«Que se quede [Mario] Monti es la única forma de salir de la crisis, pues de esta forma el Gobierno está en manos de una persona competente que puede asumir el reto». El que tan bien habla del tecnócrata italiano es Francesco Rulli, presidente del partido Alianza por Italia y principal oposición de Silvio Berlusconi en las elecciones de 2001 en representación de la izquierda italiana.
A pesar de que Monti accedió al poder el pasado 16 de noviembre sin elecciones de por medio e impuesto por las circunstancias económicas, su popularidad va en ascenso después de, entre otras cosas, haber logrado situar la prima de riesgo italiana (329 puntos básicos) por debajo de la española (335 puntos básicos) por primera vez desde agosto gracias al paquete de medidas aprobado antes de las pasadas Navidades.
Monti tendría que abandonar el poder, en teoría, en mayo de 2013. Sin embargo, tanto Rulli como otros políticos le han pedido que se quede más tiempo. El propio Berlusconi parece no ver otra opción, tampoco. El tecnócrata ya aseguró a finales de febrero en una entrevista concedida a la agencia Bloomberg que lo que intentaba hacer era forzar un cambio generacional en la cultura económica italiana. Y que, en 15 meses, no tendría tiempo de completarlo.
Una de las medidas más populares de Monti ha sido imponer una tasa sobre los inmuebles a la Iglesia Católica. También ha generado confianza el hecho de estar liderando un movimiento en Europa -avalado por David Cameron y Mariano Rajoy, entre otros- para pedirle a Angela Merkel que cambie su discurso y deje lugar para el crecimiento en la región.
