reestructuración de la deuda -o una quita- no es una salida que deba descartarse, pero sí hay que diferenciar entre esta posibilidad y la de una quiebra en toda regla. Precisamente, el líder luxemburgués ha argumentado que toda la fortaleza de Europa debe utilizarse para evitar llegar a este último extremo. Hasta ahora los mercados asumían una quita del 50%.
Por su parte, la delegación de la troika que hoy abandona Atenas publicará su análisis -del cual depende que los prestamistas den luz verde a los 8.000 millones de euros enmarcados en el sexto tramo de las ayudas al país mediterráneo- el próximo 24 de octubre. Aunque su llegada, hace unos días, estuvo precedida por nuevos recortes aprobados en el Parlamento griego, los sindicatos del país han advertido a la población de que la troika no sólo busca reestructurar el sector público, sino también el privado mediante la reducción de salarios (el salario medio de un trabajador griego establecido en el sector privado es de 750 euros).
Precisamente, el abandono de la troika se produce entre nuevas protestas que han paralizado varios sectores en todo el país. Los funcionarios públicos han bloqueado la entrada a varios ministerios y los hospitales funcionan con servicios mínimos. Además, los basureros de la ciudad llevan en huelga más de una semana.
