China quiere evitar que se produzca una brusca caída de su crecimiento económico que pueda poner en peligro a toda la economía global. Para lograrlo, el Gobierno del país ha abierto la mano a los bancos y les ha permitido que abran el grifo del crédito.
En mayo, según los datos del Banco Central, las entidades financieras concedieron nuevos créditos por un valor toral de 124.500 millones de dólares, una cantidad que supone un aumento del 15,35%, sobre los 107.000 millones que se prestaron en abril.
Las cifras han sido muy bien valoradas en toda la región, donde los analistas esperan, además, que contribuyan a una mejora a medio plazo de los mercados de valores de la zona por el tirón de las importaciones chinas que crecieron un 12,7% en mayo, tras haber caído un 0,3% durante el mes anterior.
Sobre todo porque el hecho de que la inflación, que se situó el mes pasado en un 3%, en cifra interanual, se mueve a su ritmo más lento de los últimos dos años y parece dejar espacio para nuevos aumentos de la inversión crediticia que estimulen el crecimiento económico.
