El descalabro del crudo tras la decisión de la OPEP de mantener su producción ha obligado al Gobierno de Venezuela a apretarse el cinturón. El presidente de Venezuela ha se aprieta el cinturón. Nicolás Maduro ha pedido a sus compañeros de gabinete que estudien cómo recortar gastos en sus carteras incluyendo rebajas de sueldo para todos los funcionarios públicos. Así pretende atajar la pérdida de ingresos que está suponiendo ya para las finanzas del país caribeño la caída del petróleo.
Los recortes podrían centrarse en los sueldos del propio Maduro, sus ministros, viceministros y los altos cargos de las empresas públicas venezolanas. Una medida de urgencia después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) haya optado por mantener invariable su producción de 30 millones de barriles diarios siguiendo el dictado de Arabia Saudí y otros países de su influencia.
Para llevar a cabo este plan de ajuste, el sucesor de Hugo Chávez ha anunciado la creación de una Comisión Presidencial para la Racionalización y Reducción de Gasto, siguiendo el gusto de crear grupos de trabajo para resolver cualquier circunstancia de calado que afecta al país latinoamericano. Por el momento, el objetivo es mantener a salvo la inversión social, que incluye las llamadas ‘misiones’ de propaganda de la ideología chavista. “Ni un bolívar se va a tocar de las misiones, al contrario, es tiempo más bien de reorientarlas, optimizarlas y ampliarlas”, señaló el presidente.
Analistas del mercado de materias primas señalan que un 96% de las divisas que se manejan en Venezuela proceden del comercio del petróleo, pues se negocia en dólares estadounidenses. En este sentido, destacan que para que las cuentas le cuadren al Gobierno de Maduro el barril de crudo debería cotizarse a unos 120 dólares, y el de tipo Brent de referencia en Europa se paga en la actualidad a tan sólo 69 dólares por barril.
El brusco descalabro del petróleo, que cae irremediablemente de precio desde principios de año y en especial en el segundo trimestre, arrancó el jueves pasado, cuando los saudíes impusieron su criterio en la OPEP, el organismo responsable de un 40% de la producción global de crudo. La decisión de mantener el bombeo de pozos se entiende como un pulso ante el eventual cambio de fuerzas que supondría que EEUU impusiera el ritmo con sus nuevos métodos de extracción por ‘fracking’. No obstante, naciones exportadoras como Venezuela, Libia y Nigeria ya venían tiempo reclamando medidas para frenar las caídas de precio dado que la mayor parte de su economía se basa en los ingresos por la venta de la preciada materia prima energética. Justo después de conocerse la noticia, el índice de referencia de la Bolsa de Caracas (IBVC) ya dio síntomas de lo que se avecinaba al recortar posiciones con virulencia.
