El presidente de la patronal bancaria mundial (que responde al nombre del Instituto Internacional de Finanzas, o IIF por sus siglas en inglés), Charles Dallara, comentó recientemente que el calendario de compromisos que tienen que asumir ciertos países europeos debería suavizarse. Las palabras del banquero fueron además secundadas por la persona a la que iban dirigidas: Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán en el Gobierno de Angela Merkel.
Desde Berlín, el portavoz de Schäuble explicó de forma indirecta que si Atenas retrasaba el pago a sus acreedores tampoco pasaba nada. «Hasta donde yo tengo conocimiento no existe ninguna necesidad financiera llegada desde el exterior hasta el final de la primera mitad del año. Por eso creo que un retraso [en el envío de la siguiente parte del rescate] no sería un problema», dijo Martin Kotthaus, el portavoz del ministro.
El Gobierno griego -actualmente, y hasta el próximo 17 de junio, en funciones- utiliza buena parte del dinero de los rescates que le va llegando para hacer frente a las deudas que tiene, principalmente con bancos extranjeros y fondos de inversión de diversa procedencia. Dallara, por su parte, argumentó que los gobiernos europeos muy afectados por la crisis de deuda deberían tener más tiempo, entre otras cosas, para reducir su déficit con lo que al mismo tiempo podrían incrementar, o intentarlo al menos, el crecimiento económico.
La patronal bancaria mundial fue uno de los principales actores que tuvo lugar en el canje de deuda realizado por las autoridades financieras helenas hace unos meses. La intervención del IIF como portavoz principal de los acreedores de Grecia más influyentes jugó un papel fundamental para que dicha operación pudiese calificarse, tal y como la definió el portavoz del por aquel entonces ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, de «rotundo éxito».
