Los bancos centrales quieren obligar a las entidades privadas a dar créditos

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Los bancos centrales quieren obligar a las entidades privadas a dar créditos

La crisis económica que trae de cabeza a los supervisores financieros de todo el mundo les ha cambiado los esquemas. En las últimas jornadas, los bancos centrales más importantes del mundo parecen haber restado énfasis a los requisitos de solvencia para las entidades privadas y, en su lugar, han dado un paso común al frente para empujar a las entidades privadas a conceder créditos en un nuevo intento por reactivar los mercados y la economía real.

El último en sumarse a esta tendencia ha sido el Banco Popular de China que esta misma madrugada española. El regulador financiero del ‘Gigante Asiático’ ha complementado su decisión de ayer de rebajar en un cuarto de punto sus tipos de interés con incentivos para que las entidades presentes en el país concedan más crédito a empresas y particulares. Una medida cuyo objetivo único es impulsar una economía, que por contagio del frenazo al consumo y la inversión de Occidente, crece cada vez a tasas menos elevadas.

Los comentarios que circulan por el mercado van incluso más allá y apuestan porque el banco central de la segunda economía del mundo podría reducir antes de final de mes, por tercera vez en este año, la cantidad de capital líquido que exige a las entidades financieras que operan en el país. Un movimiento que liberaría en el mercado una importante partida de fondos que bien podrían dedicarse a la concesión de créditos mientras el Banco Popular sigue monetizando deuda a través de su programa de recompra de bonos.

Un guión que el Banco de Inglaterra parece dispuesto a repetir al pie de la letra en un momento en que además están puestas en duda las prácticas de las entidades británicas a causa de la supuesta manipulación del Líbor por Barclays. Según las actas de la última reunión del supervisor de la Citiy, los miembros de su directiva sopesan muy en serio reducir las normas de liquidez que obligan a las entidades que operan en Reino Unido a tener en activos líquidos un 15% de sus fondos. Una decisión para la que todavía habrá que esperar, ya que la sí se produjo es la de aumentar en 50.000 millones de euros la ya abultada partida económica destinada a recompra de deuda.

Menos apuesta por elevar la solvencia con vistas a aumentar el crédito, éste parece ser el mantra que desde la Reserva Federal ha calado hondo en el resto de supervisores financieros. Por su parte, los expertos admiten que, si bien han aumentado los riesgos para la estabilidad financiera, la debilidad de la economía productiva ha impuesto medidas a lo largo y ancho del globo para intentar que el crédito bancario vuelva a fluir y movilizar el gasto, el consumo y la inversión.

En esta misma línea sitúan también los expertos la decisión del Banco Central Europeo de rebajar a cero la rentabilidad de sus depósitos nocturnos, cuando antes reportaba un 0,25% de intereses a los depositantes. Una práctica con escaso rendimiento pero asegurado a la que las entidades europeas cada vez recurrían con más frecuencia al tratarse también de una práctica tan sencilla como depositar dinero a la noche en el banco central de la Eurozona y recogerlo en la mañana.

Cortado este grifo, el equipo de Mario Draghi parece confiar en que los bancos del Viejo Continente se lancen con más decisión a la reactivación del crédito, si bien se resisten aún por monetizar deuda como sus vecinos de las Islas Británicas.

En EEUU, la Reserva Federal de Ben Bernanke llegó a crear un fondo especial destinado a comprar títulos de deuda en los que se incluían incluso pagarés empresariales, con el fin de dotar de liquidez a la economía real.

No fueron pocos los analistas y economistas que lo llamaron despectivamente ‘helicóptero Bernanke’ cuando apostó por monetizar deuda con los programas de flexibilización económica y más recientemente con la ‘Operación Twist’ de venta de deuda a corto plazo y compra de papeles a más largo vencimiento.

Ahora, parece que las medidas del estadounidense comienzan a calar hondo en el resto de supervisores financieros, que buscan en esta estrategia un cartucho más para cargar contra la persistente crisis global.

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