España, castigada por los problemas de los bancos franceses y alemanes

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España, castigada por los problemas de los bancos franceses y alemanes

Los bancos franceses y los bancos alemanes llevan varios meses en una situación realmente comprometida. Las principales entidades de estos dos países son las más expuestas a Grecia (un país del que hoy ha dicho la agencia Fitch Ratings que quebrará antes o después) y, según los datos del Banco Internacional de Pagos (BIS), también son las que más tienen que perder en España. Por eso Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha advertido hoy al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que lleve adelante todavía más reformas. A raíz de estas advertencias, la prima de riesgo de la deuda española ha vuelto a aumentar situándose en los 360 puntos básicos y reflejando así la desconfianza de los inversores.

Con 242.400 millones de dólares (unos 177.242 millones de euros) en el caso de los grupos bancarios germanos y con 224.700 millones de dólares (unos 164.300 millones de euros) en el caso de los franceses, el BCE no se la ha querido jugar más de la cuenta. Por eso Trichet ha exigido en una entrevista concedida al diario Expansión que España haga «nuevas reformas estructurales». Futuros problemas en la economía española afectarían sobre todo a Société Générale, Crédit Agricole, BNP Paribas, Deutsche Bank y Commerzbank.

«España debe seguir poniendo especial atención en aplicar resueltamente nuevas reformas estructurales, con el fin de obtener un crecimiento potencial tan alto como sea posible, mejorar su productividad y poder restaurar así la confianza de los inversores», explicó Trichet al rotativo madrileño.

Debido a la enorme presión ejercida por los mercados internacionales, España ya ha llevado a cabo en los últimos meses grandes reformas: del mercado de trabajo, de las pensiones e incluso del sistema bancario. El Gobierno también obligó a los bancos a reestructurarse, impulsando numerosas fusiones dentro del sector de las cajas de ahorros y aumentando sus ratios de solvencia para compensar su exposición a un sector inmobiliario hundido. Pero el BCE quiere más: «La situación [del sector bancario] ha mejorado considerablemente, pero debemos mantenernos en permanente alerta», argumentó Trichet.

Las palabras de Trichet y el consiguiente castigo de los inversores hacia España se ha producido casi al mismo tiempo que la rebaja efectuada por la agencia estadounidense Standard & Poor´s al rating de Italia tras asegurar que la tercera economía europea tiene unas perspectivas de crecimiento débiles y un gobierno, liderado por Silvio Berlusconi, frágil. Así que la agencia de calificación financiera estadounidense bajó la nota de la deuda a largo plazo desde A+ hasta A. Italia tiene deuda emitida que equivale al 120% de su PIB, la segunda cifra más abultada de la zona del euro después de, precisamente, la de Grecia.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe anual sobre España, publicado a finales de julio, también llamó al Gobierno de Madrid a tomar medidas adicionales para consolidar la situación de las finanzas públicas, por entender que la economía española aún afrontaba «importantes riesgos de deterioro». El FMI proponía, sobre todo, nuevas reformas «audaces» del mercado de trabajo.

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